El alto representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Miguel Ángel Moratinos, niega que haya un “choque de civilizaciones” en la guerra de Ucrania y cree que “Europa y Occidente deben evitar caer en la tentación de querer imponer la denominada civilización occidental al resto del mundo”.
El diplomático sostiene que nadie podría imaginarse “un deterioro tan rápido y tan grave como el que acabamos de vivir con la invasión rusa a Ucrania y el peligro de una desestabilización internacional generalizada”. Muestra, así, su condena “absoluta” a la violación de los principios y objetivos de la carta de la ONU por parte de la Federación Rusa y la plena solidaridad con el gobierno y el pueblo ucranianos.
Reclama movilizar esfuerzos
En sendos artículos publicados en The Guardian y El Confidencial, Moratinos reclama movilizar todos los esfuerzos para lograr de manera inmediata un alto al fuego y evitar más pérdidas de vidas humanas, así como poner punto y final a la destrucción de infraestructuras y al sufrimiento de la población ucraniana.
El alto representante se cuestiona cómo es posible que el sistema de prevención, mediación y negociación diplomática no haya sido capaz de detener el ataque e invasión de Ucrania: “Todo ello nos debería llevar a revisar la eficacia y credibilidad de las instituciones y organizaciones internacionales, y en particular el organismo máximo en materia de garantizar la paz y la seguridad”.
Unidad del mundo occidental
El exministro español de Asuntos Exteriores y de Cooperación ha destacado el “colapso de un concepto tan revolucionario como necesario: el sistema de seguridad colectiva”. Este se había introducido en el concierto de naciones tras siglos de guerras para contrarrestar los resultados del equilibrio de poderes. No obstante, señala que “nadie puede sentirse seguro si el otro se siente inseguro”, por lo que este pacto implícito es el que cree que se ha roto con la invasión a Ucrania.
Moratinos reclama no retornar a “un mundo obsoleto de bloques y zonas de influencia que parecía ya olvidado ni priorizar un enfoque exclusivamente militar centrado en el rearme”. Como dato positivo, destaca la unidad del mundo occidental, ya sea dentro de la OTAN, la relación transatlántica, y el resurgir de una Unión Europea.
Frenar la “rusofobia”
El alto comisionado considera que en la guerra actual no hay choque de civilizaciones entre Occidente y Rusia, sino que el país ha sido, vivido y es un estado donde la cultura, la religión y la lengua forman parte de una civilización común con Europa. Reconoce que hay rasgos específicos de la llamada “alma rusa”, pero pide poner freno a una “rusofobia” que hoy en día se encuentra sin límites.
Finalmente, alerta sobre los crecientes ciberataques en ámbitos claves del funcionamiento de nuestras sociedades con implicaciones muy peligrosas y destructivas. “La tarea prioritaria en estos momentos es parar la guerra. La diplomacia debe recuperarse y utilizarse de inmediato”, concluye.