Manuel Galiñanes. Jamás el nombre de un médico había provocado tanta controversia en Cataluña como lo hizo el de este cirujano cardíaco entre 2011 y 2015, la época en la que CiU propinó un hachazo presupuestario a la sanidad catalana. Los tristemente célebres recortes. El doctor Galiñanes, formado en Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, los denunció desde su puesto de jefe del servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, el mayor de Cataluña. La Generalitat le destituyó en 2015 y le abrió expediente disciplinario. El facultativo recuperó su puesto vía Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). El Govern presentó recurso de casación. El médico volvió a vapulear al Ejecutivo en el Tribunal Supremo. El expediente quedó en nada. Galiñanes fue restituido, pero en 2018 Vall d'Hebron se lo cargó con una jubilación forzosa.
En plena pandemia del SARS-CoV-2, el médico, una voz autorizada pero perseguida, repasa aquella época de recortes y la resaca de aquellos ajustes sobre la sanidad pública catalana. Un sistema al límite por la elevada transmisibilidad del patógeno y su virulencia en grupos de riesgo.
--Usted vivió los recortes de CiU en sanidad en primera persona.
--Los sufrí en mis propias carnes. Yo denuncié la alteración de listas de espera en cirugía cardíaca por falta de recursos. Alerté de que no se operaba a suficiente gente, de que se engrosaban las demoras y que, con ello, se pretendía descargar a la sanidad pública para alimentar a las mutuas. Era deliberado.
--Han pasado cinco años desde el fin de los ajustes. ¿Se ha recuperado la sanidad catalana?
--No. Es que partimos de la base de que había graves deficiencias estructurales. Existían demasiados servicios para hacer pocas operaciones. Con esta estructura es evidente que los resultados médicos de los hospitales catalanes no son buenos.
--¿A qué se refiere? Qué son 'demasiados servicios'?
--Yo hablo por el que conozco, el mío. El modelo catalán abogaba por un número de unidades demasiado grande. Yo, por el contrario, de uno o dos servicios en los grandes hospitales con alta especialización y actividad asistencial. Cuanto más haces una intervención, más experto te vuelves en ella. Es lo que pasa en otros países. Pues eso es lo que yo defendía. Pocas unidades pero muy especializadas y resolutivas. Que dieran excelentes resultados.
--Antes de que la Consejería de Salut le destituyera, ¿planteó su propuesta?
--Sí, en varios foros. En 2012 y 2013, lo recuerdo. Cirugía cardíaca tenía en Cataluña seis o siete servicios. Yo proponía dos o tres, máximo. Tres de adultos y uno pediátrico, a lo sumo. ¿Por qué? Porque los siete servicios hacían tan solo unas 450-500 operaciones cardíacas mayores al año, y alrededor de unos 15 trasplantes cardíacos anuales. Así no te especializas y ganas experiencia y, por ende, eficiencia.
--Llegamos a los ajustes. Usted denunció dos muertes.
--La denuncia general era la mala gestión del sistema. Mala gestión estructural, como ya he explicado, y presupuestaria. No con más dinero lo haces mejor. Pero sí que se hizo con menos dinero y peor. Ello aún perdura y nos ha llevado a la situación actual. La sanidad está en fase de problemas cronificados.
--¿Los recortes de CiU aún se pagan?
--La gestión de CiU aún se paga. Dos ejemplos. La incapacidad de los hospitales de adquirir material contra el SARS-CoV-2 para proteger a sus médicos. ¡Es inexplicable! Y dos, la falta de camas de críticos. Camas de unidad de cuidados intensivos (UCI) bien dotadas y con personal que las sepa operar. La sanidad catalana tiene problemas de personal y de estructura.
--Salud busca ahora médicos. ¿Falta personal?
--Eventos como una pandemia son difíciles de preveer, pero tu sistema sí lo puedes dimensionar para dar respuesta a eventualidades. No puedes prever que vas a consumir millones de unidades de material fungible (mascarillas, guantes, equipos de protección individual --EPI--), pero sí tienes que tener los canales de compra a punto. Y las camas de UCI dimensionadas. España tiene pocas en relación a la población y Cataluña, aún menos.
--¿Y el personal?
--Es que se ha congelado. Las plantillas se mantienen prácticamente estables o han crecido muy poco. Cuando ha aumentado la población y se ha envejecido. Hay casi el mismo personal y se le paga poco: los salarios son muy bajos.
--Se dice que hay fuga de médicos.
--La hay. A otras comunidades autónomas y al exterior. Yo mismo estuve 23 años en Reino Unido.
--¿Qué consecuencias tendrá la pandemia?
--Es pronto para preveerlas.
