Nueve de la mañana de un domingo de julio. Decenas de personas forman cola en un pabellón de la Fira de Barcelona. Un primer anillo, distancia de seguridad y vallas que custodian tres vigilantes. Un aviso: tarjeta sanitaria y DNI en el mano. Solo unos minutos después, ya en una segunda segunda fila, toca mostrar la identificación del CatSalut en una ventanilla donde verifican los datos. La tercera cola es la de la inoculación de la vacuna contra el Covid-19. Cinco minutos más y primera dosis puesta. Lo mismo sucede con los puntos móviles. “He estado unos minutos en la cola, y ya”, cuenta Cecilia, de 28 años, tras recibir la inyección este martes en el camión apostado en las Tres Xemeneies. Explica que recurre a esta opción porque llevaba unos días fuera de la ciudad y al enterarse de la localización del vehículo no lo dudó. En la hilera hay jóvenes, como ella, pero también personas de mediana edad y de nacionalidades varias.
“Una campaña de este tipo no se había llevado a cabo nunca. Las primeras que recordamos en España son de los años 60, con la poliomielitis para población infantil. Las de la gripe nunca han sido de este calibre, y con la del Covid-19, hay que reconocer que tras Semana Santa, y sobre todo en los últimos días, asistimos a un aumento importante de las coberturas vacunales. Si seguimos así podría alcanzarse el 70% a finales de verano”, indica a Crónica Global Fernando Moraga-Llop, vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología.
Sí han surgido pequeños contratiempos. Colas que han superado las dos horas para acceder a la vacunación en la franja de 60 a 69 años en otros puntos móviles de la capital catalana, como el apostado en Arc de Triomf. También un fallo en el sistema de citas que impidió hace unos días administrar la dosis a algunos catalanes. “Es normal algún caso o momento en que no, pero la campaña ha sido modélica”, subraya el doctor.
La 'cara b' de la vacunación masiva
Así lo secunda la epidemióloga Silvia de Sanjosé. “Que el 60% de la población española tenga ya una dosis de vacuna administrada ha requerido un esfuerzo impresionante”, indica. Un esfuerzo que ha asumido la enfermería de una Atención Primaria lastrada por los recortes, y que ahora se encuentra con falta de personal por las condiciones a las que se ven sometidos. “El sistema estaba preparado para poder hacer frente a una vacunación masiva, pero esto no quiere decir que los sanitarios involucrados no estén agotados tras hacer un gran esfuerzo durante muchos meses. Batallan, no solo con la vacunación, sino con esta nueva ola que hace que la primaria, cuando ya pensaba que podía normalizar la atención de pacientes crónicos, tenga que volver a desplazar esta actividad porque hay nuevos contagios que, aunque no son tan graves como los de enero, sí que se diagnostican, hay que hacer PCRs y seguimiento”, apunta la investigadora del IDIBELL-ICO.
Esta es la cara b del proceso de vacunación. “Estamos agotados física y mentalmente. Vemos que las cosas mejoran, que podemos empezar a respirar un poco y volvemos a caer otra vez. Es desesperante. Además del cansancio, lo vemos con mucha preocupación”, cuenta la enfermera Pilar Yuste, del sindicato Satse. Al inicio de la crisis sanitaria, la presión asistencial recayó sobre los hospitales por la gravedad de los infectados, pero los ambulatorios también estaban “desbordados, porque suponen la puerta de entrada de la población al sistema de salud”, recuerda esta profesional.
La presión asistencial satura la primaria
El proceso se ha invertido. “Ahora está recayendo sobre la primaria porque, en general, los infectados no desarrollan un cuadro tan grave; aunque algunos sí requieren ingreso hospitalario. Pero los tests diagnósticos, la primera visita, y el seguimiento, así como la vacunación sí depende de los CAPs", explica Yuste. Una presión que tiene consecuencias en los pacientes no Covid. “Llevamos un año y medio en que no podemos controlar como nos gustaría la atención a los crónicos, y esto supone el aumento de la morbilidad que estamos viendo ahora”, advierte el facultativo de primaria Jordi Aparicio, de Metges de Catalunya.
Campaña de vacunación en Fira de Barcelona / CG
Hace unas semanas se retomaron las visitas presenciales a los crónicos, pero esta nueva ola de contagios las ha interrumpido de nuevo. “Los médicos de primaria estamos muy preocupados, porque conocemos a los pacientes, sabemos qué patologías tienen y si ellos no pueden contactar con nosotros porque el teléfono está colapsado y las visitas, limitadas, llegará un momento en que tengan necesidades urgentes”, alerta Aparicio. Para paliar esta saturación, la Consejería de Salud ha decidido que los CAPs no realicen más tests a los contactos estrechos de positivos sin síntomas, pero no es suficiente.
Patologías sin diagnosticar
El propio conseller, Josep Maria Argimon, ha señalado en reiteradas ocasiones que la "gran presión asistencial" en la primaria por el incremento de infectados es "muy preocupante". Una saturación que también se pretende paliar al vender tests autodiagnósticos en las farmacias a partir de la próxima semana, según ha anunciado el Ministerio de Sanidad. Y es que otra de las consecuencias de una Atención Primaria al borde del colapso serán las patologías sin diagnosticar. “Ya sucedió en la primera ola, y cuanto más tardemos en retomar la actividad habitual, más habrá”, pronostica Aparicio. Por su parte, Moraga-Llop indica que la atención a pacientes Covid ha repercutido incluso en la vacunación infantil. “Se mantuvieron las dosis de los primeros meses de vida, pero después se produjo una caída en picado por el miedo a acudir a los ambulatorios”, señala el pediatra.
