Si el vídeo iba a matar a los locutores de radiofórmulas, las plataformas amenazan con hacer lo mismo con los cines. La llegada de estas empresas que deciden estrenar sus películas sin pasar por las salas sumado a una pandemia que obligó a reducir aforos cuando no a clausurarlas ha provocado muchos cierres. Aun así, hay cines que resisten. Algunos de ellos, desde hace más de cien años.
La Acadèmia del Cinema Català reconoció en 2020 a este grupo resistente, que pelea año tras año, y no sin pasar penas varias, por su labor de acercar las películas a los catalanes desde hace más de un siglo. Superada la pandemia, las 13 salas que aparecían en la lista se mantienen en activo. Una situación que añade más valor a su gesta.
Por provincias
Las provincias de Tarragona y Lleida, por ahora, no cuentan con ningún cine centenario. Donde sí los hay son en Girona (4) y en Barcelona (9). Algunos de ellos conservan su arquitectura original e incluso son de una sola sala, un factor que añade más mérito. Por eso, no siempre apuestan por el cine independiente.
El secreto para poder sobrevivir durante tantos años es muy variado. Muchos se han convertido en espacios municipales, unos viven de ayudas, y otros cuentan con la inversión privada.
Girona
Girona tiene el Truffaut, sí, pero todavía no llega a centenario. Los que quieran ir a uno de estos lugares, tienen que explorar el interior del territorio. Tres de ellos están a los pies de los Pirineos, el cuarto, en el Empordà.
Casal Camprodoní
El cine llegó muy pronto a este espacio de Camprodon. Fue el 1 de diciembre de 1907, pero ya antes, el 2 de julio de 1899, empezaron con las sesiones de linterna mágica. Pero el edificio data de 1883, cuando se abrió como casino gracias al doctor Robert, Bartomeu Robert. No fue James Bond, pero también ha hecho historia.
No ha sido fácil llegar hasta aquí. Sobrevivieron a la guerra, lo pasaron mal en los años 80 y en 2014 tuvieron que lanzar una campaña de mecenazgo para seguir con su actividad. Lograron los 400.000 euros necesarios y lo celebraron con la proyección de la mítica Cinema Paradiso. Actualmente, proyecta de todo un poco, desde algunas películas de autor, hasta nominadas a los Oscar e infantiles.
Cinema Catalunya
Justo con la entrada del nuevo siglo, en 1900, Nicolàs Vilageliu i Mallol levanta el Teatre Taga en Ribes de Freser. Fue por eso su sobrina quien, tras su muerte, no sólo lo convirtió en teatro-café, sino que aprovechaba para proyectar cine mudo con la pianola de la sala. Y una vez entró, el séptimo arte encontró un lugar para quedarse en la puerta de entrada del valle de Núria.
No fue el único, desde sus inicios tuvo competencia en la localidad, pero sólo ellos han llegado. Lo ha hecho gracias a la iniciativa privada. En los 2000, entró a formar parte de la Federació Catalana de Cineclubs. Fue obra de su entonces propietario, Eugeni Casals, que ya temía por su futuro. Estaba en lo cierto. Tras su jubilación, los Amics del Cinema de la Vall de Ribes buscan una salida, abren puertas al voluntariado y a nuevos socios y, finalmente, en 2009, vía un convenio con el ayuntamiento. Con el paso del tiempo, la Diputación de Girona también ha ayudado a su remodelación.
Teatre Cinema Comtal
El 22 julio de 1917 abre en Ripoll el Salón Condal, gracias a la iniciativa de Esteve Cruells Darniu. Cinco años después lo toma su hijo, que lo reforma. Desde su fundación se dedica a exhibir películas y además a acoger otros eventos. La gestión es siempre de privados, pero cuando en 1977 los responsables de la sala la abandonan tiene que intervenir lo público.
