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A finales de febrero, la sección 21 de la Audiencia Provincial de Barcelona condenó a una pena de un año y medio de prisión a los dos hombres que, entre marzo y septiembre de 2016, y haciéndose pasar por un conocido patriarca del barrio de Sant Roc de Badalona, extorsionaron a decenas de empresas catalanas.

Ocho meses después de aquel pacto entre los acusados y la fiscalía, gracias al cual esquivaron su ingreso en prisión, Crónica Global ha podido constatar que un hombre, copiando ese mismo modus operandi, ha reavivado el miedo en los polígonos industriales del Área Metropolitana de Barcelona.

Discurso del miedo

Según ha podido saber esta redacción, una empresa de la provincia de Barcelona, cuya identidad prefiere mantener en el anonimato por miedo a posibles represalias, recibió recientemente la inesperada visita de un hombre que, días después, les dijo ser el tío Chato, un conocido patriarca de Badalona. 

En un primer momento, sin embargo, no se presentó como tal: "Tan sólo nos comentó que se dedicaba a mejorar prototipos de cuchillas y otras herramientas". Los responsables de esta pequeña compañía, que nunca solicitaron sus servicios, agradecieron su visita, pero rechazaron la oferta. 

Su sorpresa llegó cuando, pasados unos días, este individuo les llamó por teléfono. Fue entonces cuando se presentó como tío Chato, apodo que ostenta uno de los miembros de los Pelúos, uno de los clanes más populares del barrio de Sant Roc de Badalona.

"Nos hurtó algunos de los prototipos que teníamos en la mesa de la entrada, luego nos dijo que nos los había mejorado y nos exigía 2.000 euros por los servicios prestados", relatan las víctimas a este medio. Si no pagaban de inmediato, debían estar atentos a las consecuencias: una extorsión de manual. "Nos dijo que formaba parte de un temido clan gitano y no pagar podría acarrearnos consecuencias muy negativas", confiesan. 

Otras 32 empresas afectadas

La amenaza caló en lo más profundo de esta pequeña empresa familiar de Barcelona, que decidió pagar por el miedo a ser víctima de posibles represalias. "No nos podemos arriesgar a que vuelvan y nos destrocen la fábrica", lamentan algunos de los trabajadores. Como ellos, otras decenas de empresas cayeron en la trampa de una organización criminal que, durante meses, se hizo pasar por el tío Chato de Badalona. 

Según quedó demostrado tras la vista que se celebró el pasado febrero, el grupo criminal extorsionó a 32 empresas catalanas entre marzo y septiembre de 2016, de las cuales 14 pagaron diversas sumas de dinero por temor a que las amenazas se materializaran. En total, la banda se hizo con 15.299 euros. De éstos, sólo reclamaron cuatro de los afectados, que pedían que se les devolviera un total de 4.860 euros.

La causa, atascada en los juzgados

En el juicio, el ministerio fiscal modificó su escrito de conclusiones provisionales y rebajó los cinco años de prisión que solicitaba inicialmente por los delitos de extorsión y participación en una organización criminal, a una pena de año y medio: seis meses por el primero de los delitos y un año por el segundo.

La pena se redujo sustancialmente al alegar la fiscal que debía aplicarse la atenuante de dilaciones indebidas muy cualificadas, pues la causa se atascó en los juzgados catalanes hasta en tres ocasiones, dilatando en el tiempo, de forma injustificada, este procedimiento judicial. 

Ningún vínculo con el 'tío Chato' 

De este modo, la pena de prisión para los acusados quedó suspendida a petición de su abogado, el letrado Juan Ignacio Ramírez. Eso sí, las condiciones para esquivar la cárcel eran: abonar 500 euros en el plazo de tres meses en concepto de responsabilidad civil y no volver a delinquir en los próximos dos años. 

Aunque ambos acusados reconocieron los hechos frente al tribunal para beneficiarse del acuerdo de conformidad, de puertas para afuera, uno de los condenados aseguró a este medio que ninguno de los dos participó en estos hechos, achacando su imputación a "un error" con sus apellidos. También negaron tener ningún vínculo con el tío Chato, miembro del clan de los Pelúos condenado en el pasado por narcotráfico, y cuyo nombre utilizó este grupo para "infundir miedo".

Adaptados al contexto

Asimismo, se pudo demostrar que la banda ajustaba su discurso según la ubicación de las empresas. Si ésta estaba en la provincia de Lleida, decían conocer al "jefe de Lleida, el patriarca de los gitanos" de la zona. Si las instalaciones se ubicaban en Girona, "que conocían a muchos gitanos en Girona". Y si eran de Barcelona, directamente utilizaban el nombre del tío Chato. 

Ocho meses después del acuerdo, todo hace pensar que la banda ha vuelto a la acción. No obstante, es cierto que durante el juicio tan sólo se personaron dos de los procesados, mientras que el grueso del grupo permaneció en rebeldía; es decir, no se presentaron a la vista y, por lo tanto, no pudieron ser juzgados. Ahora, un nuevo tío Chato ha salido de cacería y vuelve a amedrentar a los pequeños empresarios de la provincia de Barcelona. 

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