La directora de la OCU, Esther Rodríguez Uceda, junto a un ejemplar de su marca de aceite / FOTOMONTAJE DE CG

La directora de la OCU, Esther Rodríguez Uceda, junto a un ejemplar de su marca de aceite / FOTOMONTAJE DE CG

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La OCU acusa de fraude al sector del aceite mientras su directora tiene su propia empresa de óleo

Esther Rodríguez Uceda, además de liderar la Organización de Consumidores y Usuarios, es apoderada de una compañía que se dedica a la producción y envasado de este alimento

16 octubre, 2019 00:00

Esther Rodríguez Uceda, directora general de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), es también apoderada de una empresa que se dedica a la producción y envasado de aceite de oliva virgen extra bajo la marca UNO AOVE.

Fuentes jurídicas consideran que asumir ambas funciones supone un grave conflicto de intereses que pone en entredicho todas las actuaciones que la OCU viene desarrollando sobre el sector aceitero.

La OCU acusa a las aceiteras de fraude en los etiquetados

Prácticamente todos los años, la OCU publica los resultados de un macroanálisis sobre la calidad del aceite de oliva que se vende en los establecimientos comerciales. De forma sistemática, esos análisis vienen a señalar que una buena parte de la industria aceitera envasa sus productos con denominaciones en sus etiquetas que no se corresponden con la calidad real del aceite; que existe una situación de fraude al etiquetar los aceites como de categoría virgen extra cuando los análisis de la OCU no justifican esa calificación.

Que la OCU señale públicamente qué aceites de oliva son virgen extra y cuáles no, y que al mismo tiempo su máxima directiva tenga intereses personales en el negocio aceitero con una marca que presume de máxima calidad, es suficiente para poner en duda toda la metodología de análisis de la OCU y los resultados de sus campañas, señalan las fuentes jurídicas consultadas.

La subjetividad de la OCU

A esta situación de conflicto de intereses de la directora de la OCU para calificar a sus competidores empresariales se une el rechazo cada vez mayor que hay tanto en la administración como en todo el sector aceitero sobre el modelo de catas que utiliza la OCU para realizar sus análisis. Prácticamente todas las marcas de aceite superan las pruebas de pureza y calidad en los análisis de la OCU; las diferencias están en las catas, que se rigen por criterios subjetivos.

Hay unanimidad en el sector aceitero al señalar que esas catas de la OCU tienen fallos más que evidentes y su metodología debe ser revisada de acuerdo con criterios comunes para toda la industria y conocidos por todos.