Lo mejor del Chester de Risto Mejide es que no pregunta a sus invitados sobre el proceso. Todo lo demás resulta bastante mejorable, pero no es previsible que el gran publicista, entrevistador, jurado de programas y marido de la joven Laura Escanes se deje convencer a estas alturas de que para hacer televisión se necesita algo más que las gafas de Matías Prats y un sofá. Risto es Risto y se cree muy Mejide como para aceptar que si bien la cámara le quiere, el espectador se aburre si los entrevistados tienen poco o nada que decir como fue el caso de anoche, con Samanta Villar y el actor Jordi Mollà.

Se abordaba el tema de la libertad, así, en general. Y en teoría la periodista sería un referente libertario cuyos designios estaban escritos en sus berrinches infantiles contra la autoridad paterna y se habrían confirmado con el ejercicio de la profesión del periodismo. Por si no lo sabían, Villar, la que hacía aquello de los 21 días metida a vagabunda o fumando porros, tuvo una infancia libre y feliz porque las puertas de los baños de la casa de sus padres siempre estaban abiertas. Extrañado Mejide, preguntó que si siempre, siempre, y ella le dijo que sí, siempre, por lo que alguien podía estar haciendo popó delante de otro alguien que se limpiaba los piños, concluyó el primero. 

De modo que la libertad para los niños de la generación de mediados de los setenta (Mejide tiene 43 años y Villar 42) es no cerrar por dentro el lavabo. Pero hay más de una libertad y Risto inquirió a Samanta por la de prensa, tema del que se reclama experta. "Sí que hay libertad de prensa, pero hay veces que te tienes que partir la cara con tus jefes", declaró la reportera para prologar el caso que le pasó a ella misma en TVE de Sant Cugat (como no podía ser de otra manera) cuando le afearon desde el Pirulí que se refiriera al Gobierno como Gobierno "central" en vez de decir el Gobierno a secas con el "argumento" de que "Gobierno sólo hay uno y el Gobierno de la Generalitat es de la Generalitat". Tremebundo relato al que asistían pegados a sus aparatos un millón y medio de telespectadores que a esas horas de la noche representaban el 8,3% de cuota.

Pasada esa pantalla, Mejide sacó el asunto de la maternidad, que Villar lleva fatal como es público y notorio. Que le encantan los niños, incluso sus mellizos, sostiene, pero es que fue mentar la circunstancia y Villar comenzó a soltar palabrotas como "joder" y "hostia" que contribuyeron a acentuar el nivel de la cosa. 

En cuanto a Mollà, baste decir que a él mismo se le escapó un bostezo antes de decir que era la entrevista más larga que le habían hecho nunca. Aunque peor fue lo de La Sexta, en la que echaban un debate electoral.