El ayuntamiento compra el local a sus propietarios en 1990 y lo reforma, con la voluntad de que la sala perviva. Desde 1998, es la empresa Circuit Urgellenc SA quien se encarga de la programación. Lo hace de sábado a lunes, pero desde la pandemia, ha tenido que lanzar una campaña de abonos anuales para poder sobrevivir.
Teatre Mundial
Este nombre propio de un circo acoge el cine más antiguo de La Bisbal de l’Empordà. Un espacio que abre en 1914 gracias a un empresario del corcho que decide montarse una sala al lado de la fábrica de tapones.
Durante la Guerra Civil, la propiedad cambió de manos. Pasó a ser tomado por la CNT y posteriormente por la Falange, que una vez instaurada la dictadura lo cedió a los antiguos propietarios. Poco después de la llegada de la democracia, cerró. Era 1979. En 1986, el ayuntamiento adquirió la propiedad para reformarla, pero no hizo nada con ella. Fue a partir de 2007 que el consistorio decidió que allí se exhibieran estrenos, documentales y las películas del Cicle Gaudí, dedicado a proyectar las películas nominadas y ganadoras de los premios.
Barcelona
La provincia de Barcelona es la que más cines centenarios conserva. Hasta en la capital hay uno de ellos. Algunos, ya han dejado de ser de sala única y han pasado a ser multisalas, pero el proyector sigue en marcha.
Cines Bosque
Con todos los cierres que ha habido en la capital catalana, sorprende que una sala con más de 100 años se mantenga en pie. El mérito, en parte, es de una familia cuyo apellido está vinculado al mundo del espectáculo en esta ciudad, los Balañá.
Tal y como relató el periodista Joan Munsó, el edificio se inauguró a las 15.30 del domingo 19 de marzo de 1905 con una ópera, pero el cinematógrafo no tarda mucho en llegar. En octubre de 1906 proyectan las primeras películas. Su nombre se debe a que en la zona estaba el bosque de La Fontana (de allí la estación de metro) y siempre fue un éxito. Aunque Pere Balañá Font decidió tirarlo y construir un edificio aún mayor en 1965. Y el triunfo se mantuvo. Tanto que actualmente es una de las mayores multisalas de Barcelona.
Cinema Catalunya
No es una equivocación. En Terrassa hay un cine también centenario que lleva el mismo nombre que el de Ribes de Freser. Fue inaugurado el 28 de marzo del 1916 bajo el nombre de Salón Cataluña gracias a la voluntad de Pere Romaní i Recasens. Poco después, en 1939, el empresario del cine Joan Porta se haría con la propiedad (y eso que tenía más salas en la ciudad), claro que tras reformarlo no pudo recuperar la inversión. En manos de Frederic Gibert, que lo tuvo en propiedad de 1964 a 1999, pasó a tener dos salas, pero antes del 2000 cerró.
Con la llegada del nuevo milenio, la sala tuvo que ser recuperada por la Administración. En concreto, los cines están a cargo de la Societat Municipal de Comunicació. Esta firmó un acuerdo con la Filmoteca y se ha convertido en su sede en el Vallès.
Cinemes Imperial
Como no podía ser menos, Sabadell también conserva una sala centenaria. Se puede decir, en todo caso, que el Gran Saló Imperial (nombre original) se abrió antes, en 1911 y ya como cine. Su fachada original tiene toques modernistas, con motivos vegetales, obra de Jeroni Martorell.
Lo cierto es que esta sala siempre gozó de mucha popularidad hasta finales de los 70, cuando sólo abría los fines de semana y, rápidamente, la Filmoteca de Cataluña llegó al rescate para hacer sesiones semanales. Y ya en los 90 una iniciativa ciudadana logró hacerse cargo, hasta el punto que la ESCAC se trasladó allí una temporada. Ante la inviabilidad del lugar, una empresa privada se hizo cargo de ella. Derribó todo y se ha convertido en un multisalas que conserva parte de la fachada histórica.
