Iberdrola, ACS y Ferrovial, las españolas más beneficiadas por la victoria de Biden
Los negocios de renovables e infraestructuras saldrán ganando con la llegada de los demócratas a la Casa Blanca, aunque contarán con el hándicap del control del Senado por los republicanos
7 noviembre, 2020 00:00Los últimos recuentos de votos de las elecciones presidenciales estadounidenses auguran un cambio de signo en la Casa Blanca, que volverá a manos demócratas merced al triunfo de Joe Biden frente al actual presidente, Donald Trump. Para las empresas españolas con mayor exposición al país supone, en líneas generales, una permuta positiva, especialmente para las que operan en los sectores de renovables e infraestructuras. No obstante, las diferencias no serán especialmente notables.
Además de que los programas económicos de ambos candidatos no están excesivamente distanciados, hay que tener en cuenta que, pese a la victoria de Biden en las presidenciales, el Senado seguirá bajo el control de los republicanos, lo que les concede capacidad de bloqueo o, al menos, de freno de determinadas políticas, en especial las relacionadas con el gasto público. Una circunstancia que jugará en contra de la economía del país en general y, por ende, de la actividad empresarial.
La energía verde
Uno de los aspectos en los que existen mayores diferencias entre ambas propuestas es el referido al sector energético. El triunfo de Biden devolverá a EEUU a la senda de la lucha contra el cambio climático, de la que precisamente Trump sacó al país debido a sus múltiples reticencias acerca de la necesidad de fomentar la transición hacia las energías limpias.
En principio, el triunfo del candidato demócrata beneficia a compañías como Iberdrola, instalada hace ya mucho tiempo en el país con su filial Avangrid, y a otras que apuestan por la energía verde como Acciona.
Los estados mandan
No obstante, los avances de estas corporaciones, sobre todo la que preside Ignacio Galán, en la era Trump han sido igualmente notables. Cabe tener en cuenta que la política energética en el país recae en los gobiernos estatales, es decir, en la Administración de cada uno de los estados y no en el Gobierno de la nación.
Sin ir más lejos, Iberdrola se encuentra inmerso en el desarrollo de eólica marina denominado Vineyard Wind 1, que contará con una capacidad instalada de 800 megavatios (MW), uno de los más importantes de EEUU. Como otros que están en diversas fases de estudio, tiene como ubicación la costa Este, concretamente el Estado de Massachusetts, feudo demócrata igual que la mayor parte de los que se encuentran en esta zona del país.
Retrasos y bloqueos
“La Administración Trump no ha sido la mayor impulsora de la energía limpia, pero los estados que apuestan por ella lo hacen de forma muy decidida y, además, con mayor agilidad administrativa que en España”, apunta un consultor del sector que ha trabajado para empresas españolas en EEUU.
A la hora de avanzar con estos desarrollos, el papel del Gobierno federal “se limita a trámites como autorizaciones, que en un momento dado pueden retrasar un proyecto, aunque no es lo habitual. Quizá con la Casa Blanca en manos demócratas los proyectos se agilicen aún más”, añade.
Negocio regulado
Además, aunque Iberdrola cuenta con una notable cartera de proyectos renovables en el país (que tiene un peso destacado en el plan estratégico a cinco años que acaba de presentar), buena parte de su actividad depende de los negocios regulados, especialmente redes, que no dependen tanto de quien more en la Casa Blanca como de variables propias del sistema relacionadas con el consumo y la demanda.
El sector sí podrá beneficiarse del ambicioso plan de Biden para reducir las emisiones, especialmente relacionado con la electrificación del transporte, al tiempo que también plantea una serie de limitaciones a la industria de combustibles fósiles que ha sido mimada por Trump.
Plan de infraestructuras
En el ámbito de las infraestructuras, compañías españolas muy implantadas en EEUU, como ACS, Ferrovial y OHL podrán sacar partido de los planes de Biden, que están relacionados con su estrategia global de elevar el gasto público. En este punto, un ambicioso programa de infraestructuras buscará generar puestos de trabajo y actividad económica en un sector que, además, es multiplicador tanto en empleo como en impuestos, que serán los que le permitan a la Administración Biden incrementar el gasto.
Trump prometió durante mucho tiempo un gigantesco plan de infraestructuras, valorado en algo más de un billón de dólares que no terminó de ver la luz debido, entre otras cuestiones, a las dudas que despertaba en las propias filas republicanas.
Subidas de impuestos
Precisamente en este contexto de incremento de gasto se enmarca la medida de Biden que menos favorece a las empresas: revocar, en parte, la rebaja fiscal aplicada por Trump nada más aterrizar en la Casa Blanca, cuando redujo nada menos que 14 puntos el tipo de Sociedades, hasta el actual 21%.
La intención de los demócratas es elevarlo, aunque no para devolverlo al 35% anterior sino para situarlo en el entorno del 28%. En su día, el recorte de Trump disparó los beneficios empresariales y, con ellos, las cotizaciones bursátiles. Ahora se espera un efecto a la inversa, al menos en lo que se refiere a las cuentas de resultados.
Sector financiero
En este sentido, quizá sea el sector financiero el que tenga un impacto algo más negativo con la llegada de los demócratas a Washington, por los efectos que estas medidas puedan tener en el consumo y en el ritmo de recuperación de la economía estadounidense en la crisis del coronavirus.
Consecuencias que podrían padecer tanto Santander como BBVA, que están fuertemente implantados en el país y cuyos negocios en EEUU tienen una notable aportación a la cuenta de resultados.
Relaciones comerciales
En lo que se refiere a la actividad comercial, se espera que el aterrizaje de Biden en la Casa Blanca traiga consigo unas relaciones más fluidas tanto con China como con la Unión Europea, que han estado plagadas de tensión en la época de Trump.
No obstante, los especialistas auguran que los posibles cambios serán más de formas que de fondo. No se esperan modificaciones especialmente destacadas en cuanto a los aranceles, al menos a corto plazo, mientras los efectos de la crisis sigan dejándose sentir en la economía estadounidense.
A vueltas con el proteccionismo
En este punto, la política de Biden será algo más flexible y notablemente más dialogante. Pero cabe descartar de entrada una rebaja significativa del proteccionismo del que ha hecho gala la Administración Trump. No obstante, los mercados podrán respirar algo más tranquilos porque dejarán de despertarse con anuncios de guerras comerciales o batallas sin cuartel contra compañías provenientes de China, con la consiguiente incertidumbre que generaban.
Por ahora, los exportadores de productos como aceite, vino o acero seguirán teniendo un panorama complicado.