Los Amodio se marcan como primer reto en OHL restablecer relaciones con la banca
La última etapa de Grupo Villar Mir como primer accionista de la constructora se caracterizó por unos desencuentros con los acreedores que terminaron por lastrar su recuperación
23 mayo, 2020 00:00Han llegado para mandar y mandarán. Pero el primer cometido de los hermanos Luis y Julio Martín Amodio tras convertirse en los primeros socios de OHL no tiene tanto que ver con el bastón de mando como con restañar uno de los puntos débiles del grupo constructor y de concesiones en los últimos años: su complicada relación con la banca. Una circunstancia en la que, como no podría ser de otra forma, ha tenido mucho que ver el Grupo Villar Mir, fundador de la compañía y hasta bien entrada la noche de este jueves, máximo accionista de la misma. Casi tanto que ver como en la propia decisión del holding familiar de ceder del testigo y poner fin a una etapa de más 30 años al frente de uno de los referentes del sector.
“Reactivar su capacidad financiera y su prestigio empresarial”. Son las premisas que forman parte de la primera declaración de intenciones de los fundadores de la constructora mexicana Caabsa, a finales de los años 70, y que plasmaron en el comunicado que remitieron a la prensa para anunciar que ya son dueños de un 16% del capital de OHL y que, antes de que finalice el próximo mes de noviembre, alcanzarán un 25%. Todo comprado a Villar Mir a cambio de algo más de 80 millones de euros, casi el doble de lo que valía en bolsa justo antes de la operación.
Fallida fusión
Nada en el mundo de los negocios es casual. Tampoco que la nueva era de OHL arranque con una reactivación financiera, sin la cual será imposible el resto de metas que se mencionan en la mencionada carta de presentación: viabilidad, eficiencia operativa, equilibrio entre los bonistas, retorno a los beneficios…
Los Amodio conocen bien la realidad de OHL. No en vano, la cotizada española abrió sus puertas de par en par y sus libros a Caabsa (que correspondió con lo mismo) para explorar una posible fusión que, finalmente quedó descartada. No obstante, fue suficiente para comprobar que la confianza de la banca acreedora está bajo mínimos. Y que sería muy difícil avanzar sin arreglar primero esta avería.
La banca incómoda
Fue el mismo diagnóstico que hizo Grupo Villar Mir cuando tomó la decisión de poner a la venta su participación en la compañía y, con ello, punto final a su etapa como primer accionista. La complicada situación financiera del holding le obligaba a llevar a cabo desinversiones. Pero, en condiciones normales, OHL hubiera sido la última en plantearse.
Definitivamente, las condiciones en OHL durante los últimos tiempos no fueron normales. Juan Miguel Villar Mir, que había puesto el germen del grupo con la compra por el precio simbólico de una peseta de la quebrada Obrascón en 1987, llegó a la conclusión de que mientras su grupo fuera la cara visible de OHL, la banca pondría las cosas muy difíciles para que saliera adelante. El panorama no se veía de modo muy diferente desde el otro lado de la mesa, desde el que las entidades financieras acreedoras se sentían cada vez más incómodas cuando tocaba reunirse para conocer una nueva sorpresa (casi siempre, desagradable): proyectos fallidos, pleitos en el exterior, los apellidos Villar Mir en sumarios judiciales…
Escaso margen de maniobra
Tanto es así que el clima ha mejorado de forma considerable desde que la familia decidió vender y, mientras llegaba el momento, retirarse de la primera línea. No ha sido para tirar cohetes pero, al menos, ha servido para que el equipo gestor que se incorporó a la primera línea de mando tras la venta de la filial de concesiones, con el actual consejero delegado, José Antonio Fernández Gallar, al frente haya podido trabajar en parar la hemorragia y evitar males mayores.
A todo esto ha contribuido de forma decisiva los más de 2.000 millones de euros que entraron en la caja por la venta de la división de concesiones y que han sido sometidos a un estricto control por parte de la banca, que se aseguró que el salvavidas sólo sirviera para llegar al puerto más próximo sin ahogarse por el camino y ceder los trastos. En una palabra, para que no hubiera ni la mínima tentación de iniciar otra singladura.
Por eso, el primer objetivo planteado por los Amodio es recuperar la confianza de los bancos. Su potencial 25% del capital les asegura una destacada presencia en el consejo. Pero de poco les servirá si el dinero no empieza a circular de forma fluida por las tuberías de la compañía.