¿A qué se debe el enésimo retraso de la T-Mobilitat?
Fuentes consultadas afirman que se trata de barreras políticas y no técnicas el motivo de este nuevo retraso, por lo que el proyecto no verá la luz hasta 2021
8 noviembre, 2018 00:00La T-Mobilitat, la nueva tarjeta digital para el transporte público catalán, ha sufrido su enésimo retraso y no verá la luz hasta el 2021. La tarjeta, que a estas alturas ya debería estar en funcionamiento, ha superado todas las expectativas de retraso posibles cuando se anunció que se implementaría en una prueba piloto en 2013.
La responsabilidad --y las respectivas explicaciones de las demoras-- recaen sobre la Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM), un consorcio de administraciones públicas donde la Generalitat de Catalunya tiene mayoría (51%).
¿Barreras técnicas o políticas?
Para justificar este nuevo retraso, el conseller de Territori i Sostenibilitat de la Generalitat, Damià Calvet, se limitó a decir el pasado mes de octubre que “no pondremos en riesgo la calidad” de la T-Mobilitat y que el retraso permitirá añadir todo lo necesario al nuevo sistema de validación del transporte público. Unas explicaciones que no convencen a los sindicatos, que insisten en denunciar --como llevan haciendo desde hace años-- la escasa transparencia y la falta de información que reciben los trabajadores sobre el mismo.
Fuentes sindicales afirman a este medio que si la causa de los retrasos fueran realmente problemas técnicos --tal y como se insinúa desde la ATM--, sería motivo suficiente para rescindir el contrato con la empresa adjudicataria SOC Mobilitat --una unión temporal de empresas (UTE) formada por CaixaBank, Indra, Fujitsu y Moventia--. O, como mínimo, debería abrirse una investigación o un expediente sobre los retrasos, algo que no se ha producido, añaden las mismas fuentes. En consecuencia, sospechan que se trata de una barrera política y no técnica.
Los trabajadores, desinformados
El próximo 19 de noviembre está previsto que se celebre una comisión del "Pla de Transports de Viatgers de Catalunya", y los sindicatos aprovecharán para pedir más información sobre el estado de la T-Mobilitat a la ATM.
Según un representante de la CGT, la última reunión que mantuvieron con la ATM fue el 22 de junio, donde les trasladaron que el plan continuaba igual y que estaría en funcionamiento en 2019. “Nosotros no nos lo creímos”, afirma el representante sindical. “Lo veíamos muy difícil, no nos han informado de nada en todo este tiempo. Nos dijeron [en julio] que nos informarían en el plazo de tres meses”, pero hasta ahora los trabajadores niegan haber recibido cualquier tipo de información sobre los cambios que supondrá el nuevo sistema. Además, desde este sindicato afirman que “prácticamente no hay nada de trabajo hecho” para implementar la T-Mobilitat.
Responsabilidad del PDeCAT
Fuentes cercanas a la ATM achacan la responsabilidad de los retrasos a la Generalitat, y en concreto al PDeCAT, que es quien ostenta la cartera de Territorio. Además, añaden que parte del problema tiene su origen en la arquitectura inicial del contrato, que estaba mal planteada desde un inicio. A la hora de licitar el proyecto, se optó por la figura del concurso por invitación en lugar de una licitación al uso por competencia empresarial. Ya en 2015 varias organizaciones sociales y políticas mostraron sus dudas acerca del plan inicial de la T-Mobilitat, con el que temían que se avanzara en la privatización del transporte público.
Como consecuencia de los constantes retrasos, la T-Mobilitat ha dejado de ser una propuesta innovadora y revolucionaria, por lo que Barcelona pasará a estar a la cola de las ciudades españolas en implementar una tarjeta inteligente.
En este sentido, los expertos destacan el caso de Zaragoza, cuya “tarjeta ciudadana” permite a los residentes de la ciudad pagar en todo tipo de transportes con el mismo dispositivo inteligente multiservicio. Esta tarjeta fue premiada el pasado abril en el XVIII Congreso Español sobre Sistemas Inteligentes de Transporte (ITS). También Madrid posee una tarjeta contactless, aunque en este caso es no personal y sirve únicamente para la red de Metro. Aun así, y pese a las críticas que recibió la tarjeta de transporte de la capital del país, ésta supone un avance en comparación con el tiquet de cartón que opera en Barcelona y en Rodalies de Catalunya.