Ferran Adrià

Ferran Adrià EFE

Vida

Ferran Adrià, chef número 1 del mundo: “Trabajé como un cabrón durante 25 años 16 horas cada día del año”

El éxito no llegó por amor al arte. Hasta que logró abrir su propio restaurante, elBulli fue un camino complejo y exigente

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Ferran Adrià, el chef número 1 del mundo, nunca soñó con ser cocinero. “Yo fui cocinero por accidente, no era vocacional”. Como cualquier niño, quería ser futbolista, pero tenía un instinto diferente al de lo demás, lo que le llevó a estudiar administración para ser empresario con el objetivo de poder pagarse unas vacaciones en Ibiza, por esta razón terminó fregando platos en hotel.

Esto fue lo que le llevó a que tomara el camino para ser chef y dedicarse a la cocina por el resto de los días de su vida. Tanto es así que se trata del chef más influyente del mundo. El éxito no llegó por amor al arte. Hasta que logró abrir su propio restaurante, elBulli fue un camino complejo y exigente.

Trabajé como un cabrón durante 25 años con mi socio, 16 horas cada día, 330 días al año”, asegura en el podcast La Fórmula del Éxito de Uri Sabat. Sin embargo, su experiencia profesional le llevó a reflexionar sobre lo que quería para su futuro y fue una decisión que tuvo clara desde bien temprano: “A los 35 decidí que a los 50 me quería retirar, porque no quería que el dinero fuera algo por lo que yo me moviera. Nunca ha sido mi foco”.

No suficiente con esta decisión, el chef catalán destina todos sus ingresos a la fundación. “Yo ahora soy una persona que no tiene ningún sueldo, casi no tiene ingresos porque esto van a la fundación”, confirma.

Elbulli, más que un simple restaurante

En un mundo con millones de restaurantes, apenas una decena se dedica a la innovación radical. “Elbulli no era uno de los diez, era el número uno”, asegura Adrià. A través de este proyecto, el catalán y su equipo llevó la creatividad culinaria a límites insospechados. “No es que fueras a comer, ibas a vivir una experiencia que te hacía reflexionar sobre lo que era la cocina”.

El impacto trascendió la gastronomía. Su libro más vendido no fue sobre técnicas de vanguardia, sino La comida de la familia, que recogía los menús que alimentaban al equipo del restaurante: traducido a 14 idiomas, vendió más de dos millones de ejemplares.

Lejos del estereotipo de estrella, Adrià asegura que lleva una vida sencilla. “No tengo coche, la ropa que llevo es normal, y cada tres años mi mujer me obliga a comprar algo nuevo. Mi único capricho son los restaurantes”. Reconoce que cocinar cada día nunca fue lo que más le apasionó: “Yo descubrí que lo que me daba ilusión era crear. Utilizaba la cocina como lenguaje para innovar”.

Para el chef, el éxito se resume en tres pilares: calidad, gestión y actitud innovadora. Pero también en esfuerzo: “El secreto es darle duro. Cualquier persona con pasión, ilusión, esfuerzo, constancia y empatía puede conseguir lo mismo que yo”. Y aunque reconoce que la alta cocina es inaccesible para la mayoría, sueña con que un menú de vanguardia algún día pueda costar 30 euros en lugar de 300.