Sant Feliu de Pallerols

Sant Feliu de Pallerols Ecovies de Girona

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El misterioso pueblo de Girona donde el otoño esconde una leyenda que todavía hace estremecer a sus vecinos

En un pequeño municipio del interior de la provincia, no solo cambia el paisaje: también despierta un eco que lleva siglos resonando entre sus calles

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El otoño lleva consigo muchas leyendas. El cambio de estación se hace a finales de septiembre, el 21. Sin embargo, está marcada por el 31 de octubre, la noche de Halloween. Por influencias de la cultura estadounidense, las historias de terror y los mitos toman mucho protagonismo en todos los rincones de España.

Cada rincón, tiene su relato. En cada pueblo hay alguno, que se transmite de generación en generación. Por ejemplo, en Cataluña está el Puente del Diablo en Martorell, que dice que el alma de un perro vaga por él tras un pacto con el demonio de los ciudadanos. También, en Montserrat, el Timbaler del Bruc, el tamborilero que espantó a las tropas napoleónicas.

La Garrotxa

La leyenda tratada en este artículo se ubica en la comarca de la Garrotxa, concretamente en Sant Feliu de Pallerols, un municipio del interior de la provincia de Girona. Cuenta con 1.670 habitantes, según los registros del Instituto Nacional de Estadística (INE) a fecha de 1 de enero de 2024: 884 hombres y 776 mujeres aparecen en el censo.

Sant Feliu de Pallerols

Sant Feliu de Pallerols

Con una superficie de 34,8 kilómetros cuadrados, este pueblo de montaña se extiende a lo largo del valle del río Brugent, en un entorno natural marcado por bosques, masías dispersas y colinas cubiertas de hayas y robles. Su casco antiguo conserva el trazado medieval, con calles estrechas, casas de piedra y varios puentes que cruzan el río, lo que refuerza la conexión entre paisaje y leyenda.

Leyenda otoñal

El mencionado río Brugent es el lugar clave de la leyenda otoñal de Sant Feliu de Pallerols. Esta corriente de agua natural atraviesa el centro del pueblo, de modo que, para encontrarse, los vecinos deben quedar en uno de los dos márgenes. Esto le ocurría a la Dama del Brugent, que es la protagonista que da el nombre a la historia.

El río Brugent de Sant Feliu de Pallerols

El río Brugent de Sant Feliu de Pallerols OH! Garrotxa

Las voces más experimentadas dicen que, hace siglos, una joven pastora vivía en las montañas. Estaba enamorada de un chico que debía cruzar el río para verla. Una tormenta repentina lo sorprendió en el camino y nunca regresó. Desde entonces, el alma de la joven vaga junto a las aguas del Brugent, peinando su cabello con un peine de plata mientras espera, todavía, a quien prometió volver.

Se dice

Con la llegada del otoño, cuando el bosque se viste de ocres y los árboles dejan caer sus hojas, algunos aseguran haber visto su reflejo en el agua, justo antes del amanecer. Otros hablan de un canto suave, casi un suspiro, que se confunde con el murmullo del río. Nadie sabe si es viento o memoria, pero cada año, al llegar octubre, el pueblo revive el mito como si fuera parte de su propio pulso.

La historia ha resistido el paso del tiempo y hoy forma parte del patrimonio oral de la Garrotxa. Sant Feliu de Pallerols rinde homenaje a esta tradición con rutas nocturnas que recorren el curso del Brugent, iluminadas por faroles y guiadas por narradores locales que entrelazan historia, leyenda y paisaje. El sonido de la corriente, las sombras del bosque y la neblina del anochecer transforman el paseo en un pequeño ritual colectivo, donde lo natural y lo sobrenatural parecen confundirse.

¿Qué ver?

Para aquellos que les haya picado la curiosidad y quieran ir a visitar la zona, hay alicientes para hacerlo. Su casco antiguo, con calles empedradas y casas de piedra, se asienta a orillas del río, donde destaca el Puente Viejo y la iglesia de Sant Feliu. El entorno invita al paseo tranquilo entre miradores, molinos y fuentes naturales que recuerdan la estrecha relación del municipio con el agua.

Rodeado por el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, el pueblo es punto de partida de rutas a pie o en bicicleta, como la del Brugent o la subida al Castillo de Hostoles. Durante el otoño, los bosques del valle ofrecen un paisaje de tonos dorados que acompañan a la gastronomía local, basada en setas, carnes de montaña y dulces tradicionales.