Los catalanes y muchos españoles tiene idealizada Francia. Icono de modernidad, pensamiento y cultura durante siglos, son muchos los que dicen eso de “ojalá ser francés”. Una expresión que desde el país vecino ven con recelo. No porque no quieran a los españoles, que puede ser, sino porque muchos no ven que sea un país tan ideal.

En los últimos años, han surgido varios movimientos sociales de protesta que han incendiado, a veces de manera literal, el país galo. La situación para muchos es insostenible, pero desde hace tiempo parece ser así. Buena prueba de ello lo da el pueblo francés que decidió ser español.

Sí, aunque para muchos les suene a historia inventada, sucedió. Era febrero de 2012 cuando el pequeño municipio de Font-Romeu decidió dejar de pertenecer a Francia y ser considerado español. Fue decisión del pleno del Ayuntamiento que en ese momento gobernaba Jean-Louis Demelin

La alcaldía y los regidores, hartos de lo que consideraban desagravios del Gobierno francés, aprobaron una moción solicitando la desvinculación de Francia y la integración con España. Aunque esta decisión no tuvo efectos legales, fue una llamada de atención, una protesta contundente ante la reducción de recursos, como la supresión de plazas docentes, que afectó gravemente a la comarca de la Alta Cerdanya y el Capcir.

Descontento con Francia

Esta votación, celebrada a temperaturas bajo cero, subraya el malestar de los habitantes de esta región, que consideraban que las zonas rurales de montaña han sido olvidadas por el gobierno central. La moción también hacía un llamamiento para revisar el Tratado de los Pirineos de 1659, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años y cedió gran parte de la Cerdanya a Francia, con la excepción de la localidad de Llívia, que sigue perteneciendo a España, pero está rodeada por territorio francés.

Este gesto de desafío se suma a otras protestas similares ocurridas en los Pirineos. Font-Romeu no fue la única población que quiso ser española, hubo hasta dos precedentes ocurridos en 1989, cuando los alcaldes de las localidades de Les Angles y Eyne también reclamaron su incorporación a Cataluña.

La historia de Font-Romeu

Más allá de esta anécdota, Font-Romeu es conocida, entre otras cosas, por sus pistas de esquí, una de las más antiguas de los Pirineos. Esta es, sin duda, uno de los mayores atractivos de la localidad. Inaugurada en la década de 1920, su red de pistas se ha ido expandiendo con el tiempo, hasta cubrir gran parte del territorio de la comuna. 

En conjunto con la estación de esquí vecina de Pirineos 2000, ambas suman 111 kilómetros de pistas y disponen de 23 remontes mecánicos, lo que convierte a Font-Romeu en un destino ideal para los esquiadores de todos los niveles. Además, la estación cuenta con más de 500 cañones de nieve artificial, tres áreas para trineos y zonas dedicadas a las modalidades más modernas de deportes invernales.

Mucho más que una pista de esquí

Los deportes de invierno distintos al esquí también son la pasión de muchos que se acercan a este pueblo a 20 minutos de Llívia. En la década de 1960, en la zona conocida como Les Airelles, se construyó la Ciudad Preolímpica, un complejo diseñado para preparar a los atletas franceses que competirían en los Juegos Olímpicos de México en 1968, dada la similitud de altitud entre Ciudad de México y la propia Font-Romeu. 

Esta infraestructura sigue en uso hoy en día, junto con el Liceo Climático y Deportivo Pierre de Coubertin, que acoge a estudiantes de toda la región de la Cataluña Norte y otras partes de Francia, atraídos por las ventajas deportivas y de salud que ofrece el entorno.

Dónde está

Su ubicación la hace ideal para este tipo de deportes. Ubicada en pleno corazón de los Pirineos en la comarca de la Cerdanya, Font-Romeu es una pequeña joya turística que atrae a visitantes durante todo el año. 

A solo 10 kilómetros de Llivia, a dos horas en coche desde Barcelona y Girona, y a 87 kilómetros de Perpiñán, esta pintoresca localidad forma parte de la comunidad de Capcir Haut-Conflent y se ha convertido en un pueblo de postal. La combinación de su excelente clima, con más de 300 días de sol al año, y su cercanía a España y Andorra, han impulsado a Font-Romeu como uno de los destinos turísticos más importantes del Pirineo francés.

De ermita a pueblo moderno

El municipio, conocido oficialmente como Font-Romeu-Odeillo-Via, está formado por dos aldeas tradicionales, Odeillo y Via, junto con el histórico santuario de Santa Maria de Font-Romeu, también conocido como el Ermitatge. El núcleo de Font-Romeu se originó alrededor este santuario, situado a 1.800 metros de altura y que data del siglo XVII.  

Ubicado en la ladera sur del Roc de la Calma, en sus primeros tiempos el Ermitatge se encontraba rodeado de naturaleza virgen. Hoy en día está rodeado por el pueblo moderno, que se ha desarrollado principalmente como destino turístico. Claro que tuvieron que pasar años.

No fue hasta principios del siglo XX, con el auge de los deportes de invierno, que el núcleo de Font-Romeu empezó a ganar protagonismo. A partir de la construcción del Gran Hotel de Font-Romeu entre 1911 y 1914, el turismo de montaña se disparó, lo que dio lugar a la creación de un pueblo formado principalmente por chalets y casas aisladas que acogían a los primeros turistas atraídos por el entorno natural de la Cerdanya.

Pero Font-Romeu no solo destaca por su belleza natural y oferta deportiva, sino también por su avance tecnológico. En la localidad de Odeillo, una de las aldeas que conforman el municipio, se encuentra uno de los hornos solares más grandes del mundo. Esta impresionante estructura, que aprovecha la abundante radiación solar de la región para generar energía, es un símbolo del potencial ecológico y científico de la zona.

Cómo llegar

Llegar hasta Font-Romeu desde Llivia es un momento. Desde Barcelona son cerca de dos horas y media. El trayecto comienza tomando la autopista C-16 en dirección norte, pasando por Terrassa y Manresa. A medida que se avanza hacia la comarca del Berguedà, se sigue la misma autopista, que se convierte en carretera nacional a medida que se acerca a los Pirineos.

Al llegar a la localidad de Puigcerdà, ubicada en la frontera entre España y Francia, se cruza hacia el lado francés, donde el trayecto continúa por la N-116 en dirección a Mont-Louis. Desde allí, se toma la carretera D-618 en dirección a Font-Romeu. A lo largo del camino, los paisajes de los Pirineos y el valle de la Cerdanya acompañan a los viajeros, brindando un recorrido lleno de vistas panorámicas sobrecogedoras.

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