Mandarín Oriental Ritz y Four Seasons baten sus fuerzas en Madrid con hoteles ultranuevos, estrenados en los últimos meses en un desafío a la pandemia. El Four Seasons es el motor del nuevo complejo Canalejas que supuso la reconversión de la histórica central de Banesto y Mandarín ha renovado totalmente el clásico Ritz.
La capital como ciudad está de enhorabuena por la llegada de los másters de la hostelería de lujo. La pone al nivel de Londres, París, Nueva York o Hong Kong, entre otras, en relación a los grandes establecimientos que alberga. Es la única ciudad del país que mantiene la restauración y la actividad hotelera abierta y se convierte en oasis del turismo en Europa bajo la batuta de una presidenta autonómica conservadora.
Operadores en competición
Ese es el escenario de la concurrencia entre operadores del más alto nivel. Si se dispone del presupuesto para disfrutar de esta oferta, conviene decidir adónde ir o adónde ir primero. El debate en el sector es cuál de ellos triunfará por encima del otro o cuál será simplemente el mejor.
Mandarín Oriental es la respuesta. Four Seasons está objetivamente bien, pero le sobrepasa uno que ha llegado tan solo unos meses más tarde.
Un nuevo Ritz con Quique Dacosta
La insignia de Hong Kong ha reformado íntegramente el antiguo Ritz, desde la grandeur del emblemático establecimiento, llevándolo a la exquisitez contemporánea desde la cúpula hasta las habitaciones, pasando por el jardín. El servicio está acomodado en un mix entre los grandes profesionales de siempre y un personal joven muy competente.
La gastronomía es cosa de un Quique Dacosta tamizado por los criterios de Mandarín. Resulta mejor incluso que el Dacosta de las estrellas Michelin. Ofrece degustaciones a la carta con precios de gran hotel europeo que crujen el bolsillo del usuario pero que están justificados.
Lo peor son las palmeras de la cúpula al estilo amazónico, pero sin gracia. Tampoco convence el mazacote de mostrador de conserjería en pleno hall (añoramos la posición antigua) y lo casposo de la uniformidad del personal.
Un hotel frío con Dani García
Four Seasons es oscuro en todos los sentidos. Las zonas comunes son escasas y el lobby demasiado polivalente, abierto y frío. El diseño del establecimiento no sorprende y podría haber sido inaugurado hace una década. No tiene nada que ver con las nuevas aperturas de la misma marca en Toronto, Bangkok o San Francisco. El servicio es joven, profesional y muy simpático. Luce un buen diseño y estilo de los uniformes.
La gastronomía de Dani García es precaria, muy conocida en Madrid por Bibo y por Lobito de Mar, por lo que no aporta nada nuevo. Si acaso solo sorprende por el precio. El restaurante es tipo bistró, con mesas muy pequeñas, muy pegadas (incluso con las restricciones del Covid vigentes) y muy poco vestidas. Se trata de una informalidad difícil de entender en esta insignia. Sorprende que no hay fine dining, o que el único restaurante, central y emblemático, pretenda ser un Bibo más aparente.
La renovación del Villamagna
Ambos cuentan con habitaciones y suites excelentes, calidades y confort solo igualable al entrañable Hotel Villamagna en Madrid. Establecimiento que bajo la nueva propiedad mexicana y la gestión de Rosewood están en proceso de remodelación a toda marcha para poder competir en igualdad de condiciones.
Pretende que el lujo hotelero en la capital sea cosa de tres y no de dos. La dirección y el personal del Villamagna seguro que marcarán hitos de excelencia como en la ultima década.
Barcelona, a años luz
Madrid, a diferencia de Barcelona, ya tiene estas tres grandes marcas que operan en su ciudad con una proyección de contemporaneidad, lujo y hospitalidad de primer nivel. De mientras, la capital catalana vetó grandes proyectos de Four Seasons y Hyatt. Mandarín Oriental se salvó por aterrizar dos años antes de la era Colau y su oposición política a la actividad hotelera en general, incluso a la del segmento del lujo.
Otro importante detalle para acabar de incidir en el estilo de los dos nuevos establecimientos de la capital. El Mandarín Oriental Ritz da la bienvenida a todos de forma elegante al estilo de un gran hotel, mientras que Four Seasons corta el paso para preguntar si se es huésped o solo visitante.
Bienvenidos sean los hoteles, sus propuestas y la posibilidad de situarse ante estos dilemas de criticar, escoger y experimentar.