Contra la muerte súbita: la lucha de un padre tras la muerte de su hijo
En caso de paro del corazón, el masaje cardíaco y el uso de un desfibrilador en los primeros minutos aumenta hasta un 90% las posibilidades de sobrevivir
7 marzo, 2020 00:00La vida de José Durán cambió para siempre el 8 de enero de 2009. Ese día acompañó a L'Hospitalet de Llobregat a su hijo José, de 15 años, a un partido de fútbol que le tocaba jugar, al lado del Hospital de Bellvitge. Compartiendo impresiones con otros padres desde la grada, vio desplomarse a su hijo fruto de un paro cardíaco. Ninguno de los presentes ese día en el campo de fútbol sabía hacer una RCP (Reanimación Cardiopulmonar). La mala suerte, o la poca previsión, hizo que la ambulancia tardara 15 minutos en llegar y que lo hiciera únicamente con oxígeno, sin un desfibrilador. Hubo que esperar 15 minutos más para que el desfibrilador llegara. Pese a que lograron volver a poner en marcha el corazón del joven, ya era tarde. Estaba en muerte cerebral.
“Tras perder a mi hijo entré en un estado de locura y me propuse denunciar al campo de fútbol, a la sanidad española, al SEM. Después de reunirme con abogados y tener todo listo para interponer la demanda, me di cuenta de que sólo me hablaban de dinero. Y a mí nunca me ha importado el dinero y por más que me ofrecieran, jamás compensarían la pérdida de mi hijo. Así que les dije que no iba a denunciar”. Por el contrario, este padre, vecino de El Prat de Llobregat, decidió canalizar el dolor que sentía por la muerte de su segundo hijo y crear una asociación “para hacer de forma pública la denuncia y que ningún padre volviera a pasar por lo mismo que mi familia y yo”.
Unos meses después del fallecimiento de José, nació la Asociación Contra la Muerte Súbita José Durán #7. Tras su presentación pública, “me empezaron a llamar desde diferentes partes de España y del mundo. Aunque mucha gente había pasado por lo mismo, nadie lo entendía. Yo jamás pensé que algo así pudiera pasar en pleno siglo XXI, al lado de uno de los hospitales más grandes del país” señala.
El 80%, por infarto agudo de miocardio
La principal causa de la muerte súbita es el infarto agudo de miocardio (alrededor del 80%). En el 20% restante la causan enfermedades, algunas con un componente genético marcado. La muerte súbita se produce por la fibrilación ventricular. El corazón pierde su ritmo, se da un ritmo caótico y no logra bombear sangre. El Doctor Josep Brugada, especialista en cardiología y director de la Unidad de Arritmias Pediátricas del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona que, junto a sus hermanos describió, en 1992, una enfermedad causante de la muerte súbita cardíaca que hoy lleva su nombre, el Síndrome de Brugada, recomienda realizar un electro a todos los niños de 12 a 14 años para determinar si tienen riesgo de muerte súbita al hacer deporte.
“La muerte súbita de mi hijo fue debida a una miocarditis, una infección del corazón que si se detecta a tiempo no hubiera tenido secuelas. Pero mi hijo no mostró síntomas de estar enfermo ni ese día ni los días anteriores. Por eso hizo deporte ese día como si nada pasara”, lamenta José Durán.
Desfibrilador en los primeros minutos, clave para sobrevivir
En caso de paro cardíaco, la realización de un masaje cardíaco y el uso de un desfibrilador en los primeros minutos tras la parada incrementa hasta un 90% las posibilidades de sobrevivir a la misma con éxito. “Si ese día, alguno de los que estábamos allí hubiéramos sabido realizar un masaje cardíaco o hubiera habido en el campo de fútbol un desfibrilador, mi hijo probablemente hoy tendría 26 años”.
Pese a que uno de los objetivos de la Asociación contra la muerte súbita José Durán #7 era la redacción de una ley estatal que regulara la instalación de desfibriladores en centros públicos y todavía no se ha conseguido, “hemos avanzado muchísimo respecto a hace 11 años”, sostiene.
11 comunidades autónomas cardioprotegidas
La realidad es que, hoy, once comunidades autónomas ya están cardioprotegidas. Las primeras en regular la instalación de desfibriladores en espacios públicos fueron Andalucía, Cataluña, Canarias y País Vasco. A ellas se sumaron Madrid, Asturias, Comunidad Valenciana, Cantabria, Navarra, Aragón y Extremadura. Pero todavía hay trabajo por hacer con las siete comunidades en las que no hay regulación al respecto.
“Es raro encontrar un centro deportivo, ya sea público o privado, sin desfibriladores. Además, a nivel de ayuntamientos, muchísimos han optado por adquirir desfibriladores para instalaciones de uso público. Si antes sólo había una empresa, que era la que vendía los desfibriladores a los hospitales, ahora ya hay más de 150 especializadas en este producto”, explica José Durán.
El Doctor Brugada, primer cardiólogo que les mostró su apoyo
“El Doctor Brugada fue el primer cardiólogo que nos mostró su apoyo, luego se fueron sumando otros cardiólogos y gracias a ellos y a familiares, amigos y gente sensibilizada con lo que nos pasó, todos con un gran corazón, hoy, 11 años después de perder a nuestro hijo, es difícil que otros padres pasen por lo mismo. Ojalá hace 11 años hubiera sabido lo que sé ahora, porque casi con total probabilidad mi hijo se hubiera salvado y todo hubiera quedado en un susto. Nuestra asignatura pendiente como asociación es podernos reunir con los ministros de Salud y Educación, con la Fundación española del corazón, la Asociación Española de Cardiología y cardiólogos para que la reanimación cardiopulmonar llegue a las escuelas y los niños sepan, desde una edad razonable, hacer un masaje cardíaco en caso de que se le pare a alguien el corazón, por si la ambulancia tarda más tiempo del necesario, no haya secuelas porque el corazón ha seguido bombeando sangre”.
Para José Durán, el balance tras más de una década desde la puesta en marcha de la Asociación contra la muerte súbita José Durán #7 es “muy positivo. La fundación creada tras la muerte de mi hijo ha logrado, de forma directa o indirecta, que se salven centenares de vidas. Pero, aunque sólo hubiéramos salvado a una persona, ya habría valido la pena. Estoy seguro de que mi hijo se sentiría muy orgulloso, pero más orgulloso me siento yo de haber aprendido tanto de él, un chico que tenía toda la vida por delante y un gran corazón”.