Hubo un tiempo en que los artistas internacionales no se quedaban sólo en Madrid y Barcelona. Lejos de los festivales de verano, los cantantes y bandas de música también iban a zonas mucho menos concurridas, normalmente a discotecas de gran tamaño y que permitían un gran aforo y mayor diversión.
Entre todas ellas, en Lleida había una que destacaba por encima del resto. No hablamos del Wonder de la capital, tampoco de la mítica Florida 135, sino de un local que aún es recordado, tanto que un grupo inversor ha apostado por reabrirla. Se trata del Big Ben de Mollerussa.
Casi medio siglo de vida
Esta mítica sala abierta por primera ver el 19 de marzo de 1976 ha reabierto este pasado 5 de octubre con un aire nuevo. Tras permanecer nueve años cerradas, el club que vio pasar a grandes estrellas internacionales nace con la voluntad no sólo de atraer a los nostálgicos, sino también a nuevo público que sepa disfrutar de ocio nocturno.
Con capacidad para más de 5.000 personas, este coloso del entretenimiento fue una de las discotecas más grandes de Europa y marcó una época dorada para la vida nocturna del Pla d'Urgell, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva de varias generaciones. Ahora parece imposible que esto sea así, pero cuando uno echa un vistazo a los cantantes y bandas que pasaron por allí, puede no dar crédito.
Artistas internacionales y pasodoble
Durante sus años de esplendor, Big Ben se consolidó como una plataforma para la música en vivo. Artistas y grupos de renombre nacional e internacional, como Loquillo, Alaska, Pet Shop Boys, Radio Futura, Miguel Bosé, Sabrina Salerno e incluso Kate Ryan, desfilaron por sus escenarios.
La discoteca ofrecía todos los ingredientes para el éxito. No sólo ofrecía conciertos, sino todo tipo de música. Contaba con varias salas, cada una dedicada a un estilo musical diferente: Plató, la sala principal, era la más grande, con una capacidad para más de 2.500 personas y un despliegue tecnológico impresionante, ideal para la música en vivo; Planetario ofrecía música revival y bailes de salón. Sí se podía bailar pasodobles en un club donde, en la sala de al lado, la House sonaba la música electrónica. Por último, Universo acogía espectáculos variados, desde orquestas hasta animaciones que animaban a un público diverso.
Recuperar la esencia
Gracias a eso, padres, hijos y familias enteras pasaron por Big Ben. Cada uno iba a la sala que se ajustaba mejor a sus gustos musicales, a su edad o las circunstancias de la noche. Un espacio inconcebible a día de hoy. En cambio, tras nueve años de cierre, ha vuelto.
En 2023, la empresa Búnker, que representa a la artista Romina Andrioli, adquirió el complejo y anunció su reapertura tras un largo proceso de negociaciones y superar numerosos obstáculos burocráticos. El objetivo de los nuevos propietarios es claro: devolver a Big Ben su antiguo esplendor, manteniendo su esencia mientras se adapta a las tendencias actuales y a un público renovado. Una promesa que hace difícil pensar que van a volver los pasodobles a alguna de sus salas.
La reapertura
Por ahora, el pasado sábado, Big Ben reabrió sus puertas, rodeado de una gran expectación y entusiasmo. Miles de personas se reunieron para celebrar el retorno de este gigante de la fiesta, mezclando nostálgicos de su época dorada con nuevas generaciones que lo descubren por primera vez. Y sí, acudió una banda internacional.
El evento inaugural contó con la actuación del grupo danés Safri Duo, el de la mítica Played-A-Live, que llenó la sala Plató de música revival, mientras los asistentes esperaban ansiosos, pese al ligero retraso en la apertura de las puertas. La respuesta del público fue abrumadora, agotándose todas las entradas disponibles a través de internet.
Esto no se va a quedar aquí. La empresa que se ha hecho con el local, planea ofrecer 15 sesiones especiales al año, comenzando con una serie de fechas señaladas en octubre, noviembre y diciembre, incluyendo celebraciones como la Castañada y Navidad.
Además, el proyecto contempla una apertura por fases, que incluirá el funcionamiento de una cafetería y un restaurante dentro del complejo, para convertirlo en un centro de encuentro más allá de las sesiones de discoteca. Las entradas, que se venden a 27,50 euros, están disponibles en la página web del complejo, y el acceso está reservado para mayores de 18 años.
Los testimonios recogidos en la noche de la reapertura reflejan la emoción y nostalgia del público. Los hay quienes recuerdan con cariño sus tiempos de juventud, algunos llegaron a emocionarse. Fue un evento repleto de antiguos clientes, pero ahora hace falta atraer a nuevos. ¿Lo conseguirán? ¿Se podrá volver a ver a Pet Shop Boys u otros grupos internacionales en Mollerussa como en los viejos tiempos?