Los peritos públicos encargados de emitir los dictámenes sobre el estado psicológico y psiquiátricos de Cristina, acusada de matar a su hija Yaiza, de cuatro años, en Sant Joan Despí (Barcelona) en mayo de 2021, sostienen que la acusada planificó el crimen y que lo hizo de forma “instrumental y fría”. De hecho, la exploración psicopatológica concluyó que la procesada no padece ningún trastorno de personalidad ni enfermedad mental grave.
“No se aparta de la normalidad, dentro de la individualidad que cada uno tenemos”, ha expresado el doctor Ángel Cuquerella, médico forense, licenciado en Psicología y responsable de la unidad psiquiátrica del Instituto de Medicina Legal, uno de los encargados de elaborar la pericial junto con las doctoras Cristina Ortiz y Anna Mateu.
Los tres profesionales realizaron varias entrevistas presenciales a la acusada unos seis meses después de los hechos, así como test psicométricos, unas pruebas complementarias que concluyeron que Cristina no sufrió una desconexión de la realidad, aunque experimentase una sintomatología depresiva leve en los meses previos a los hechos. “Nadie detectó que tuviese una depresión mayor profunda, que no se puede disimular, pues es un cuadro crítico que precisa de un ingreso psiquiátrico urgente”, ha remarcado Cuquerella.
Un crimen planificado de forma “fría”
En estas entrevistas, Cristina refirió que cuando descubrió que su expareja Sergio había iniciado una nueva relación sentimental comenzó a experimentar un sentimiento de “invalidación en su rol como madre”, al considerar que tenía competencia en su figura materna. Así las cosas intentó retomar la relación con él, a pesar de que ya sabía que estaba con otra persona, lo que según los psiquiatras denota una “cierta inmadurez emocional” de la acusada. Cuando se dio cuenta de que no podría reiniciar la relación y que no podría reconstruir la familia utópica, que de forma inmadura había imaginado, “empezó a gestar de forma planificada cómo se mataría ella y cómo mataría a su hija”. Esto lo apoya el hecho de que en las pruebas efectuadas no se detectó que Cristina tuviese una conducta impulsiva.
De hecho, la propia acusada expresó durante las entrevistas que, desde que tomó la decisión de cometer un “suicidio-homicidio”, se relajó y la ansiedad comenzó a disminuir. De forma “instrumental, fría y calculada”, comenzó a planificar los hechos y a retirar los psicofármacos de la farmacia hospitalaria en la que trabajaba con la intención de intoxicar a su hija Yaiza.
Postura “poco empática”
Así lo relató ante los peritos, que no detectaron sintomatología psicótica de desconexión de la realidad, más allá de que a partir de ese momento dejó de relacionarse con grupos sociales, de preocuparse por si Yaiza pasaba tiempo con la pareja de su padre y de expresar disconformidad con su expareja en lo referente a la niña porque, una vez que dio el paso, “fue al grano” con el plan de acabar con su vida y la de la menor.
Durante estas entrevistas, en las que hizo un relato correcto y coherente de los hechos, adoptó una postura “poco empática” y sólo mostró frustración por el hecho de haber sobrevivido, pero no por la muerte de la niña.
Rabia, rencor e ira hacia su ex
Sobre la relación que mantuvo con su ex Sergio, los peritos han expuesto que no fue patológica y que en ningún momento expresó que las hubiese sometido a malos tratos ni a ella ni a su hija. Fue ella misma la que decidió terminar el noviazgo y reconoció que la relación fue correcta hasta que descubrió que él tenía una nueva pareja. En el momento en el que habló de este episodio con los peritos lo hizo “con rabia, rencor e ira” y refirió un “secuestro emocional” de su ex con respecto a la menor, un hecho que los familiares que declararon durante la segunda sesión del juicio ya negaron, pues la madre de ella aclaró que su yerno le dejaba ver a la niña.
Por su parte, el psicólogo Carlos Donaire, el perito de parte, que también elaboró un informe a petición de la defensa, ha insistido en que la acusada padece un trastorno de personalidad fuertemente evitativo, un extremo que sus homólogos han negado reiteradamente. “No quiere decir que sean síntomas de la esfera psicótica o esquizofrénica”, ha precisado la doctora Anna Mateu, que ha descartado que Cristina tuviese una afectación mental más allá de los rasgos de personalidad normales de cualquier otra persona.
Lo único que le impidió declarar fue su estado físico
La doctora Ortiz ha precisado que cuando le solicitaron una pericial para saber si Cristina, ingresada en el Hospital Moisés Broggi, estaba en condiciones de declarar tras el intento de suicidio y si tenía sus capacidades conservadas para responder a las preguntas planteadas por la policía concluyó que no, pero únicamente por su cuadro clínico.
La perito ha expresado que, tras su detención, se encontraba ingresada en estado muy grave con un edema pulmonar que requería de un soporte respiratorio y un problema cardíaco, lo que le impedía responder, pero no por su condición mental. “Una vez que remontara su situación clínica podría contestar, pues su evolución era favorable. Cuando se estabilizara de estas dos condiciones físicas se preveía que en pocos días podría declarar”.
Ni trastorno de personalidad ni patología mental
Sin embargo, el perito de parte ha argumentado que su trastorno la hace percibir y magnificar amenazas a su alrededor que siente como reales y que, junto con una sintomatología depresiva, la llevaron a percibir la realidad de forma distorsionada y hostil. Una afirmación que ha incomodado al fiscal, Félix Martin, que ha sugerido que el perito pudo “suavizar” el modo en el que Cristina acabó con la vida de su hija, pues a diferencia del otro informe, en este “no recoge absolutamente nada” en lo que respecta a este momento. Cabe recordar que los otros tres peritos han precisado que Cristina, después de suministrar los fármacos, asfixió a la niña y después todavía salió a pasear al perro.
“No vemos ningún trastorno de la personalidad ni ninguna patología grave”, ni tampoco una depresión profunda “que no se pasa en casa”, han reiterado los peritos públicos al ser preguntados por las capacidades cognitivas y volitivas de la acusada. “No estaba alejada de la realidad, no tenía pensamientos delirantes”.
Con su declaración se desmonta la estrategia de la defensa de Cristina, que sostiene que mató a su hija en un estado de enajenación y pide para ella su absolución. Las acusaciones piden la prisión permanente revisable.
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