
Una estación de Renfe en Barcelona
Las imágenes de una Barcelona apagada
Transistores, calles y plazas llenas de gente y personas en busca de wifi: así se ha vivido el apagón de luz en la capital de Cataluña
Más información: Los primeros pueblos de Cataluña en recuperar la luz tras el apagón
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Se ha ido la luz. ¿Es en casa? No, parece que es todo el bloque. Y en la calle también. Gente en la calle, preguntándose entre sí, mirando el móvil y recibiendo la noticia: apagón generalizado en España y Portugal.
Luego llegaron los bulos, las teorías conspirativas. Las risas, las memes, las esperas… Y los primeros semáforos que no funcionan. El caos empieza.
Lo que en los primeros momentos parecía que iba a ser un momento de parón, se extendía. Empezaba la intranquilidad. Trabajadores que no sabían qué hacer, jefes que dudaban. Y llegó el momento de irse a casa.
El servicio ferroviario no funcionaba, el bus estaba colapsado, los taxis no daban abasto y, pasadas unas horas era imposible pedir un servicio de VTC. Cayó internet. Y allí ya empezó la intranquilidad, especialmente de los jóvenes que nunca han experimentado una vida sin conexión.

Imágenes del apagón en Barcelona
Primeras horas de incertidumbre
Tras el caos, empezó el movimiento. Las calles de Barcelona se llenan de gente. Ciudadanos, turistas y trabajadores de fuera de la ciudad iban a ver si podían comer con el efectivo que tenían a la espera que en pocas horas todo volviera a la normalidad. Otros iban a sus casas como podían.
Las horas pasaban. Los jóvenes iban a las tiendas grandes en busca de wifi. Bulos sobre ataques rusos ya circulaban por las redes, un supuesto incendio en una central eléctrica de Narbona que más tarde se descubriría falso y sensación de no saber qué hacer. Excepto los veteranos.

Una mujer con un transistor
Regreso al pasado
Aparatos en desuso como los MP3, walkman y transistores a pilas permitían conectarse al mundo. La radio sirvió de nexo con la información veraz, con el periodismo.
En las calles, algunas personas mayores salían con su transistor, como en los viejos tiempos, y algunas personas se le acercaban. A los que veían con radios se les preguntaba: “¿qué dicen?”, “¿han dicho ya que pasa?”, “¿se sabe cuando volverá la luz?”, “¿dicen algo de que ha pasado?”. Las respuestas eran menos que las preguntas.
Calles llenas y niños sin pantallas
Y a medida que pasaban las cosas, nuevas escenas que hacía tiempo que no se veían. Mucho menos en pandemia. Las familias reunidas en las plazas y parques. Padres y madres, liberados de las responsabilidades laborales, pudieron conciliar e ir a recoger a sus hijos.
Después, las imágenes de la Barcelona del pasado. Niños y jóvenes en las calles. Mirándose, charlando y jugando. Sin pantallas, disfrutando de los parques y zonas de recreo los más pequeños, y de los céspedes donde tumbarse a charlar, conspirar y fumar los más jóvenes. Mientras tanto, todos sin luz. Hasta que llegó. Y la otra normalidad, la de las pantallas, volvió.