La crisis sanitaria no ha hecho sino acrecentar años de déficit de personal y recursos. “La pandemia ha sido un factor más, pero si no toman medidas, la Atención Primaria se va al garete”, alertan desde Metges de Catalunya. “Lo que no puede hacer el mismo personal es vacunar y atender a enfermos. Tampoco un facultativo puede atender urgencias Covid y al mismo tiempo, todo lo demás. Es imposible”, lamenta Aparicio.
Sin personal para los ambulatorios
Y es que, como admitió la directora del CatSalut, Gemma Craywinckel, falta personal. ¿El motivo? Desde el citado sindicato apuntan a las condiciones laborales, por lo que pese a habilitarse nuevas plazas, en muchas ocasiones no se cubren. Este déficit se traduce en enfermeros y médicos que doblan turnos desde hace meses para hacer frente a las consecuencias derivadas de la pandemia. Una situación que se acrecentará con las vacaciones estivales de unas plantillas mermadas, también por el estrés y la ansiedad.
Una de esas profesionales al pie del cañón es Silvia Lorente, enfermera del CAP Adrià de Barcelona. Atiende al teléfono tras visitar a varios pacientes crónicos y pese a todo, el agotamiento, el estrés, y la nueva ola, se muestra optimista. “Hay que minimizar ciertas situaciones para poder centrarnos en lo importante”, señala. Y es que esta sanitaria advierte de que con las colas de jóvenes asintomáticos se pueden perder pacientes Covid y no Covid que sí requieren atención urgente.
CAPs para todo
“Justo ahora que empezábamos a ver la luz al final del túnel, tras los viajes de fin de curso y San Juan, ha llegado el aumento brutal de contagios entre los jóvenes”, explica. Lorente acababa de retomar la atención domiciliaria a los crónicos cuando estalló la quinta ola. “Un positivo supone decenas de contactos y el circuito pasa por el CAP. Hay que localizarlos, vienen al centro y los visita un enfermero que les realiza la prueba. Si no están graves no pasan por el médico, o quizá sí, porque necesitan la baja. Conlleva muchísimos recursos y no llegamos”, cuenta. Por la gran afluencia, algunos días han llegado a agotar las existencias de tests.
La consecuencia es que las urgencias no Covid se han convertido en un “cajón de sastre”. “Todo lo que no podemos atender, como a los crónicos, va a parar allí, y también se están llenando”, avisa la enfermera. Celebra que la campaña de vacunación está siendo un éxito, pero ésta supone otra sobrecarga añadida para los sanitarios. “En una mañana podemos llegar a vacunar hasta a 150 personas, una cada dos minutos”, explica.
Certificado Covid
Gestionar el proceso se vuelve más difícil cuando alguno de los usuarios desconfía sobre sus efectos secundarios --“es normal que existan dudas y miedos”, indica--. También les llaman de forma habitual para preguntar cómo se descarga el pasaporte Covid. “Han sido tantas las consultas sobre el certificado, virtuales como telefónicas, que no dan cabida a las que quieren pedir cita por un tema médico”, detalla Lorente.
A pesar de ello, esta sanitaria confía en la autorresponsabilidad. “Por suerte, la gran mayoría de la población sabe lo que tiene que hacer y está concienciada”, señala. Lo que no puede comprender es que, tras año y medio de crisis sanitaria, la Administración no haya previsto el impacto de una nueva ola. “Hay que invertir en la Atención Primaria. La pandemia nos deja escuálidos. No quiero ser pesimista, pero si esto sigue así, tengo la sensación de que esto será la crónica de una muerte anunciada”.
¿Y en otoño?
El escenario tras el verano preocupa ya a los sanitarios. El impacto de las vacaciones y la campaña de la gripe que arrancará en otoño. “¿Cómo vamos a hacerlo?”, cuestiona esta profesional del CAP Adrià. Las esperanzas están puestas en la denominada inmunidad de grupo o rebaño, pero desde la Asociación Española de Vacunología recuerdan que ya no bastará el 70% de la población inoculada, sino que el umbral deberá ampliarse hasta el 85%. Su vicepresidente afirma que las inyecciones no garantizan la inmunización frente a la enfermedad, como sucedió con el hombre de 80 años fallecido en Bellvitge pese a contar con la pauta completa. ¿El motivo? “Además de las nuevas variantes, hay que tener en cuenta que las vacunas no son esterilizantes. Es decir, el vacunado queda protegido de las formas graves de la enfermedad, menos de las leves y aún menos de la infección. Puede contagiarse e infectar, si bien lo hará en una menor medida que el no vacunado”, puntualiza Moraga-Llop.
El doctor subraya que por este motivo se tiene tanta “esperanza depositada” en las vacunas intranasales. En el caso de España, es el virólogo Luis Enjuanes (CSIC) el que desarrolla esta tipología de antídoto, de una sola dosis. “Si los ensayos clínicos lo confirman, esta sí evitará la infección”, explica. Una fórmula que daría mayor protección en las vías respiratorias, la principal puerta de entrada del coronavirus.