Sala Mozart
El Maresme tiene el lujo de conservar cuatro cines centenarios y el de Calella con nombre de músico. Y eso que, cuando abrió, era el Teatro La Constància. En 1904, llega el cine, pero en 1926, el músico Claudio Salom Morera lo adquirió y lo abrió a otras actividades culturales, manteniendo el pase de películas.
Desde entonces lo han mantenido los descendientes de la familia que han acogido en el local varios eventos e invitado a grandes personalidades de la cultura catalana. No fue hasta 2018 que los propietarios cedieron el espacio al ayuntamiento para poder mantener en condiciones el edificio y seguir ofreciendo a los ciudadanos una programación que va desde los grandes estrenos a ciclos especializados.
Foment Mataroní
Cabe decir que el local llegó antes que el cine al mundo. Era 1832 y se llamaba Teatre Principal, propiedad del Hospital de Sant Jaume i Santa Magdalena. Aun así, puede decir que fue de los primeros en tener un cinematógrafo, en febrero de 1897. En 1910 ya se establece como sede del Foment Mataroní y siguieron con el cine.
La sala ha parado su actividad a lo largo de estos años por reformas, falta de dinero para ellos y demás, pero hoy por hoy sigue activa, aunque en la actualidad está en manos del empresario Arcadi Lluís.
Centre Parroquial
Abierto en 1914 como el Recreo por parte de un empresario, rápidamente la sala de cine cayó en manos del Patronat Obrer de Sant Isidre. Esta institución de dinamización y unión juvenil presentaba obras de teatro y proyectaba películas desde sus inicios.
Tras la guerra llegó a ser Centro Parroquial y aun así, el proyector rodaba. Y así sigue siendo desde entonces, por mucho que parezca sorprendente. Renovado, con 210 butacas, nuevo sonido y sesiones semanales y en versión original subtitulada.
La Calàndria
La última sala de esta lista que pertenece al Maresme y mantiene el mismo nombre con el que se inauguró en 1910 y ya con un cinematógrafo es La Calàndria. Hasta 1914 no llega para quedarse y empezar a explotar la sala, cuyos mayores éxitos fueron en los años 60. Y en los 80, para atraer al público empiezan a hacer monográficos. La iniciativa privada necesita público.
Por extraño que parezca y, pese a reducir el aforo a 456 butacas a 138 palcos, la sala se mantiene. En 2017, se hizo cargo de ella Cines la Calàndria SL, quien se encarga de la explotación y ofrece los últimos estrenos, sobre todo, taquillazos.
Sitges
Mención especial merece esta ciudad del Garraf. Es la única de toda Cataluña que mantiene dos salas de cine centenarias que, además, acogen el festival de cine fantástico de Cataluña año tras año. Sí, se trata de los cines Prado y los cines Retiro.
Cine Prado
Nace como casino en 1877 y justo 30 años después tiene lugar la primera proyección de una película. Lo hacen con poca regularidad desde entonces, pero el cinematógrafo se vuelve algo indispensable a partir de 1939, pasada la guerra. Dos años después ya se organizan pases al aire libre, que se mantienen hoy.
Acoger al Cineclub y al Festival de Sitges desde sus inicios lo sigue manteniendo en vida. Ha sido plató de películas y forma parte ya del Catàleg del Patrimoni Arquitectònic de Sitges.
Cine Retiro
Menos antiguo, pero insistente. Hubo una primera proyección en 1902, otra en 1906, hasta que en 1908 Simó Llauradó i Clarà se encarga de ofrecer sesiones más regulares a los vecinos. La sesión inaugural es el 7 de marzo. Desde entonces pasa de mano privada en mano privada y siempre con éxito.
Como pasó con el Prado, su máximo esplendor fue en los 60, pero la llegada del festival de cine le da mucha vida. Desde 1970 hasta 1992 fue la sede oficial del certamen. Aunque ahora se mantiene como sala complementaria. Actualmente, ofrece películas en versión original que van del cine independiente al más comercial.