Cristina, acusada de acabar con la vida de su hija Yaiza, de cuatro años, en Sant Joan Despí en mayo de 2021, se planteó también matar a su ex Sergio, el padre de la niña. Así lo ha asegurado la letrada de la acusación particular, la abogada Mireia Gómez, que representa al padre de la criatura.
En concreto, Gómez ha referido que en la carta de suicidio que la filicida dejó a su padre mencionó que si pudiese matar a Sergio “no lo hubiese hecho ella”, consciente de que no tenía la capacidad como para acabar con su vida. Sin embargo, esta afirmación denota que se le pasó por la cabeza esta posibilidad.
Las cartas de suicidio
Así lo plasmó en el mismo manuscrito en el que le rogaba a su padre que no bebiera más y en el que le pedía que acabase las obras de su piso para “venderlo lo mejor posible” e irse al pueblo con su hermana. También le solicitaba que cuidase a sus mascotas y que repartiese su ropa y enseres personales, como una TV y una nevera de su propiedad. Además, en el sobre dejó dinero en efectivo: “No lo malgastes, úsalo para pagar el impuesto de herencia del coche y el piso”. Asimismo, indicaba los lugares en los que dejaría la fotocopia del permiso de circulación, los documentos originales y el juego de llaves del vehículo.
Estas cartas, sostienen las acusaciones, que piden para ella la prisión permanente revisable, evidencian que la autora confesa del crimen de su hija planificó hasta los últimos detalles. “La señora Cristina no dejó nada al azar”, ha reiterado Gómez, que ha señalado que, además de adaptar el contenido de los manuscritos, elaboraos en diferentes días, se permitió la “coquetería” de ir a comprar sobres de colores y artículos de joyería que introdujo en su interior.
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Además, los renglones eran rectos, la caligrafía pulcra y los márgenes, correctos. Si hubiese atravesado un momento de enajenación mental, como sostiene la defensa, el trastorno hubiese quedado plasmado en su grafía. “No puede estar más cuerda para hacer el mal. Las mujeres no estamos locas, también podemos ser malas y pensar lo contrario es machista”.
No soportaba que tuviera una vida "maravillosa" con su padre
En la carta a su madre, Conchi, que durante su declaración aseguró "odiar" a la procesada, escribió: “Hola, mamita. Siento que hayas tenido una hija como yo y espero que puedas perdonarme, aunque no tenga perdón de Dios”, reconocía en un escrito que vaticinaba ya el filicidio.
“Es tanto el odio que siento por el padre que por su culpa me quito la vida y me la llevo conmigo”, añadía Cristina, en unas líneas que evidencian que el objetivo de sus actos no era otro que herir de por vida a su ex. “Él había ganado en todo: tenía que ir al puto colegio que él eligió. Le esperaba una vida de mierda con su madre y una vida maravillosa con su padre”, continuaba en una carta en la que finalizaba resumiendo que se trataba de una “venganza” hacia Sergio, al que se refería como un “individuo despreciable”.
Reconoció que lo hizo por "venganza"
En el escrito a Sergio, la acusada escribe una de las líneas más crueles: “La última palabra la tienes tú: decide si la entierras o la incineras. Vas a llorar la muerte de mi hija, de tu hija Yaiza”. Y añadía: “Sigue haciendo tu puta vida, pero no voy a permitir que te quedes con mi princesa, que para eso la he parido yo”.
Por último, se dirigió a su abuela, en cuya carta también reconoció que actuaba movida por la “venganza” hacia su ex, hacia el que llegó a sentir “asco y odio”. El hecho de que su expareja hubiese decidido que la niña fuese a otro colegio diferente al que ella deseaba, añadía, era un castigo diario para ella, una muestra más de su narcisismo. “Cuídate mucho, ve al podólogo”, zanjaba con gran frialdad.
Gómez la recuerda con un poema
La abogada de la acusación particular ha terminado la exposición de su escrito recitando un poema que lleva por título el mismo nombre que los Mossos d’Esquadra usaron para este caso, La Papallona, de la escritora Joana Raspall. Con la voz quebrada, Gómez ha leído: “Si ve una papallona, jo no l’agafaré. Que voli, que voli, al cel hi està més bé. Les flors com cada dia voldran fer-li un petó. Que hi vagi, que hi vagi, que l’ompliran d’olor”.
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