Imagen del sistema de devolución de envases, que se utiliza en Alemania / CG

Imagen del sistema de devolución de envases, que se utiliza en Alemania / CG

Business

La recogida de envases perjudicaría al comercio y a los más vunerables

La introducción del polémico sistema SDDR penalizaría a las negocios familiares en plena crisis y podría incluso desincentivar el reciclaje, según un estudio

2 marzo, 2021 12:38

La introducción de la polémica recogida de envases de plástico en España perjudicaría al pequeño comercio en plena crisis. La generalización del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) impactaría de lleno en los negocios familiares en un escenario económico adverso y, lo que es más, podría desincentivar el reciclaje de plástico, al penalizar a la población "más vulnerable". 

Es una de las conclusiones del informe Estudio para mejorar la contribución de la ciudadanía europea en la reducción del impacto ambiental de los envases, que ha elaborado la ECA (European Concept for Accesibility Network, por sus siglas en inglés), y que se ha dado a conocer hoy. El trabajo avisa del elevado coste de generalizar las máquinas de retorno de plástico en España y las consecuencias sociales de hacerlo. 

'Sablazo' al pequeño comercio

La investigación admite que España es un fuerte consumidor de envases de plástico. En el ránquin europeo, el país se encuentra en quinta posición por detrás de Alemania (24,9%), Italia (14,3%), Francia (9,6%) y Reino Unido (7,7%). No obstante, la península está por encima de la media en la clasificación de naciones que más reciclan. 

En algunos estados europeos, gobiernos en Alemania, Holanda o Estonia han introducido el sistema SDDR como complemento al SCRAP (Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor), que carga parte del coste del reciclaje al productor. En España, ello supondría un mazazo a los comerciantes. ¿De cuánto? Colocar máquinas de retorno costaría entre 3.000 y 20.000 euros por negocio. Los establecimiento tendrían que dedicar entre 15 y 20 metros cuadrados a este menester, perdiendo espacio para la venta de sus productos. Todo ello el plena sacudida económica

Solo para los que se pueden mover

En la comparación de modelos, los contenedores de colores muestran debilidades frente a otros sistemas: no hay control previo de los residuos, quedando en manos de la conciencia ciudadana y, cuando se llenan, los consumidores tienden a dejar las bolsas alrededor del recipiente. Ello requiere, concluye el trabajo, que se incremente la sensibilización y aumente la frecuencia de recogida, sobre todo en épocas de mayor consumo como Navidad

Los contras del SDDR son incluso más lesivos. La devolución de envases impide que los ciudadanos compriman los recipientes, por lo que las bolsas de basura acaban resultando mayores. Si conviven los dos sistemas, el ciudadano debe desplazarse a dos lugares: al contenedor y a la máquina SDDR. Este hecho provoca una penalización a los sectores "más frágiles de la población", recuerdan los autores. De hecho, en países como Noruega existen oenegé que trasladan los residuos de los hogares de las personas mayores a los puntos de retorno. 

El SDDR no mejora el circuito

En este escenario, pues, la investigación concluye que se imponen dos líneas de trabajo. La primera pasa por incrementar aún más la sensibilización ciudadana. De este modo, se incrementaría la reducción, reutilización y reciclado. En paralelo, la industria debe abrazar también la disminución de plásticos y la segunda vida de estos. El diseño del ciclo de vida de los envases, sugieren los autores, debería contener información sobre los condicionantes de vida de cada lugar. 

En relación al sistema SDDR, que impulsa un lobi con ramificaciones en la Administración pública y algunos grupos ecologistas como Greenpeace, el estudio señala que su introducción "no mejorará la gestión de los envases domésticos en los países que disponen de un sistema SCRAP eficiente". Tampoco aumentaría porcentualmente el número de envases retornables que acaba reciclado. Lo que es más, la introducción de este circuito tendría "un impacto negativo sobre sectores más frágiles de la población", perjudicando "su economía y calidad de vida".