"Me enteré a la vez de que fui adoptado y de que mi madre vendía bebés"

Salvador no sabe ni por dónde empezar a contar su historia. A sus 38 años, se encuentra reescribiendo su vida desde cero, ordenando sus recuerdos y buscando las respuestas que nunca le dieron.

Todo empezó en 2020, cuando fue al registro a pedir la partida de nacimiento para contraer matrimonio. “Me casé el año pasado y al ir a buscar la partida de nacimiento descubrí que era adoptado”. De pronto, Salvador vio el nombre de la mujer que le había traído al mundo en ese papel. “Madre: María Rosa Santos Asensio”, decía el documento.

Defraudado, pero tranquilo

“En ese momento me sentí un poco defraudado, porque había vivido una mentira pero, a la vez, tranquilo de saber que lo que yo veía o me imaginaba no eran invenciones mías”, ha contado Salvador a Crónica Global. Desde hace años, explica, venía sintiendo un cierto rechazo por parte de la familia. Eso, sumado a la edad avanzada de sus padres adoptivos y el inexistente parecido físico con ningún familiar le hacía sospechar lo que, finalmente, descubrió. “En una boda, en lugar de sentarme con mis primos, me pusieron con la familia del otro”, recuerda.

Y ahí estaba, con un papel que lo devolvía al minuto uno de la vida y sin poder preguntar a sus padres adoptivos, ya fallecidos, sobre lo que acababa de descubrir. “Necesitaba saber mis orígenes”, cuenta a este medio.

Buscando en redes

Casi por inercia, acudió a las redes sociales para averiguar algo, por poco que fuera, de la mujer que le había dado la vida aquel 17 de enero de 1984 en Palma de Mallorca. Poco después, alguien le escribió asegurando conocer a la que era su madre biológica. Pero la alegría duró poco porque nunca imaginó lo que estaba a punto de descubrir.

Salvador pasó de no saber de la existencia de esa mujer a tener más información de la que podía digerir. Al parecer, María Rosa Santos había ofrecido una entrevista en la década de 1990 a una conocida revista.

“Te alquilo mi vientre”

“¿No hay personas que donan un órgano a quien pueda necesitarlo? Pues yo estoy dispuesta a dar un bebé a quienes no puedan tenerlo”. Esas eran las declaraciones de su madre biológica, alguien que aseguraba llevar 19 años siendo “madre de alquiler”.

María Rosa Santos explica en una entrevista que pasó 13 años teniendo bebés para otras familias

El texto que acababa de llegar a sus manos describía como su entrevistada se movía inquieta durante la sesión: “Quiere dejar claro que ella no obtiene ningún beneficio material con lo que hace”. De hecho, aseguraba María Rosa, “que nadie se vaya a pensar que esto es un mercadillo”, insistía una y otra vez. “Desde los 20 años he tenido 13 embarazos. Diez acabaron en partos completamente normales y tres en aborto. He tenido diez hijos”, explicó. Todos ellos nacieron entre Barcelona y Palma de Mallorca y, la mayoría, fueron entregados, según contaba en la revista, a una tal M. F.: “Es una señora que pertenecía a una asociación que buscaba parejas que quisieran bebés. Se encargaba de contactar con los médicos y las clínicas adecuadas”.

Nada de altruismo

Poco a poco, a Salvador le fue llegando más información sobre su madre biológica y la actividad a la que se había estado dedicando durante tantos años. Al parecer, la persona que le habría puesto sobre su pista se encontraba, junto a otro grupo de personas adoptadas, investigando una presunta trama de tráfico de bebés en la que intervenían, al menos, la clínica San Cosme y San Damián de Barcelona (ya desaparecida), la Fundación Josep Figueras-OFA (Obra Familiar de Adopción) y la casa bressol Santa Isabel de las Siervas de la Pasión, de Barcelona. Con estas últimas ha intentado hablar este medio, aunque no ha habido respuesta.

Rosa María Santos concede una entrevista explicando que ha dado a luz a diez bebés para luego entregarlos

Algunas de estas personas adoptadas sí han hablado con Crónica Global y, en uno de los casos, han explicado que sus padres pagaron un millón de las antiguas pesetas a esta Obra Social para poder adoptarle. Hoy por hoy, y después de varias décadas de búsqueda, a esas personas se les sigue negando el derecho a saber quiénes son, se les niega la información sobre sus orígenes. No pueden conseguirlos a través de los señores Figueras (ya fallecidos), ni del hospital (que ya no existe), ni de las religiosas.

Salvador, mientras, sí sabe quién es su madre, alguien a la que no busca. Conoce cómo acabó recurriendo de forma habitual a la Obra Social para entregar sus bebés, a él y a sus nueve hermanos, a los que ahora intenta localizar para poder empezar a escribir un nuevo capítulo de su historia.