Después de un mes con el 90% de los sanitarios dedicados a Covid-19 y decenas de miles de contagiados, una avalancha de enfermos crónicos pospuestos amenaza con otro colapso al sistema de salud. Los polienfermos físicos y mentales, unos cinco millones de la envejecida población española, han visto canceladas de manera indefinida citas, ingresos programados, tratamientos e “intervenciones quirúrgicas no preferentes”.
“Cuando la pandemia amaine, incluso antes de manera solapada, vendrá otra mayor, otro colapso de las urgencias y el conflicto para acoplar agendas y cirugías aplazadas”, temen las asociaciones profesionales de médicos de familia y hospitales.
Presupuesto inasumible
Las administraciones y ejecutivos central y autonómicos tienen un reto monumental. Los últimos estudios indican que los españoles que toman cinco medicamentos o más al día se han triplicado en diez años hasta alcanzar el 8,9% de la población, casi 4,2 millones. Habría que añadir casi otro millón que solo padece una enfermedad pero seria. Un 17%, casi 8 millones, sufre dolor crónico (INE, Ministerio de Sanidad) y uno de cada diez mayores de 15 años tiene problemas de salud mental. Según las proyecciones del informe Cronos, afrontar esta realidad sociosanitaria necesita un esfuerzo presupuestario adicional de 28.000 millones de euros a los 74.000 actuales de la sanidad pública y 31.000 de la privada. Una cantidad inasumible en tiempos de recesión económica como la que se avecina.
Las estadísticas muestran una tendencia preocupante por el envejecimiento de la población. En comunidades como Asturias y Galicia los mayores de 65 años ya son el 25%. El aumento de la cronicidad se ha disparado en todos los tramos de edad hasta alcanzar el 36% en mayores de 80 años.
Cierres y confinados
La recomendación oficial a este colectivo muy vulnerable al Covid-19 ha sido la quedarse encerrados en casa. Salvo ante partos y estados muy graves. Los propios pacientes, sobre todo los mayores de 65 años, han hecho de tripas corazón por temor al contagio. Han aguantado incluso en casos de cánceres con metástasis, hasta el fallecimiento. Solo en Madrid han fallecido al menos 629 confinados en domicilios, según la Asociación El Defensor del Paciente.
Los servicios de salud de las comunidades autónomas muestran datos preocupantes. Tras decretarse la alerta sanitaria han sido cerrados en España 484 centros de atención primaria, más de un centenar de ellos en Madrid y Barcelona. Los escasos efectivos han hecho de apagafuegos con poco más que atención telefónica y análisis domiciliarios.
Listas de espera disparadas
Las listas de espera quirúrgicas se han disparado, aunque no lo reflejen las listas oficiales. La sanidad pública ya es campeona, sobre todo la catalana. En julio del año pasado, últimos datos del departamento que dirige Salvador Illa, el total de españoles en espera estructural se situaba en 671.498 pacientes. El tiempo para ser operado alcanzaba de media los 115 días.
En la sanidad privada la espera media es de 30 días, lo que ha disparado a casi 11 millones el número de asegurados, según el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS). Pero la alarma sanitaria ha incorporado al sistema privado y también ha frenado sus planes y actividades, anulando citas y postergando cirugías menos urgentes.
Contagiados y bajas
El colectivo médico todavía no ha hecho un recuento oficial. Pero los colegios cifran los contagiados en un 15%, unos 22.000 de los 147.00 facultativos en activo. El Consejo General de Enfermería calcula que casi un tercio de sus profesionales, unos 70.000, han dado positivo en el test de detección de la enfermedad. Según su presidente, Florentino Pérez Raya, el 5% asegura haber superado la enfermedad, pero hay más de 20.000 en cuarentena y fuera de la asistencia.
Al menos 26 médicos y 35 sanitarios de distintos ámbitos han fallecido por el virus, según el balance provisional. Los sondeos atribuyen el 35% de sus contagios a la falta de de equipo de trabajo o material adecuado y el 41% al cuidado de pacientes no diagnosticados.
Atención muy mejorable
Los pacientes crónicos dieron en enero un aprobado (5,4) al funcionamiento general del sistema sanitario público español en un barómetro de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP). La puntuación es “manifiestamente mejorable”, según su presidenta, Carina Escobar. Resulta claramente inferior al 6,6 que el CIS le otorgaba al conjunto de la población española.
Otro dato: el 63% de este colectivo opinaba que el grado de coordinación entre los profesionales sanitarios (atención primaria, especializada y urgencias) es “regular o malo y muy malo”. Que Dios los pille o nos pille confesados cuando llegue la “desescalada del confinamiento”, como dicen Sánchez e Illa.