Ribera del Duero, el vino que nace a las orillas de un río
El río Duero, a lo largo de 115 km, es el eje vertebrador entre municipios de Burgos, Valladolid, Soria y Segovia, en el que se elaboran los vinos cuya ribera les da nombre
6 octubre, 2019 00:00Dicen que los vinos son un reflejo del clima y de las tierras que los cobijan. Pues bien, cuando tomen un Ribera estarán saboreando un trozo de la meseta septentrional de nuestro país.
Un clima continental con inviernos largos y fríos seguidos de veranos muy cálidos y secos, las fuertes oscilaciones térmicas entre el día y la noche, una orografía suave y unos suelos formados por sedimentos arcillosos, capas calcáreas y calizas, alimentan unas recias vides cuyo fruto es una uva de piel fuerte adaptada para resistir las inclemencias del tiempo.
Tintos, rosados y ahora también blancos
La uva que más predomina es la tempranillo, llamada también tinta fina o tinta del país, de hecho el consejo regulador marca que sus vinos deben llevar un porcentaje mínimo del 75% de esta variedad en todos ellos. El resto de las permitidas (cabernet-sauvignon, merlot, malbec, garnacha tinta y la única blanca, la albillo o blanca del país) va en el gusto de los bodegueros. Con todas ellas se elaboran rosados y su gama de tintos: jóvenes, crianza, reserva y los gran reserva. Más de 1.200 marcas amparadas por la denominación de origen. Un mundo de aromas y sabores acunado en un inmejorable entorno natural.
Pero los tiempos cambian y el abanico cromático se amplía. Como novedad, y tras las modificaciones necesarias por parte del consejo regulador, Ribera del Duero dará a conocer sus vinos blancos elaborados con un 75% de la variedad albillo. Un auténtico hito para esta D.O. con 32 años de historia. El momento y lugar elegidos no son arbitrarios. Será durante la celebración del certamen San Sebastián Gastronomika que este año se celebra del 6 al 9 de octubre en la capital donostiarra.
Muy presente en las mesas de todo el mundo
A pesar de ser una D.O. joven, su primer reglamento se aprobó en julio de 1982, estos vinos de fuerte carácter y color intenso, disfrutan de gran prestigio tanto a nivel nacional como internacional. Su calidad, muy apreciada por los consumidores, les ha posicionado en los mercados de todo el mundo. La producción actual es de más de 77 millones de botellas. Los tintos de crianza envejecidos durante meses en barrica son los más demandados y suponen más del 60% de las ventas.
En países como Alemania, Reino Unido, Suiza, Dinamarca, Holanda, México, EEUU, Colombia o China gozan de una destacada presencia. Aquí en nuestro país son imprescindibles en la gastronomía de la zona. Ya sea de tapas, sentados alrededor de un buen asado o degustando alguno de sus platos y productos típicos. La estrella indiscutible es el cordero lechal pero hay mucho más: embutidos y quesos, sabrosas carnes de caza, setas, la popular sopa castellana, empiñonados, hojaldres y yemas… muchas son las ocasiones y muchos los lugares para saborear un ribera en buena compañía.
Relevo generacional
Los jóvenes están tomando el testigo de estas empresas vitivinícolas nacidas de la pasión por la tierra. En el caso de las bodegas Familia Fernández Rivera, el futuro tiene nombre de mujer. La tercera generación de la saga que inició Alejandro Fernández, figura indispensable en la historia de la D.O. Ribera del Duero, está formada por las nietas del fundador: Ángela y Lucía Pascual Fernández y Elvira e Inés Bocos Fernández. En sus hombros descansa la labor de renovar y mantener el liderazgo de una marca ya consolidada. Entusiastas de una tradición que nació a principios de los 70 cuando sus abuelos, Alejandro y Esperanza, compraron un antiguo lagar de piedra que data del siglo XVI, donde elaboraron sus primeros vinos.
Mucho ha llovido desde entonces. A día de hoy el conglomerado familiar aglutina cuatro marcas: Tinto Pesquera, fue la primera y cuna del prestigioso Janus, un vino que solo elaboran los años de excelentes añadas. Está considerado uno de los mejores del mundo. En 1995 arranca Condado de Haza, 200 hectáreas de viñedo (100% tempranillo) para sus vinos monovarietales. La bodega posee un botellero excavado en la montaña a casi 30 metros de profundidad. Fuera de la D.O Ribera, Dehesa de la Granja (Zamora) y El Vínculo (Campo de Criptana) tienen el sello del buen hacer de esta familia. Cuatro bodegas, cada una con su propia personalidad y una cualidad común: la búsqueda de la excelencia en todos los productos que llevan su firma: vinos, aceites, quesos, legumbres… y también en un hotel, el AF Pesquera, un cuatro estrellas ubicado en la bella localidad de Peñafiel. Y es que como ellas mismas afirman “somos más que vino”.
Maridaje perfecto
Que un buen asado sabe mejor con un buen tinto, lo sabe todo el mundo, pero que un excelente vino nazca con el objetivo de ser el aliado perfecto del plato estrella de Segovia, el cochinillo, eso ya es otra historia. La de José María Ruiz y su bodega, Pago de Carraovejas. Con ese propósito la concibió, para que los asados de su restaurante segoviano el “José María” tuvieran el mejor compañero.
Para ello escogió una magnífica zona de viñedos en las laderas de Carraovejas, muy próximos al corazón histórico de los vinos de la Ribera del Duero: Peñafiel. Aquí comenzó en 1987 un sueño que hoy en día mantiene intactos los valores que le vieron nacer. Unos vinos diferentes, de gran calidad y muy laureados a lo largo de su existencia. Actualmente el negocio está a cargo de su hijo, Pedro Ruiz Aragoneses. De su mano, tradición y vanguardia se alían en un proyecto que pueden descubrir con su propuesta de enoturismo “Experiencia seis sentidos” y como colofón, rica gastronomía en su restaurante Ambivium.