--¿Ve algo positivo en la crisis actual?
--Es difícil. Lo que veo es la incapacidad de detectar la incidencia del virus en la sociedad. Detecto que hay muchos más casos de los notificados. ¿Somos incapaces de cuantificar y aislar los casos? Pero usted preguntaba por lo positivo. El confinamiento en España me parece adecuado. No veo tanta diferencia con las medidas tomadas en otros países.
--¿Dónde está la atención primaria?
--Castigada. Los centros de atención primaria (CAP) sufrieron ajustes muy duros y están más delicados que nunca. La gente va a urgencias de los hospitales a que le resuelvan su problema. Los ambulatorios han perdido su papel como descarga de los dispositivos grandes y seguimiento de pacientes no graves. Si detectáramos los casos con precisión, los CAP podrían hacer el seguimiento de los Covid-19 con cuadros leves. No ocurre. Lo cargamos todos a los hospitales.
--La Generalitat diseñó el modelo de los centros de urgencias de atención primaria (CUAP).
--Y la idea no era mala. Un nivel asistencial intermedio entre el ambulatorio y el hospital. Pero, sea por falta de presupuesto o lo que sea, no ha funcionado. Es inoperante.
--¿Cómo ve a los médicos catalanes?
--Desmotivados, con desazón, descorazonados.
--El exconseller de Salut, Boi Ruiz, ha salido en los medios defendiendo su gestión. ¿Qué opinión le merece?
--Una no muy buena, como se puede imaginar. Fue un pésimo gestor que acometió medidas muy dañinas. Y ojo, estaba avisado. Yo le avisé. Otros también lo hicieron.
--Boi sostiene que los recortes aseguraron la viabilidad económica del sistema de salud.
--Se equivoca. Los recortes en salud provocaron que crecieran las listas de espera, complicaron patologías existentes y, así, generaron un impacto en el mercado de trabajo, pues aumentaron las bajas médicas. Cayó la productividad y, a la postre, aumentó el gasto público que se quería disminuir. Y en el capítulo sanitario, los ajustes hundieron los resultados de los hospitales. Cayó la excelencia.
--A Boi le siguieron Toni Comín y Alba Vergés (ERC). ¿Cómo ve su gestión?
--Uno, Comín, decepcionó. La otra desconoce el sistema. Respecto al primero, se habían depositado en él esperanzas, pues venía de un partido (ERC) de izquierdas. Pero fue continuista. Siguió en la misma línea que Boi Ruiz.
--Llegamos a Alba Vergés.
--Es alguien que no conoce el sector. Es todo un personaje, pues adolece de falta de conocimiento. Da una pobre impresión cuando sale públicamente. No sabe lo que está tratando.
--¿Qué fue de Manuel Galiñanes?
--Fui destituido de la jefatura de servicio de Cirugía Cardíaca de Vall d'Hebron en 2015, como usted recordará. Recurrí al TSJC y me dio la razón. La Generalitat buscó amparo del Tribunal Supremo, pero volvió a perder.
--¿Se ensañaron con usted?
--El fallo del TSJC es muy duro. Concluyó que mi destitución de Vall d'Hebron era "clamorosamente ilegal". El expediente disciplinario acabó archivado. Juzgue usted mismo.
--No me respondió. ¿Qué fue de Manuel Galiñanes?
--Con 67 años, en 2018, decidí trabajar unos años más, hasta los 70, por necesidades de jubilación. No tenía suficientes años trabajados. Pero no me dejaron.
--¿No le dejaron ser cirujano? ¿Quién?
--El hospital en el que trabajaba [Vall d'Hebron]. Un viernes, dos horas antes de que finalizara mi contrato y empezara mi jubilación, que yo había decidido retrasar, me llamaron dos personas de Recursos Humanos y me despidieron. No dieron tiempo a prorrogar el trámite, y eso que yo había tramitado todos los documentos y pasado y aprobado los exámenes internos. Pero me echaron dos horas antes de jubilarme. Ya no volví al centro, salvo para recoger mis cosas.
--¿Fue el cirujano Manuel Galiñanes perseguido por su denuncia?
--Yo entiendo que sí. Defendí durante una época que se se estaban infrautilizando los quirófanos y creando listas de espera adrede para ahorrar y derivadas a pacientes a las mutuas. Que ello provocaba más mortalidad o patologías asociadas y, con ello, más bajas médicas y menos productividad. Que los argumentos para los recortes eran imperfectos, pues causaban aún mayor gasto público. Se lo comuniqué al Síndic de Greuges [Rafael Ribó] y al Colegio de Médicos de Barcelona (COMB). Jamás hicieron nada.