Jesús Calleja es un montañero dicharachero, un aventurero simpático, extrovertido y dotado de un cierto encanto, don de gentes y sentido del humor. Como alpinista, ha coronado el Everest, el Cho Oyu, el Kilimanjaro, el Cerro Torre y el monte McKinley, entre otras cumbres; ha participado en el rally de los Faraones, en el París Dakar, en descensos en piragua, ascensos en globo e incluso sobrevivido a una expedición con Zapatero que culminó en el collado Jermoso de los Picos de Europa.
Astuto y sagaz, Calleja, en realidad Jesús González Calleja, de primer oficio peluquero, es uno de los fenómenos televisivos más presentables de los últimos años gracias a la fórmula de combinar exotismo y famoseo. El excelente trabajo de montaje de Planeta Calleja en Cuatro es un blanqueamiento dental y de imagen de los invitados inmersos en actividades tales como el senderismo, el snorkel o simplemente viajar.
Aún así, tiene su mérito convencer por ejemplo a la actriz Blanca Suárez de que se deje de posados y acometa la escalada del Jebel Khazali en el desierto del Wadi Rum, prueba superada de aquella manera, con un ataque de pánico en mitad de la ascensión y una llantina en la cima del monte. Quienes pretendían asistir a una nueva entrega de Calleja como las cabras arrastrando por el barro a la famosa se encontró con otra cosa, con la aventura emocional de un presentador en la crisis de la mediana edad punto pulpo con la bella, a quien se abrazaba a la menor ocasión, ya fuera en el centro de Amán, en Petra y, por supuesto, al coronar.
El punto de tensión estuvo en las aproximaciones del escalador a la diva, sus rendidos requiebros, su romántica actitud y en el hermetismo de la actriz, divina de la vida, chica Almodóvar y ensoñación erótica de los partidarios de la lencería fina, puesto que Suárez fue cara y cuerpo de Intimissimi. La ex de Miguel Ángel Silvestre y Dani Martín (El canto del loco) y actual pareja del actor maño Joel Bosqued estuvo espléndida para no contar nada más allá de que los paparazzis la acosan, que no está bautizada pero que cree en algo porque somos materia que se destruye y también energía que se transforma. Tal vez pareció banal el comentario, pero es que Calleja renunció al debate que lanzaba la artista sobre el aspecto espiritual del primer principio de la termodinámica.
A Blanca Suárez no se la vio con la lengua fuera ni con el sudor en la frente, sino todo lo contrario. Gran esfuerzo de fotografía, realización y postproducción a cuarenta grados a la sombra; una ascensión y descenso de sol a sol en teoría que se saldó con un mero "¡hostia puta!" de la doncella en el clímax de la coronación, momento que el muy zorro de Calleja dejó caer algo así como que "conmigo se viaja a sitios donde no se llega en avión". En la onda Arturo Fernández, moninas.
El momento de mayor riesgo e incertidumbre en la expedición tuvo lugar en un mercado callejero de Amán, un campo de nabos de vendedores bigotones y clientes barbudos que miraban a Blanca Suárez como a la preferida de un harén. El punto socarrón se produjo cuando un tanto bizarro Calleja le reconoció a Suárez que, entre sus amigos, la actriz era "la de las bragas y el photoshop", alusión a la polémica sobre un spot de la antecitada marca de lencería en la que ella se paseaba insinuante sobre la cubierta de un barco en bikini y con unos tacones de quince centímetros. Juró y perjuró que ahí no había manipulación sino una dieta estricta de tres meses y nueve kilos menos.
Por lo demás, habrá que esperar a la desclasificación del material de Cuatro para saber cómo fue en realidad la ascensión de la actriz al Jebel Khazali, una mole de 1.420 metros de altura. De lo visto en el programa se deduce que podría haberse puesto aún mucho más nerviosa. Una de las medidas que la envolvían consistía en llevar a Calleja pegado al trasero. Por razones de seguridad, adujo el veterano galán.