Estas son las diez casas okupa más combativas de Barcelona
Los emplazamientos allanados se presentan como lugares donde se realizan talleres para los barrios en los que se encuentran, pero sus actividades chocan en ocasiones con el descanso de los vecinos hasta el punto de generar problemas de convivencia
26 noviembre, 2023 00:00Noticias relacionadas
En los primeros seis meses de este año, se han producido en Cataluña 4.300 okupaciones y usurpaciones, según los datos facilitados a este medio por la Consejería de Interior de la Generalitat de Cataluña y que corresponden a las denuncias recogidas por los Mossos d’Esquadra y las policías locales de todo el territorio.
Aunque los datos muestran un descenso de un 10,8% con respecto al mismo periodo del año anterior, cuando se registraron 4.821 hechos, las cifras siguen siendo preocupantes. Cabe destacar que solo el 5,5% corresponden a violaciones del domicilio, es decir, a usurpaciones de vivienda de uso habitual.
El movimiento okupa
El área metropolitana registra las cifras más altas, con 2.868 okupaciones. Llama la atención que la región metropolitana norte es la que más usurpaciones concentra, con 1.509 denuncias, seguida del área metropolitana sur, con 702, y Barcelona ciudad, donde constan 657 okupaciones.
Si bien la mayoría de los casos responden a una necesidad acuciante de una persona que se ve abocada a allanar una vivienda por falta de recursos, existen otros en los que la okupación tiene una connotación política y con este acto se pretende enviar un mensaje explícito contra el sistema establecido. En el caso de Barcelona, hay una decena de colectivos antisistema que okupan locales municipales o de fondos de inversión en señal de protesta.
Sus bastiones en Barcelona
El Centro Social Autogestionado (CSA) Can Vies, ubicado en el número 40 de la calle Jocs Florals, en el barrio de Sants, es uno de los bastiones del movimiento okupa en Barcelona. El espacio, de propiedad municipal, está okupado desde mayo de 1997. En el año 2014, el entonces alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CiU), intentó desalojarlo tras conseguir una orden judicial, pero tras días de intensos disturbios en la capital catalana ordenó a las retroexcavadoras, que ya habían derruido una parte del edificio, que se retiraran.
Durante el mandato de los comunes los okupas reconstruyeron el espacio con el beneplácito de Ada Colau, que defendió el uso cultural del edificio, en el que se ofrecen diversas actividades como talleres y conciertos, frente a parte del vecindario, que denuncia que convivir con el CSA es “insoportable”. Ahora, el gobierno de Collboni (PSC) se pone de perfil y opta por no “incendiar” un punto que, según ellos, ya está “pacificado”.
Junto a Can Vies, El Kubo y La Ruïna, enclavados en la Bonanova, uno de los barrios más pijos de Barcelona, se han convertido en baluarte del movimiento okupa y símbolo de resistencia. No obstante, si todo sale según lo previsto, las dos propiedades, que pertenecen a la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), serán desalojadas el jueves 30 de noviembre, coincidiendo con el lanzamiento de otra casa okupa, el Estudi 9, en Santa Coloma de Gramenet. Este hecho ha enfurecido al colectivo squatter, que asegura que la judicatura trata de dividirlos. Se espera que el desalojo de El Kubo, okupado desde 2016, y La Ruïna, desde 2019, sea muy tenso, pues los inquilinos ya han protagonizado altercados en el pasado.
Una red de apoyo
Estarán allí para ayudarlos los miembros del CAOS La Tarántula, que han mostrado su apoyo públicamente a sus colegas de la Bonanova a través de sus redes sociales. Lo harán apenas dos meses después de conseguir frenar el segundo desalojo en pocos años del número 125 en la calle de Amílcar de Barcelona, donde se instalaron a las bravas, y que pertenece a Divarian, un fondo de inversión del BBVA. En sus perfiles se definen como un "espacio transfeminista y anarquista".
La madrugada del jueves también se espera que estén presentes los squatters de La Selva, un "espacio comunitario, okupado y autogestionado en la Font d'en Fargues" que está pendiente de desalojo. De hecho, los squatters de este jardín del siglo XIX organizaron una acampada en noviembre para evitar "la destrucción del espacio y la tala de árboles" para destinarlos a construir viviendas.
También han mostrado su apoyo los okupas de La Cinétika. Los antiguos cines Lauren del distrito de Sant Andreu, emplazados en el número 28 de la rambla de Fabra i Puig, cerraron en 2011 y en 2016 fueron okupados. Los activistas, que definen su espacio como un "centro social feminista, anticapitalista y autónomo" ofrecen proyecciones gratuitas, diversos deportes como yoga, boxeo o muay thai en su gimnasio y talleres.
Del mismo modo, ofrecen un servicio de biblioteca y hacen reparto de alimentos. Aunque la continuidad de La Cinétika pendió de un hilo, pues el gobierno de Colau anunció que quería recuperar el espacio para dotar al barrio de nuevos equipamientos municipales, finalmente se rindió a los okupas y en 2020 anunciaron que no los echarían.
La Administración se rinde
Tampoco echaron a los squatters de Els Tres Lliris, en el barrio de Gràcia, lo que motivó la imputación del concejal Eloi Badia, si bien el embrollo judicial quedó en nada. Badia tuvo que declarar ante el juez por ceder un espacio municipal “a dedo” a unos okupas a cambio de un canon que no pagaban.
Preguntado este medio por la situación del local, el actual gobierno municipal niega que esté allanado y asegura que “hay un convenio de cesión vigente desde el mandato anterior con una entidad juvenil que incluye el pago de un canon”.
Muy cerca de allí se encuentra el Banc Expropiat, que ha ido cambiando de ubicación desde 2011 hasta instalarse en la calle de Quevedo de Gràcia tras dos desalojos. En su propia web explican que son vecinos del barrio que, hartos de la especulación, han decidido okupar un banco “como máxima expresión del capitalismo”. En esta localización organizan grupos de lectura en francés, talleres de costura o un atelier drag, entre otras actividades.
Las históricas
Otro de los iconos okupas de la ciudad es La Kasa de la Muntanya. El edificio histórico, propiedad de la familia Güell y que fue una caserna de la Guardia Civil, fue okupado hace 35 años. En 2018, el Ayuntamiento de Barcelona anunció que el espacio se transformaría en pisos sociales, pero, hoy por hoy, se utiliza como vivienda okupa en la que realizan proyectos de carácter político, autogestionario y antiautoritario como asambleas y charlas.
Junto con Can Vies, otro emblema de la ciudad en cuanto a casas okupa se refiere es el antiguo leprosario de Can Masdeu, que pertenece a la Fundación del Hospital de Sant Pau, en Collserola. Martin Shaw y Brian Russell tiraron su puerta abajo en 2021. Pocos meses después intentaron desalojarlos, pero resistieron tras permanecer durante tres días colgados de los tejados. Hoy es una vivienda comunitaria que se rige por sus propias normas, decididas en asamblea. Se definen como “un punto de encuentro en el que vivir una experiencia comunitaria de autoaprendizaje”.