Cataluña va directa a una crisis con bandas latinas ante la miopía de los gobiernos
Fuentes policiales piden que las administraciones competentes destinen más recursos para frenar el auge de los grupos juveniles violentos, que se han rearmado en los últimos años
19 abril, 2024 00:00Noticias relacionadas
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En los últimos años, los cuerpos policiales han detectado en Cataluña una docena de nuevos grupos juveniles vinculados con distintas bandas latinas. Especialmente, de origen dominicano. Este hecho no es una casualidad, advierten las fuentes consultadas. Y es que estas bandas llevan años rearmándose en la sombra, incluso desde prisión, como evidencian los últimos operativos policiales. El último, esta misma semana, con la detención de 32 latin kings, de origen ecuatoriano, en Barcelona y Tarragona.
"Hace años que desde la Policía Nacional estamos advirtiendo que Barcelona le está siguiendo los pasos a Madrid, en cuanto al incremento de bandas latinas", señala un inspector del Cuerpo Nacional de Policía a preguntas de Crónica Global.
"No son cosas de niños"
Si bien es cierto que, en Cataluña, a principios de los 2000, se destinaron muchos recursos para hacer frente a estos grupos de pandilleros, "en la actualidad, se están reorganizando y debemos ser plenamente conscientes de ello", indica el inspector. Una realidad que, a pesar de estar lejos del conflicto que se ha originado en Madrid en los últimos años, puede empeorar "si la Administración sigue sin reconocerlo".
"Pedimos más recursos, tanto a la Generalitat como al Ministerio del Interior, para hacer frente a estos grupos juveniles porque no son cosas de niños: son infraestructuras criminales muy bien estructuradas, con roles muy bien repartidos y basadas en la disciplina extrema y la obediencia ciega", sentencia el mismo inspector de policía.
Sendos operativos a principios de los 2000
Así son las cosas, entre los años 2000 y 2004, los Mossos d’Esquadra diseñaron sendos operativos para frenar el auge de estas bandas (en aquel momento de origen ecuatoriano). Especialmente, en zonas vulnerables del área metropolitana de Barcelona, como algunos barrios de L’Hospitalet de Llobregat o en la zona de Fondo, en Santa Coloma de Gramanet.
Incluso, la policía catalana destinó importantes recursos para infiltrar a varios agentes en el seno de ciertas bandas para desentrañar los códigos internos de estos grupos y lograr desarticularlos de forma efectiva.
Viajes a Guayaquil
Es más, uno de estos agentes, que –por razones obvias- prefiere mantener su identidad bajo el anonimato, ha explicado que llegó a viajar hasta la ciudad de Guayaquil (al oeste de Ecuador) para conocer los vínculos que los pandilleros de Cataluña habían establecido con grupos homólogos, al otro lado del charco.
El resultado de toda esta inversión de recursos permitió que los Mossos d’Esquadra, pero también la Policía Nacional, consiguieran desmantelar las principales organizaciones criminales de origen latino que se habían instalado en territorio catalán. En aquel momento, principalmente Latin Kings y Nyetas. Dos grupos rivales, ambos procedentes de Ecuador, pero que nacieron en barrios marginales de Chicago, Nueva Jersey o Nueva York.
Una brecha entre Madrid y Barcelona
La detención de los líderes latinos a principios de los 2000 también fue posible, explican, porque se abrió una brecha entre los grupos que residían en Cataluña y los que lo hacían en Madrid. "Las bandas que habían surgido en Barcelona dependían jerárquicamente de los grupos de la capital española, a quienes les debían sumisión. Esta situación se torció cuando los pandilleros de Cataluña se sublevaron ante los de Madrid".
Fuentes del CNP explican que, tras la detención de los líderes latinos en Barcelona y el ingreso de muchos de ellos en prisión, las bandas madrileñas siguieron creciendo, atrayendo a otras de nuevas de origen dominicano (como los Dominican Don’t Play o los Trinitarios). Grupos mucho más violentos y enemistados, que llevaron a la capital a una situación límite en febrero de 2022 con homicidios y venganzas a plena luz del día.
La miopía de los gobiernos alimenta a las bandas
Es precisamente este escenario el que las fuentes policiales consultadas quieren evitar en Cataluña. "Los dominicanos hace años que llegaron al área metropolitana de Barcelona, pero con mucha menos fuerza que en Madrid", explican. No obstante, "no nos podemos relajar". Especialmente, aseguran, "si la Administración no reconoce que estos grupos, cada vez, van cogiendo más peso en ciertos puntos del territorio".
En concreto, en zonas vulnerables, donde residen el perfil de víctimas que más les interesa a estos grupos: menores de 14 años, de familias desestructuradas y que adolecen de la atención de su entorno. "A estos jóvenes los instruyen desde bien pequeños en sus códigos de honor, la pandilla se convierte en su familia, les dan protección y sentirse parte de un todo", explican las fuentes consultadas.
En la cúspide del narcotráfico
Su modus vivendi en Cataluña se basa principalmente en el tráfico de sustancias estupefacientes, las extorsiones y los robos con violencia e intimidación. Es más, durante varios años, los grupos compuestos por dominicanos fueron los amos y señores de los narcopisos del barrio del Raval de Barcelona; negocio que abandonaron de forma precipitada, tras los tres macrooperativos que los Mossos y la Policía Nacional llevaron a cabo entre 2019 y 2020.
Sin embargo, "estos operativos no los han derribado", y según las fuentes policiales siguen moviendo los hilos del hampa, captando jóvenes y rearmando sus bandas desde la clandestinidad. "Tememos que, especialmente los dominicanos, consigan estrechar sus lazos con las organizaciones del otro lado del charco", lamentan las fuentes policiales consultadas.
Es por ello por lo que piden más implicación por parte de las administraciones implicadas, "no podemos negar el problema, porque eso le da alas a las bandas", vaticina.
Las bandas no son un juego
En el mismo sentido, Alberto Díaz, pastor del Centro de Ayuda Cristiano, organismo que ha elaborado el Observatorio de Bandas Latinas en Madrid y que trabaja en la reinserción de jóvenes expandilleros, aseguraba que "hay que enseñar a los niños que las bandas no son un juego, que les pueden dejar secuelas físicas y emocionales de por vida y que pueden acarrear problemas jurídicos con graves consecuencias".