La 'wax session' de la fiesta Kitty de Barcelona: de madrugada y placentera

La 'wax session' de la fiesta Kitty de Barcelona: de madrugada y "placentera" Luis Miguel Añón

Vida

Las fiestas 'fetish' berlinesas que arrasan en Barcelona: "Vienen más mujeres que hombres"

'Techno', disfraces, cuero y camas redondas atraen a centenares de jóvenes a clubes como Imperial

Cataluña emerge como capital de las juergas de 's*xo positivo' en España

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Myriel Monastic es la cicerone de la noche. Deja entrar a Crónica Global al club Imperial Meeting Point Barcelona, pero bajo estrictas condiciones: acompañados y sin fotos de los clientes ni caras. Irrumpimos en Kitty, una de las fiestas fetish al estilo berlinés que arrasan en la capital catalana. En estas veladas --largas-- se pincha música electrónica ante un público vestido en cuero y disfraces sensuales que, si lo desea, mantiene sexo entre sí en una zona de juegos.

Con el eslogan el el placer no tiene moral, solo cita, Imperial atrae una multitud cada viernes, dedicado a lo kinky. Se celebran con el eslogan Somos Kinky Barcelona. 

Myriel, una de las organizadoras de los Kinky Fridays

Myriel, una de las organizadoras de los Kinky Fridays Cedida / Nyxianix

El inicio del fin de semana deja largas colas ante Imperial, que programa otras noches para la misma comunidad como Berlina. "Es más dura, música más industrial y la cosa se calienta más que en Kitty", admite Christian, director de sala.

Citas semanales como estas han irrumpido en la noche y han coronado a la Ciudad Condal como la capital de la parranda berlinesa en el sur de Europa. "Lo libre atrae", valora Monastic.

Estatua de una mujer desnuda en Imperial Meeting Point

Estatua de una mujer desnuda en Imperial Meeting Point Luis Miguel Añón

Más mujeres que hombres, y "más seguras"

En efecto, atrae. A medianoche en Imperial, ya ruge el techno de Kitty. Una hilera de clientes de 25 años a 50 largos aguarda en la entrada. Cerca del 60%, mujeres, y muchos de ellos de la comunidad internacional de Barcelona. Se habla mucho inglés.

Eso sí, la entrada no es libre. Imperial es un club privado al que hay que hacerse socio, antes de venir, y ser aceptado. Los miembros deben aceptar los estatudos y jamás --salvo en ocasiones especiales-- se venden entradas en la puerta.

Y luego, Kitty y Berlina --que se celebrará el 4 de julio---, o Pandemonium, Luxus y La Cortesana, son de pago, por compra en formulario Instagram o la web de Imperial. No se puede entrar con ropa de calle. "El dress code es muy estricto", recuerdan Myriel y Christian.

La misteriosa entrada a Imperial

La misteriosa entrada a Imperial Luis Miguel Añón

Látex, disfraces, desnudez

Ese código se basa en el cuero y todas sus formas. Máscaras, tirantes, arneses, tiras o correas apenas tapan parte de los cuerpos de los participantes. Hay guiños al steampunk, al estilo colegiala o sombreros cowboy. Algunos y algunas dejan sus pectorales y pechos al aire. Otros blanden flagelos de cuero para azotar traseros. 

Panorámica de la fiesta Kitty en Imperial --planta superior--

Panorámica de la fiesta Kitty en Imperial --planta superior-- Luis Miguel Añón

Otros participantes protestan porque los periodistas de Crónica Global van de calle. Son los únicos civiles entre centenares de personas. Myriel les da la razón: "La próxima vez, así no entráis. Tenéis que venir como el resto de gente". 

La mayoría de clubbers han venido ataviados casual, sí, pero todos, sin excepción alguna se han cambiado antes de entrar. Lo han hecho en el sótano de Imperial, que cuenta con vestidores, antes de integrarse en la fiesta kinky

Dos 'staff members' de Kitty

Dos 'staff members' de Kitty Luis Miguel Añón

Dos niveles: pista y zona de juegos

A medida de que se cierra la noche, la pista de baile superior sube en decibelios y grados de temperatura. Los organizadores de Kinky Fridays en Imperial programa artistas que practican el baile en barra o la danza sensual junto a los pinchadiscos. A su alrededor, los clubbers se conocen mientras toman copas y se dejan ir. 

