Cuando se piensa en Cataluña, es común que lo primero que venga a la mente sea la vibrante ciudad de Barcelona o las magníficas playas de la Costa Brava. Sin embargo, esta región ofrece muchos otros lugares sorprendentes que merecen ser explorados. No hablamos de Girona ni de Tarragona; en esta ocasión, nos adentramos en un rincón menos conocido que ha captado la atención de la prestigiosa guía Lonely Planet.
Este destino se llama La Garrotxa, una comarca que se ha convertido en el lugar perfecto para una escapada de otoño. Aquí se pueden encontrar maravillas como los pueblos de Castellfollit de la Roca y Besalú, la arquitectura modernista de Olot, la tranquilidad del hayedo de la Fageda d’en Jordà y otras joyas menos conocidas como piscinas naturales, cascadas y un sendero histórico de bandoleros.
Olot y su encanto modernista
Comenzamos nuestro recorrido en Olot, el corazón de esta zona volcánica. Esta ciudad no solo destaca por su gastronomía y su carácter acogedor, sino también por sus tesoros arquitectónicos, como la Casa Solà Morales, una obra reformada por el célebre arquitecto modernista Domènech i Montaner.
Este edificio del siglo XVIII combina la elegancia del estilo modernista con detalles como las rejas de hierro forjado y columnas decorativas que recuerdan la fusión entre arte y naturaleza. Las esculturas y los esgrafiados que adornan la fachada son un homenaje a la estética barroca, mientras que las amplias galerías y ventanales dejan entrever la influencia modernista en su diseño.
Un pueblo sobre un acantilado
En La Garrotxa, Castellfollit de la Roca es un lugar que deja sin palabras a quienes lo visitan. Este pequeño pueblo se alza sobre un impresionante acantilado de basalto, formado por la lava solidificada de antiguas erupciones volcánicas.
Desde este mirador natural, las vistas de los valles de los ríos Fluvià y Toronell son asombrosas. Las casas, situadas al borde del precipicio, parecen desafiar las leyes de la gravedad, mientras que el campanario de la iglesia de Sant Salvador se eleva como un faro que guía a los visitantes. La plaza de Josep Pla es el lugar ideal para disfrutar de este paisaje único.
Una joya medieval
Otro de los grandes atractivos de La Garrotxa es Besalú, conocido como uno de los pueblos más bonitos de España. Su puente románico sobre el río Fluvià es una de las postales más icónicas, pero su verdadero encanto radica en el casco antiguo, con sus calles empedradas, plazas encantadoras y el barrio judío, donde se encuentra el famoso mikvé.
Durante el otoño, Besalú se llena de colores cálidos que realzan aún más su belleza medieval, convirtiéndolo en un destino ideal para perderse entre su historia y sus rincones mágicos.
Hayedos y secretos románicos
El paisaje de La Garrotxa es uno de sus mayores atractivos, y la Fageda d’en Jordà es el mejor ejemplo de ello. Este hayedo es especialmente impresionante en otoño, cuando sus hojas se tiñen de dorado y ocre. Caminar o andar en bicicleta por sus senderos es una experiencia que conecta profundamente con la naturaleza y la serenidad del entorno.
Sant Joan les Fonts es otro lugar que merece una visita, conocido por sus formaciones volcánicas y su monasterio románico. La ruta de las tres coladas de lava es un recorrido espectacular para quienes disfrutan de la geología y los paisajes volcánicos.
Naturaleza e historia
El salto de la riera de Cogolls ofrece un espectáculo natural con su cascada y sus aguas cristalinas, creando un entorno casi mágico. Al pie de la cascada, es posible nadar en una poza rodeada de un paisaje que parece sacado de un cuento.
Otro lugar lleno de misterio es la Mina dels Bandolers, un estrecho paso rocoso que en el pasado sirvió de escondite para los bandidos que merodeaban la región. Muy cerca de allí, se encuentra una ermita escondida en el cráter de un antiguo volcán, un detalle que añade un aire enigmático a esta tierra cargada de historia y leyenda.