"Agua en barcos o industria": el dilema de cómo recortar el consumo en plena sequía
La comunidad científica recuerda los altos costes ambientales y económicos del traslado de recursos hídricos, aunque reconoce la complejidad de recortar el gasto a grandes consumidores
12 febrero, 2024 00:00Noticias relacionadas
- Los payeses catalanes, al límite por la sequía: temen por sus cosechas, animales y empleos
- El campo catalán consigue más agua tras paralizar Barcelona
- Acuerdo entre Generalitat y Gobierno para afrontar la sequía en Cataluña: dos desalinizadoras y agua en barco desde Sagunto
- Los consumidores pondrán los 220 millones de euros de la nueva desalinizadora de la Tordera
Dos barcos con cargamentos de agua atracarán cada día en el Puerto de Barcelona desde Sagunto (Valencia). Esta es una de las dos respuestas a la acusante sequía que asola Cataluña --pactadas entre el Gobierno y la Generalitat-- junto a la ampliación de la desalinizadora de la Tordera y la construcción de otra en Foix.
No obstante, la comunidad científica habla de "parche" y alerta de los riesgos que comporta, además de abogar por una reconversión a medio y largo plazo de los usos del agua que integre a los grandes consumidores, como la industria de Barcelona y alrededores.
Medida costosa para "salvar los muebles"
Para la experta del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) Annelies Broekman, el envío de agua en barcos es "un símbolo de lo grave que es la situación" y una forma de "salvar los muebles y sacar agua de donde sea posible".
No es ningún secreto el enorme gasto energético y la emisión de gases contaminantes que generarán los dos buques que atraquen a diario en el Puerto de Barcelona. Una medida "muy costosa" que ya se aplicó hace 16 años, en 2008, por lo que es un "símbolo de lo grave que es la situación y de lo mal que se han hecho las cosas", asegura en declaraciones a Crónica Global.
La mitad del agua que gastan las industrias son de pozos propios
Esta costosa medida --en términos medioambientales y económicos-- se toma para evitar aplicar mayores restricciones en sectores como el secundario. De hecho, "podría evitarse si las administraciones recortaran más agua al sector industrial del área metropolitana".
La industria metropolitana gasta 84 millones de metros cúbicos de agua de las cuencas internas al año. Esto supone un 43% menos que el consumo doméstico de la misma zona y algo menos de la mitad (el 47%) del gasto de las fábricas de todo Cataluña, que asciende a 178 millones, según los datos más actualizados, que corresponden al Estudio de volúmenes de agua suministrados y captados de 2022, a cargo de la Agència Catalana de l'Aigua.
Cabe indicar que, del gasto total de las industrias de la gran Barcelona (112 millones de metros cúbicos anuales), un cuarto procede de fuentes propias y no de las reservas de las que bebe el 80% los catalanes. Asimismo, la mitad del agua (el 48%) que gasta el conjunto del tejido industrial de la comunidad también es extraída de pozos propios.
El dilema de las restricciones
La actividad industrial sufre limitaciones al uso de recursos hídricos, como el resto de ámbitos, aunque difiere de la agricultura y la ganadería catalana respecto a las cantidades.
El plan especial de la sequía aprobado por la Generalitat y el actual escenario de emergencia por falta de recursos hídricos obliga a las fábricas a ahorrar un 25%, mientras que los ganaderos deben gastar un 50% menos y los agricultores, un 80%. Al menos por ahora, puesto que los payeses catalanes han conseguido con su histórica movilización de esta semana el compromiso de los partidos en el Parlament poder consumir más agua para sus cultivos.
"Decisiones transformadoras"
"Muchos usos industriales están íntimamente ligados al sistema de distribución para uso urbano y no es fácil recortar gastos en algunos casos", explica Broekman, que recuerda que esto debe ser "viable técnicamente" y abordarse con delicadeza, puesto que "implica la pérdida de puestos de trabajo".
Es en este sentido que la experta aboga por "decisiones transformadoras" que permitan reconvertir el uso industrial del agua a "medio o largo plazo" para reducir la "demanda desmedida actual". El cómo podría desarrollarse mediante "una auditoría ambiental que revise el impacto que tiene cada uso del agua sobre las cuencas para determinar los problemas de cada zona".
Descrédito a las desalinizadoras
"El incremento de la desalación en el punto de origen implica más emisiones y más salmuera. No es sostenible", resume la investigadora del CREAF en el grupo de agua y cambio global, que recuerda que esta debe ser "una medida efímera, un parche" porque "no soluciona nada".
Regina Lafuente, socióloga del IESA-CSIC, suscribe esta posición e indica: "Cada vez está más claro que las medidas más convencionales, como la construcción de más embalses o grandes infraestructuras hidráulicas no están saliendo bien".
Reducir los usos del agua
La comunidad científica denuncia que "seguimos planificando sin considerar los riesgos climáticos y sobreexplotando los recursos". Es en este punto que Broekman aboga por dejar de aumentar los usos del agua y recortar la demanda: "Dejar de estirar la cuerda para que, cuando llegue la próxima sequía, no encontrarnos en una vulnerabilidad extrema como la actual", sentencia.