Taran: “Putin nos lo ha robado todo, incluso el idioma para dar órdenes de matar a niños en Ucrania”
La activista rusa afincada en Barcelona asegura que en esta guerra “no hay matices” y que el agresor es el Kremlin; denuncia las prácticas de su gobierno y se manifiesta junto a la diáspora ucraniana
11 marzo, 2022 00:00Yulia Taran nació en San Petersburgo (Rusia), donde estudió filología hispánica, y desde 1998 reside en Barcelona. Es activista y está convencida de que el presidente de su país, Vladímir Putin, es el único agresor. “No hay matices”, sentencia sobre la guerra en Ucrania. Estuvo casada con un ucraniano y vivió durante ocho años en Lugansk, en el Donbás, la zona prorrusa que fue reconocida como independiente por el Kremlin antes de iniciar la invasión en la república eslava.
Lleva años denunciando desde la capital catalana el régimen autoritario de Putin, tras la detención y condena del opositor Alekséi Navalni. Su voz ha tomado todavía más protagonismo en el conflicto bélico ucraniano, con un apoyo firme y completo a la diáspora eslava en Cataluña. Todos los días está presente en las manifestaciones en contra de la guerra y en apoyo al pueblo de Ucrania. Es dura en sus posicionamientos y asegura conocer los dos grandes enemigos del presidente ruso.
Datos de 2014 a 2022 en Ucrania
Antes de comenzar con la rueda de preguntas a Taran, parece altamente recomendable hilar una serie de hechos históricos que gestaron, en la cabeza del dirigente del Kremlin, la invasión de Ucrania bajo la premisa de “desnazificarla”. La explosión del Euromaidán el 21 de noviembre de 2013 en las calles de Kiev fue el inicio del fin del régimen prorruso de Víktor Yanukóvich. El presidente ucraniano hasta ese momento no supo predecir que su caída iría seguida, al año siguiente, de la incursión y anexión rusa de Crimea.
Pero existe otro suceso que enfureció a Putin: los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014. Lo que debería haber sido la gran demostración deportiva y logística de Rusia al mundo, más allá del campo militar, quedó opacada por las manifestaciones paneuropeas en Ucrania. Poco después se produjo la anexión de Crimea, el 18 de marzo, y la propaganda aumentó en las regiones del Donbás. El resto ya es conocido, con la invasión dirigida por Putin en territorio ucraniano. Yulia Taran, conocedora de primera mano del Donbás, especialmente de Lugansk, donde además nacieron sus hijos, habla con Crónica Global sobre lo que está ocurriendo en estos momentos en Europa y la posición de la mayoría de ciudadanos rusos residentes en Barcelona.
--Pregunta: ¿Qué sucede en Rusia tras la invasión de Ucrania?
--Respuesta: El comienzo de la guerra ha marcado un antes y un después. Antes el régimen de Vladímir Putin era el mismo, pero al menos mantenía la fachada. Ha pasado de la autocracia a un principio de dictadura.
--P: ¿Cómo definiría ahora mismo a Putin, como ciudadana rusa?
--R: Es el nuevo talibán ruso. Pero con un problema añadido, porque Rusia es mucho más grande que Afganistán. Por compararlo con un personaje histórico, Hitler, Stalin y Putin están en el mismo saco los tres.
--¿Por qué Hitler?
--Putin está copiando totalmente todas las tecnologías de Hitler. Durante los últimos años teníamos delante de nuestros ojos toda la trayectoria de Hitler y nosotros sin tener la lucidez de verlo.
--¿A qué se refiere exactamente?
--La propaganda, el culto a la persona, todo el poder concentrado en él y, el más importante, la anexión de todos los territorios de forma paulatina. Hablamos de Hitler, pero Stalin es lo mismo con diferente signo.
--Usted vivió ocho años en Lugansk, en el Donbás, una zona prorrusa de Ucrania cuya independencia reconoció el Kremlin antes de comenzar la invasión. ¿Qué sucedió allí?
--Todo empezó después de 2011, más o menos. Surgieron cosas raras, la televisión rusa era la más vista en el territorio, por ser la lengua habitual de su gente, y las noticias comenzaron a ejercer propaganda, hablando de rusofobia en Ucrania.
--Pero entiendo que solo con la televisión no se consiguió cambiar la mente de la gente…
--Entre 2012 y 2013 fue más fuerte: se censuraron los medios de comunicación. Cerraron las cadenas independientes, todas pasaron bajo control del gobierno y entonces empezó el desastre que vivimos ahora.
--¿Cómo era antes Lugansk?
--Es el lugar con más apertura y más bondad que he visto nunca. Yo llegué allí con mi marido después de acabar la carrera en la Universidad de San Petersburgo, porque mis suegros eran de allí. Comparado con mi ciudad o Moscú, donde la gente es más snob, era bellísimo, con gente con ganas de pasarlo bien, acogerte y ayudarte.
--Entiendo que durante la URSS hubo un gran movimiento en busca de trabajo hacia el Donbás.
