Dalí. Habitación 108. Hotel Ritz
El emblemático establecimiento, rebautizado como El Palace, celebra en 2019 su centenario y lo hace con un homenaje gastronómico a su ilustre huésped, fuente inagotable de anécdotas
27 diciembre, 2018 00:00El Palace de Barcelona fue inaugurado como hotel Ritz en 1919. Y como no podía ser de otra manera, este establecimiento quiere celebrar ese centenario por todo lo alto. Uno de los nombres propios de esos eventos, que se prolongarán a lo largo de 2019, será el de Salvador Dalí. Huesped ilustre durante sus escapadas a la Ciudad Condal, su estancia ha dado lugar a numerosas anécdotas. Y también a un menú creado por Jaume Subirós, del Motel Empordà, junto con el chef del Palace, Marc Mallasén, inspirado en los gustos culinarios del pintor universal.
Marc Mallasen, Jaume Subirós, Jean Marie Le Gall y Quim Vila, de izquierda a derecha, ante el hotel Palace
Así, durante 2019, el hotel que dirige Jean Marie Le Gall acogerá la Dalí Experience, que incluye una visita guiada por el edificio y sus salones en la que se explicarán anécdotas protagonizadas por el genio durante sus estancias en el hotel, concretamente en la habitación 108. Los asistentes podrán disfrutar de un menú especial en el restaurante L’Éclair, y del cóctel Gala-Dalí en el Bluesman Cocktail Bar.
De la pasión del pintor por la comida dan fe, no solos sus cuadros, donde abundan los panes y los relojes blandos, inspirados, dicen, por un queso camembert derretido accidentalmente en su mesa. El artista publicó en 1973 Las Cenas de Gala, libro de cocina surrealista dedicado a su musa. Cuatro años después vendría Los Vinos de Gala. Lo explica Quim Vila (Vila Viniteca), que se suma al homenaje.
El menú elaborado por Subirós y Mallasén incluye caldos incluidos en ese libro como champagne (Roger Coulon Brut Nature Esprit de Vrigny), así como Vinho Verde (calificado como “vino frívolo” por el artista), Bourgonge (La Masion Romane Rouge 2016), Magnum (Châteneau-du-Pape, que recuerda la fascinación de Dalí por el púrpura papal), Porto (Niepoort Tawny) y Perelada Rosé de Foc.
Acompañan estos vinos un parfait de langostinos con huevos de caviar, lubina al horno a la pescadora, liebre a la royale y, de postres, una selección de quesos, sorbete de menta fresca y taps de Cadaqués al ron.
Liebre Royale incluida en el menú homenaje a Dalí del Hotel Palace
En este homenaje a Dalí no podían falta las anécdotas del periodista Josep Playà Maset, autor de Dalí Esencial, el gran provocador del siglo. “El Ritz era para Dalí su cuartel general. En él se alojaba naturalmente Gala, pero también tenía habitación Amanda Lear, cuando a principios de los años 70 se convirtió en acompañante habitual del pintor. Y aquí venía a recogerlos una limousine del chofer Blai Matons para acompañarlos a la Monumental, a la tienda de taxidermistas de la plaza Real, a un restaurante o a algún tablao de flamenco, sobre todo cuando tenía invitados”, explica Playà Maset.
La visita de Walt Disney
Hasta este establecimiento se desplazó Walt Disney en 1957 para discutir sobre una película entorno al Quijote. Dalí y Gala se fotografiaron con él en la misma puerta.
Suite Dalí en el hotel Palace de Barcelona
Pero el episodio más conocido tuvo lugar en julio de 1971 cuando el pintor quiso regalar a su musa un caballo blanco para decorar el castillo de Púbol. “Se lo encargó a su amigo el pintor Joan Abelló y este contactó con el empresario Pedro Balañá para que le facilitase el equino. El caballo se sacrificó en un matadero de Terrassa con una descarga eléctrica para no alterar sus facciones y fue embalsamado por el taxidermista Joaquim Jover. Concluida la operación, el pintor lo hizo trasladar al Ritz. Y mandó subirlo hasta una suite del quinto piso. El caballo no entraba en el ascensor y se tuvo que subir por la escalera entre la expectación de clientes y medios gráficos”, explica el biógrafo del artista.
El caballo del Ritz
“No fue fácil, pues se dice que el caballo pesaba unos 400 kilos. Años después, algunos testigos creían recordar que se trataba de un caballo vivo, tal era la fuerza de las imágenes”. Dalí bautizó al caballo con el nombre de Rocibaquinante, asociando a Babieca y Rocinante, los célebres animales del Cid Campeador y el Quijote. Hoy el caballo puede ser contemplado aún en el Castillo de Púbol.
Salvador Dalí y Amanda Lear en la plaza de toros de la Monumental
Otro escenario del gusto de Dalí era una bañera de mosaicos, al estilo romano, que había en la suite. “Cuando el Gremio de Joyeros de Barcelona, presidido por Amadeu Bagués, le pidió en 1974 un cartel para una campaña publicitaria, Dalí convocó a dos modelos, las cubrió con joyas por valor de 250 millones de pesetas, y las hizo introducir en la bañera, no sin antes remojarlas y dejar sobre sus cuerpos varias docenas de caracoles. Una de las crónicas periodísticas remarcaba que las modelos, vestidas con suaves vestidos de punto de seda, “de vez en cuando dejaban escapar un significativo gemido, provocado por las molestias que les producían los traviesos gasterópodos”. Cree Playà que estos happenings orquestados por Dalí serían hoy imposibles de repetir.