Periodismo de altura. José María García con Jordi Évole. ¿Qué puede salir mal? De entrada, García, Supergarcía, ha sido llamado a declarar de urgencia en la Audiencia Nacional en calidad de testigo por afirmar que Juan Miguel Villar Mir pagaba a los partidos políticos para acceder a obra pública, un detalle que se le cayó al mítico periodista no sólo deportivo cuando el no menos mítico y deportivo Évole le instó a rememorar alguna situación desagradable en su fecunda trayectoria.

Lo que no tendrá consecuencias judiciales de ningún tipo fue el surrealista gag de la llamada a don Juan Carlos, que se puso al teléfono en la idea previa de que debía hacer un elogio de García y se topó con que el dicharachero reportero le mentaba el incidente de Botsuana y le proponía someterse a un Salvados. Épico.

De entrada, Évole le espetó a Juan Carlos que qué es lo que hace un emérito un miércoles por la mañana, momento de la grabación de la entrevista. El "primero de los españoles" que decía en su día García respondió de mala gana que había accedido al experimento para hablar de García, al que tildó de "gran referencia del periodismo, gran español y muy leal con las personas que quiere".

Antes de contactar con el emérito, el afamado rey del ondas se le quejaba a Évole de que Juan Carlos no le había llamado desde su abdicación, momento cuñado de Junqueras que dejó entrever cierta amargura y un punto de resentimiento. También contó el último encuentro con el Borbón, que sucedió en una clínica. García llevaba un jersey rojo que él mismo describió como "chillón". Alguien se le acercó por detrás, le dio una palmada y le dijo: "No sabía que te vestías de maricón". Palabra de campechano. "Yo me giré y le dije, pues señor, es de lo único que a usted no pueden acusarle si es que hay que acusarlo de algo", dijo que le dijo García. 

De vuelta a la llamada y tras los elogios de Juan Carlos al radiofonista, García se vio en la obligación de justificar la torpe entrada de Évole, al que también cubrió de elogios como digno sucesor de su periodística raza y preguntó de nuevo sobre qué es lo que hace un rey retirado por las mañanas. "Sigo trabajando por España y tratando de ayudar a mi hijo y lo que haga falta", respondió un punto más que mosqueado. Y ya cuando Évole le pidió una entrevista se arrancó el rey emérito con la despedida, muy bien, muchas gracias y colgó. 

El follonero se quedó estupefacto mientras que García volvía a la carga: "Se ha portado groseramente" dijo quien había llamado Elena a la princesa Leonor. La inquina viene de cuando el periodista se dio de baja del jurado de los premios Príncipe de Asturias por la injerencia de un secretario de Estado del Deporte en un nombramiento. Los dos monstruos del periodismo convinieron en que el padre del rey debería aceptar entrevistas como las que hace Évole, a corona quitada. 

El caso es que el programa era una homenaje al García de los abrazafarolas, pisamierdas, correveidiles, chupópteros, lametraserillos y chiquilicuatres que contó en el colofón con la presencia de José Ramón de la Morena para rememorar aquellos tiempos del ojo al dato y el larguero, cuando todavía no existía el proceso.