--Exacto. En los años 50 y 60, al no haber fronteras en la Unión Soviética, comenzaron a venir muchos rusos, pero también armenios y de otros lugares en busca de trabajo en las minas de carbón. Cuando yo llegué allí en 1990, no sabías quién era ruso, ucraniano o armenio, y no lo querías saber, daba igual. Todos hablaban un ruso medio ucraniano, porque era el habla común.
--Pero la propaganda, según usted, acabó con esta idílica convivencia en la región.
--Propaganda feroz. De hecho, esto también pasa en Rusia ahora. No es lo mismo un ruso que mira la televisión que el que no la mira, con el que la ve no puedes razonar.
--¿Por qué?
--Porque la misma palabra significa dos cosas diferentes. Por ejemplo, para un ruso “agresor” es Ucrania y “genocidas” o “nazis” son los ucranianos y no el Kremlin. Pero los hay peores, que dicen que los colaboradores con los nazis son las mujeres y los niños bombardeados.
--Pero es difícil creer esto en pleno siglo XXI.
--No viene de un día. Para formar este lenguaje paralelo necesitas décadas. Eso es lo que ha hecho Putin. Introdujo esta realidad alternativa. La gente está atrapada, ni siquiera les echo la culpa.
--¿Qué dicen exactamente por la televisión rusa?
--El discurso de Putin. Dicen que hay que matar, que está permitido y está bien visto matar a gays, a los opositores, a ucranianos… horrible. De hecho, dicen que “hay que arrancarles corazones y enterrarlos vivos”. Esto las 24 horas del día.
--Un mensaje atroz. ¿Pero en qué pata se apoya el Kremlin para convencer con este discurso? ¿En el orgullo nacional?
--En el chovinismo más salvaje y cavernícola. La etnia dominante está arraigada en la población. Solo existe una etnia titular en Rusia: la rusa. Está por escrito, en la Constitución. El resto no son titulares, y las consideran inferiores.
--Pero existen voces que resisten al mensaje del Kremlin.
--Navalni. De hecho, su equipo ha hecho una gran labor a través de YouTube. Putin sabe que si censura todo y controla la televisión puede controlar a la población. Pero mientras está YouTube y todas las mentes brillantes que nos sepan razonar y poner todas las cosas en su sitio habrá esperanza. Putin lo sabe.
--Pero Navalni está en prisión.
--Sí. Porque tiene miedo de la verdad que tarde o temprano saldrá a la luz. Por eso encarcela a todo el que se opone a él y lo censura todo.
--Sin embargo, hubieron manifestaciones multitudinarias en contra de la guerra en San Petersburgo y Moscú.
--Y Putin ha actuado con mucha dureza. Ha enviado a niños a comisaría con sus madres encarceladas por poner flores junto a la embajada ucraniana en Moscú. Niños llorando porque no entienden lo que sucede, pero saben que sus madres no pueden salir.
--Parece que Navalni, por todo el movimiento de protesta, puede ser considerado como uno de los mayores enemigos de Putin…
--Y Saakashvili.
--¿El expresidente de Georgia?
--Correcto. Son sus mayores enemigos, y quizás ahora también el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
--¿Por qué lo cree?
--Todo tiene que ver con la pasta para Putin, todos se pueden comprar y vender, según él. Pero cuando encuentra a otra persona que gobierna no para enriquecerse, sino para hacer el bien a su país y a su gente, va en contra de su esencia. Eso nunca lo podrá entender y eso le asusta.
--En relación a Saakashvili, presidente durante la guerra de Georgia de 2008, ¿ve usted parecidos razonables entre ese conflicto y el actual en Ucrania?
--Es muy similar. Antes de la acción militar siempre precede el trabajo con la población. Putin manipula y engaña, es lo único que sabe hacer, fue educado para eso como espía. Lava el cerebro a la población y luego la gente le apoya. Lo hizo en Osetia del Sur y ahora lo ha hecho en Donetsk. Su táctica es rusofizar.
--Pero los rusos, especialmente en el exterior, no tienen culpa de ello…
--Todos tenemos culpa. Yo me siento culpable, aunque nunca voté a Putin. Pero por el mero hecho de ser rusa me siento culpable: es mi país, mi idioma, es mi Kremlin… Putin nos lo ha robado todo. En mi idioma se están dando órdenes de a matar a los niños en Ucrania.
--¿Existe rusofobia en Barcelona?
--Yo no la he sufrido, más allá de insultos de los ucranianos, que es lo normal entre dos países que están en guerra. De otra forma no sería lógico, tienen razón. Aunque espero que esto no llegue a lo personal, porque somos personas civilizadas. No creo que ningún catalán ataque a un ruso por ser ruso, pero pensará “mira el gilipollas este que ha armado una guerra”.
--¿Apoya a la diáspora ucraniana en Cataluña?
--Todos los días. Me paso el día en la calle con mi pancarta con los ucranianos que se manifiestan en contra de la guerra y de Putin.
--¿Hay pocos rusos pro-Kremlin en España?
--En Barcelona casi todos somos anti-Putin, aunque es difícil de decir. Lo cierto es que Cataluña es donde más capacidad de protesta y concentración hay. Aunque en Alicante y Benidorm, donde residen más oligarcas, o en Madrid, hay más gente afín al Kremlin.