Barcelona siempre se lleva el protagonismo de Cataluña. Es la capital, una capital del modernismo, tiene playa, buenos restaurantes y mucha fiesta. Pero la provincia es amplia y extensa. Lo suficiente para que en varios rincones aparezcan pueblos de una belleza extraordinaria que no dejan de sorprender.
Un ejemplo claro son las áreas montañosas de Barcelona, más allá de la conocida Collserola y el Tibidabo y del Montseny y Sant Miquel del Fai, en los pies del Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac, se esconde uno de los municipios más encantadores de Cataluña: Mura.
Cómo es
Sus calles empedradas, sus casas rústicas, su oferta gastronómica y un paisaje de infarto hacen de esta localidad, un rincón de obligada visita. Tan especial como único, fusiona cultura, historia y tradición.
Su historia, que se remonta a la transición al primer milenio, lo convierte en un auténtico tesoro medieval, lleno de patrimonio y paisajes que invitan a desconectar de la rutina. Pese a su pequeño tamaño, 47,79 kilómetros cuadrados, este municipio ha sabido preservar el encanto de su pasado, convirtiéndose en un destino imprescindible tanto para los amantes de la naturaleza como para aquellos que buscan sumergirse en siglos de historia.
La historia de Mura
Mura ha sido testigo de importantes transformaciones a lo largo de su historia. En sus orígenes, la vida en este pueblo giraba en torno a la agricultura, con el cultivo de la vid y la producción de vino como ejes principales de su economía.
Durante siglos, la uva fue el pilar que sostuvo a sus habitantes, hasta que la plaga de filoxera, en el siglo XIX, arrasó los viñedos. Este devastador episodio marcó un punto de inflexión, obligando a los muratanses a replantear su modelo económico.
Economía: de la agricultura al turismo
Con la desaparición de los viñedos, Mura encontró una alternativa en la industria textil. La construcción de una fábrica permitió a la localidad mantenerse económicamente activa durante algunas décadas.
Sin embargo, el avance de la tecnología y la pérdida de rentabilidad del sector textil provocaron el cierre de la fábrica en la década de 1960. A partir de entonces, Mura comenzó a reinventarse como un pueblo de segundas residencias y, más tarde, como un atractivo destino turístico.
Qué hacer en Mura
Perderse por las calles de Mura es como viajar en el tiempo. Sus callejuelas empedradas, con casas de piedra y rincones encantadores, mantienen vivo el espíritu medieval que caracteriza a la localidad. Este casco antiguo ha resistido el paso de los siglos. Pasear sin rumbo por sus calles es una de las mejores maneras de descubrir la magia de Mura, donde cada rincón parece narrar una historia de épocas pasadas.
Uno de los puntos más destacados es la iglesia de Sant Martí, ubicada en la parte baja del pueblo. Con una estructura que se ha ido ampliando a lo largo de los siglos, la iglesia comenzó con una nave en el siglo XI, a la que se le añadió una principal en el siglo XII y, posteriormente, una tercera en el año 1697. Además, su campanario, construido en el siglo XVII, se ha convertido en uno de los elementos más emblemáticos de la localidad.
A unos pocos minutos de Mura se encuentra otro lugar de interés: el Puig de la Balma, una antigua masía incrustada en la roca que ha pertenecido a la misma familia durante 26 generaciones. La visita a esta edificación es casi obligada para aquellos que quieran comprender cómo era la vida rural de antaño. El museo que alberga ofrece una colección de herramientas y utensilios tradicionales que muestran cómo trabajaban y vivían los habitantes de la zona hace siglos.
El Puig de la Balma, con su arquitectura rústica y su conexión directa con la naturaleza, es una representación perfecta del equilibrio entre el hombre y su entorno en esta región del Bages. Además de su valor histórico, es un lugar que invita a la reflexión y a la contemplación de la vida simple y austera que dominaba el día a día de generaciones pasadas.
Cómo llegar
Llegar a Mura desde Barcelona es un trayecto relativamente sencillo, que toma aproximadamente una hora en coche, dependiendo del tráfico. Para iniciar el recorrido, es necesario tomar la autopista C-58 en dirección a Terrassa. Tras unos 30 minutos, se debe salir hacia la carretera BV-1221, que conduce hacia el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac.
Siguiendo la BV-1223, se llega finalmente a Mura, tras atravesar un paisaje que invita a detenerse en miradores y pequeños pueblos cercanos. En el pueblo, existen zonas de aparcamiento situadas en la entrada, ya que las calles del casco antiguo, empedradas y estrechas, no permiten el acceso en vehículo.