Unos niños visualizan un vídeo en internet / PIXABAY

Unos niños visualizan un vídeo en internet / PIXABAY

Vida

El problema de que internet se convierta en la 'escuela del sexo'

El consumo de vídeos eróticos fomenta roles basados en la dominación que pueden desencadenar en trastornos en la edad adulta

14 diciembre, 2020 00:00

Los niños consumen vídeos eróticos. Es una realidad incuestionable. El problema surge cuando estos contendidos se convierten en la principal fuente de formación carnal que tienen los más pequeños, y por tanto, los más vulnerables. 

Una realidad alarmante, sin duda, es que la media de edad de los que acceden por primera vez a estos materiales es de 8 años, de acuerdo con el último estudio sobre menores y pornografía de la British Board of Film Classification (BBFC). Para establecer un contraste, a esa edad, hace 20 años, los niños jugaban a los Pokémon; ahora, parece, juegan a ser adultos.

 

 

¿Cómo afecta la pornografía a los niños? / FRANCE 24

España, paraíso del erotismo

En nuestro país los vídeos eróticos están plenamente consolidados. Al menos eso parece, según los datos que se reflejaron durante el confinamiento de marzo. El pico de consumo en España se produjo el 17 de marzo, momento en el que el tráfico de PornHub se incrementó en un 61%, coincidiendo con el día en que la plataforma liberó sus contenidos premium.

De acuerdo con las estadísticas del sitio, en 2019 la web tuvo 119 millones de visitas diarias procedentes de nuestro país. O lo que es lo mismo, 42.000 millones anuales. Entre las categorías que más gustan, los españoles son clásicos: amateur y en primera persona.

Los niños, más que las niñas

Los datos del estudio constatan que 9 de cada 10 niños consumen vídeos eróticos y, además, lo hacen casi a diario. Por su parte, 3 de cada 10 niñas acceden a contenidos de este tipo un vez a la semana o al mes. En el siglo XXI, en un momento en el que la mujer ha adquirido más visibilidad que nunca, y en el que las reivindicaciones en pro de la igualdad efectiva se han expandido por todo el mundo, estos audiovisuales se convierten en un agujero negro en medio de un universo estrellado.

La mayor parte de contendidos muestran unos roles de género en los que la mujer aparece sometida a los deseos del macho, que dispone de ella a su antojo para satisfacer sus necesidades copulativas. Ante esta casuística, estos materiales, no son, para nada, un buen reflejo de lo que debería ser una relación consentida entre dos personas adultas, por lo que su consumo en niños puede tener consecuencias pedagógicas nefastas.

Un niño ve un vídeo en una tablet / EUROPA PRESS

Un niño ve un vídeo en una tablet / EUROPA PRESS

Lo hago aunque no quiera

“Un niño que consume vídeos eróticos desde pequeño puede llegar a desarrollar conductas de degradación y sumisión hacia la mujer”, explica Pablo Pons, psicólogo infantil en Taktikum. Y de la misma forma, añade, “una niña puede entender que el rol que se le asigna en estos es el que tiene que adoptar”.

Según datos de Save The Children, 3 de cada 10 menores tienen los vídeos como principal fuente de información sobre sexo, y un 45% pone en práctica en sus relaciones aquellos patrones que ve en ellos. El dato más preocupante, sin duda, es que una gran cantidad de chicas adolescentes aseguran haber realizado prácticas por petición de su pareja, y un 12% lo hizo sin haber dado un consentimiento explícito.

Sitio web de una página pornográfica / INFOBAE

Sitio web de una página pornográfica / INFOBAE

Padres inoperativos

En un momento histórico en el que la información habita en los rincones más insospechados, los padres deberían ser el estandarte de veracidad y exactitud que ilustrara las mentes inmaduras de sus hijos. Sin embargo, los datos de la encuesta realizada por Platanomelón constatan lo contrario.

Un 50% de los padres no se atreve a hablar de sexo con sus hijos. Sea miedo, pudor o desidia, los niños tienen su primera inmersión en estas prácticas de forma temprana y descontrolada. “Nos da respeto, porque cuando alguna vez lo he intentado, mi hijo casi sabe más que yo”, apunta Biel, padre de un niño de 11 años. Además, añade: “Tengo la sensación de que él me podría dar clases a mí sobre sexo y medidas de precaución”. Curioso es que los progenitores, en un acto de fe a corazón abierto, afirman en un 75% que sus hijos nunca han estado expuestos a contenidos eróticos.

Falta de estrategias

Los padres no saben cómo afrontar la educación sexual de sus hijos. Hace 20 años este tipo de enseñanza se centraba en explicar la actividad “desde una perspectiva romántica”, explica Pablo. Hoy, sin embargo, “los padres deberían tener un doctorado para explicar a sus hijos todos los estereotipos y roles de género que hay, y muchos no saben afrontarlo", apunta.

Además, en muchos casos el inicio del consumo en niños “se origina en el hogar, cuando a través del historial del ordenador el infante accede a contenidos que consumen sus padres o hermanos mayores”, detalla. A continuación, el que ha visto algún vídeo en casa “se lo cuenta a otro, y así se va expandiendo la práctica”, sentencia.

Dos niñas mirando la pantalla de un smartphone / ETAPA INFANTIL

Dos niñas mirando la pantalla de un smartphone / ETAPA INFANTIL

Consecuencias nefastas

La principal es que los audiovisuales eróticos se han convertido en una de las principales adicciones de los menores, junto a las apuestas y los videojuegos. En este contexto, cuando se genera una dependencia “te empiezan a apetecer más los estímulos artificiales que los naturales, y los intentas reproducir con tu pareja sexual o estable”, explica Pablo Pons.

De hecho, hay casos de personas que tienen “una erección cuando consumen vídeos, pero no con su pareja”. Esta situación se origina debido a que si hay una asiduidad en el consumo se puede producir “una reducción en la actividad del putamen”, expone, que se trata de “una de las muchas estructuras neurológicas que intervienen en la erección”, detalla.