Angie, de unos 40 años, exhaló su último suspiro la madrugada del 1 de mayo de 2024. Falleció en el Hospital de Sant Pau de Barcelona, donde ingresó meses atrás, a finales de octubre de 2023, tras ser diagnosticada un cáncer en las vías biliares, una enfermedad implacable que devastó todo su cuerpo en pocos meses.
Sin embargo, quienes la conocían bien, sus amigas más cercanas y su abogado, el letrado Javier Peiró, no están nada convencidos de las circunstancias que rodean la muerte de su querida Angie, que, desde hacía unos años consumía dióxido de cloro: una sustancia altamente peligrosa para la salud, que algunos falsos curanderos venden como "una sustancia mineral milagrosa".
Su consumo se popularizó en 2020
Angie se hizo consumidora asidua de dióxido de cloro durante la pandemia de la Covid-19. De hecho, esta sustancia se popularizó entonces, bajo la errónea creencia de que podía prevenir la infección por el coronavirus. La joven conoció a un chico que vendía este compuesto y se volvió adicta a ambos: al joven y al dióxido. Ambos distribuyeron la sustancia entre amigos y familiares, entre ellos, también, a Peiró.
No obstante, rápidamente, los conocidos de Angie dejaron de consumir dicha "sustancia mineral milagrosa" tras percatarse de las múltiples consecuencias adversas para la salud. De hecho, tras el auge de su consumo en 2020, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) emitió un comunicado advirtiendo sobre los "graves riesgos" que acarreaba el consumo de esta pseudo lejía.
Entre las advertencias, la AEMPS señalaba que su consumo directo puede producir dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, fallo renal, anuria y anemia hemolítica, entre otros. Llegando a causar patologías más graves, incluso la muerte que las personas que lo consumen.
La joven lo consumió hasta el final de sus días
Con el tiempo, Angie se convirtió en una ferviente defensora del dióxido de cloro, confiando en él como una especie de elixir milagroso. Tanto su abogado como sus amigas –quienes han declinado ofrecer declaraciones a esta redacción, por miedo a posibles represalias--, le insistieron en interminables conversaciones que aquello que ella defendía no era bueno para su salud. Sin embargo, con el paso de los meses, Angie, que siempre fue una persona muy vital, comenzó a mostrar síntomas de deterioro.
Pese a ello, la joven lo consumió hasta el final de sus días. Incluso, asegura su abogado a Crónica Global, lo hizo estando ingresada en el hospital donde falleció. De hecho, Angie se distanció del letrado, cuando este le trasladó su intención de contarle a los doctores la realidad de lo que llevaba consumiendo desde hacía algunos años. Por ello, aunque en su certificado de defunción su muerte se atribuye a las devastadoras consecuencias de un cáncer imparable, su entorno cree que aquellos que le vendieron el dióxido de cloro son los causantes reales de su fallecimiento.
Así, para sus amigos y su abogado, la conexión entre el consumo prolongado de dióxido de cloro y su trágico final es evidente. Creen firmemente que el compuesto, lejos de protegerla, contribuyó a su declive.
Que su caso sirva de 'faro'
De hecho, el diagnóstico en el hospital no fue fácil, pues los doctores no sabían identificar de dónde provenía la enfermedad. Asimismo, el letrado explica que le extrajeron litros y litros de líquido biliar de su estómago y que murió con los órganos estomacales "prácticamente deshechos". En los días que siguieron a su muerte, estos seres queridos pusieron en común sus sospechas, convencidos de que la verdad sobre la influencia del dióxido de cloro debía salir a la luz.
Querían que su historia sirviera de advertencia para otros, para evitar que más personas cayeran en la trampa de las soluciones milagrosas sin base científica, y que su memoria se convirtiera en un faro de cautela para otros. Y es que muchas organizaciones ilegítimas (sectas) utilizan este 'elixir milagroso' para captar nuevos adeptos.
Otros casos
Y es que, lamentablemente, no es la primera vez que se populariza el consumo de esta sustancia. Tal y como publicó este medio, el agricultor y falso curandero Josep Pàmies llegó a difundir mensajes sobre que el autismo podía curarse con dióxido de cloro. Y no solo mensajes, sino que organizaba eventos para "curar" a pacientes.
Angie, lamentablemente, fue víctima del engaño de gurús como Pàmies, que se aprovechan de la desesperación y la vulnerabilidad de las personas para hacerles caer en sus garras, empleando para ello el discurso del miedo ("si tomas esta sustancia no contraerás el covid") o el de la esperanza ("el dióxido de cloro curará el autismo de tu hijo").
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