Enfermera de un CAP realiza una prueba a un paciente / EFE

Enfermera de un CAP realiza una prueba a un paciente / EFE

Vida

Ana, enfermera: "El vaciado de las UCI traslada la presión a la primaria"

Seguimiento de pacientes crónicos y realización de PCR, entre las funciones de esta sanitaria de 61 años durante la pandemia

25 mayo, 2020 00:00

Desde que se declaró la emergencia sanitaria hasta hoy, Ana, que ejerce como enfermera en un CAP de la zona alta de Barcelona, señala que los cambios en su profesión han sido diarios. “Ya no se recibe a nadie dentro de la consulta; como mucho atendemos 20 o 30 visitas al día, cuando antes teníamos 35 pacientes cada una de nosotras, y somos veinte”, detalla. Eso sí, esta reducción de visitas no significa menos trabajo. “Con el vaciado de las UCI, la presión ha disminuido en los hospitales, pero se ha trasladado a la atención primaria”, constata.

Una enfermera realiza un test rápido de coronavirus a un paciente / EFE

Una enfermera realiza un test rápido de coronavirus a un paciente / EFE

Su trabajo se ha trasladado a la calle. Domicilios y residencias. También atención telefónica, sobre todo a enfermos crónicos e infectados con Covid-19. “De los más graves se encargan los médicos, y de los leves las enfermeras”, detalla. Unos cambios a los que, presume, se han adaptado con eficacia. Más allá de los cuidados, Ana confiesa que también hace de psicóloga. “Muchas veces atendemos a personas que están aisladas, y hablar con un profesional sanitario es diferente a hacerlo con un amigo”.

Extremar la precaución

Las atenciones domiciliarias son de pacientes de edad avanzada con alguna patología crónica, como hacer el control de sintrom. Para atenderles; doble mascarilla, gorro y bata plastificada. “Cualquier vivienda es sospechosa frente al virus. Tienes que ponerte el equipo de protección individual (EPI), y al salir lo ponemos en una bolsa de plástico, y lo tiramos a la basura”, explica esta sanitaria de 61 años.

Algunos de sus pacientes están aterrados. La soledad y el miedo al virus. “Procuramos cuidarles, mimarles e informarles. Hay quien se adapta mejor y otros peor, pero hacemos lo que podemos”, señala. Admite la “sobrecarga de trabajo” durante estos días, sobre todo con la disminución de contagios y el cambio constante de los protocolos a seguir. “No porque lo hagamos mal, sino porque es una enfermedad nueva, se detectan nuevos síntomas, y las autoridades sanitarias hacen los cambios pertinentes”, se apresura a aclarar.

Seguimiento de los pacientes

“Hacemos PCR para estudios, en residencias, estamos dispuestos a todo, pero vamos de culo”, admite. Y es que la atención primaria se encarga de hacer el seguimiento de los pacientes que han recibido el alta hospitalaria. “Cada dos, tres días, un seguimiento constante, y algunos han recaído”, cuenta.

Un sanitario manipula la muestra de un paciente con Covid-19 / EFE

Un sanitario manipula la muestra de un paciente con Covid-19 / EFE

De todos estos meses hace una lectura positiva. “Si todo va bien podré jubilarme en dos años, y te prometo que nunca había aprendido tanto como en estas últimas semanas. Me lo tomo como una experiencia enriquecedora y he disfrutado trabajando a tope”, señala. “A pesar de los pesares”, ya que es consciente de las víctimas que se ha cobrado el virus.

Aprender al borde de la jubilación

“Una cosa es ponerte una mascarilla para entrar a quirófano, yo lo he hecho muchas veces porque soy matrona, pero participar en nuevos protocolos, estudios, aprender a hacer una PCR, a colocarte un EPI; es algo totalmente nuevo”, detalla. Y es que Ana es “muy optimista”.

Aunque sabe que la evolución de la enfermedad es imprevisible, confía en que, pasado el verano, el número de contagios haya caído todavía más. Mientras tanto, “desde el punto de vista laboral”, celebra haber aprendido tanto a dos años de jubilarse. “Nunca hubiese imaginado pasar por algo así”, admite.