Mientras, la planta -1, la play area cobra vida. Come in and find out --Ven y descubre--, provoca un rótulo de neón. La zona oscura cuenta con dos decenas de cabinas privadas para retozar con pareja o en grupo. "Algunos dejan la puerta abierta para que se les vea o para que se sume gente", avisa Christian.

Señalización interior en Imperial: aquí se entra en las zonas de juego

Señalización interior en Imperial: aquí se entra en las zonas de juego Luis Miguel Añón

El laberinto lo completa una sala con una cruz de tortura, en la que se pueden atar a los masoquistas para atizarles, y un potro, que se utiliza para lo mismo. De madrugada, empieza una sesión de tortura placentera con cera caliente. 

Pero la estrella del lugar es la habitación con cama redonda gigante, estancia con una gran plataforma donde Kiinky Fridays muta de fiesta techno a orgía. Heterosexual, bisexual u homosexual. Todo vale. 

Sesión de tortura con cera en Kitty

Sesión de tortura con cera en Kitty Luis Miguel Añón

"Consentimiento, consentimiento, consentimiento"

En puridad, no todo se acepta. ¿Las reglas para participar? Vestir de cuero y ser de la comunidad, sí, pero también respetar la voluntad ajena. "El consentimiento lo es todo. Si la otra persona quiere, adelante. Si no, pues no", subraya Myriel. Y los organizadores de Kitty son inflexibles. "Rompe las normas una vez y no volverás a entrar. En ninguna de nuestras fiestas, sea cual sea", avisan en varios carteles en español e inglés. 

Toda precaución es poca. Los fetishers quieren "total seguridad" para los participantes. Por ello, tienen un equipo de seguridad masculino y femenino ataviado con brazaletes que patrulla las dos salas --pista de baile y play room-- para cerciorarse de que todo hombre y mujer está cómodo. Hay preservativos y lubricante en varios corners.

Cera ardiendo en la piel de una 'clubber' en Imperial

Cera ardiendo en la piel de una 'clubber' en Imperial Luis Miguel Añón

El ambiente es limpio y aireado, y la música, de calidad. 

"Si vemos a una persona indispuesta por el alcohol, o que participa pero no es consciente, la ayudamos y sacamos", detalla la organizadora. Al entrar en Imperial, una steward --vestida con cuero, naturalmente-- explica las normas claramente a los nuevos socios. 

Una participante en Kitty, una de las fiestas de Imperial Barcelona

Una participante en Kitty, una de las fiestas de Imperial Barcelona Luis Miguel Añón

Cataluña, capital del 's*xo positivo'

Todo ello se apoda sexo positivo, y es el trampolín en el que Cataluña está emergiendo como capital del liberalismo moral nocturno en España. Chicos y sobre todo chicas se disfrazan y retozan al ritmo de la electrónica que mezclan los mejores deejays venidos de Alemania. 

¿La inspiración? "Las fiestas Kit Kat de Berlín. No es para todo el mundo, pero es amable. Hemos conseguido abrir el BDSM --sadomasoquismo-- a mucha más gente. El entorno es abierto, libre y hay buen rollo. Es una fiesta con gente respetuosa y muy buena vibra", resume Christian, que es de origen alemán, como Myriel. 

De hecho, Imperial, que nació como club LGTBI pero ha evolucionado a catedral tech-libertina, atrae a grupetes de otros países. 

Una 'performer' en la fiesta Kitty en Imperial Barcelona

Una 'performer' en la fiesta Kitty en Imperial Barcelona Luis Miguel Añón

"Están más seguras aquí que en una disco"

Vernáculo o no, en el público, ellas son mayoría "Sí, hay más mujeres. Porque se sienten seguras y el club es amable, ventilado, limpio y cuidado. La fiesta está muy trabajada, hay mucho staff y hay performers seleccionados", enumera Myriel. Los Kinky Fridays son más arte que vicio, aunque también hay de este último. 

¿Por qué no venir aquí y no a una discoteca convencional? "Porque aquí estás más segura. En un club, entras y te pueden tocar el culo. Aquí nadie te tocará si tú no quieres", sintetiza Myriel antes de guiarnos a la salida.

Noches Berlinesas y Recursos de Sado, Sexo, prostitucion y Ocio Nocturno. Imperial de Barcelona

Noches Berlinesas y Recursos de Sado, Sexo, prostitucion y Ocio Nocturno. Imperial de Barcelona Luis Miguel Añón

No en vano, Kitty sube en volumen e intensidad, y los y las particpantes desean más privacidad. Come in and find out, ya lo dice el eslogan.