Por mucho que la gente no lo quiera ver Lloret de Mar es Costa Brava. Y no, no es sólo el paraíso de jubilados, jóvenes ingleses borrachos y playas extremadamente largas llenas de guiris de fiesta por las noches. Esta población tiene una gran riqueza histórica y cultural y, además, presume de alojar una de las playas más paradisiacas y únicas de su entorno.
No es un criterio subjetivo. Este rincón paradisíaco ha sido galardonado por su belleza y calidad, ha captado la atención de la prensa internacional, destacándose como una de las playas más bonitas de España y Europa. La última en dar fe de ello ha sido la mítica publicación de viajes Traveller, del grupo CondeNast, que la ha señalado entre las tres mejores de toda Cataluña, junto a la Playa del Regueral y del Cavet, en Cambrils y la de Tamarit y Cala Jovera, ambas en la provincia de Tarragona.
Sa Boadella: un paraíso oculto en Lloret
Con estos datos, hay una cosa que se puede concluir. A pesar de las bellas playas que hay en la provincia de Barcelona, la publicación no las tiene en cuenta. Y la otra, que la playa de que estamos hablando de Lloret es la mejor de la Costa Brava, según los criterios del citado medio.
Pero basta de jugar al misterio. Este lugar “perfecto para hacer snorkel y ver peces de todo tipo”, según el medio, no es otro que Cala Sa Boadella, una playa con nombre muy común en otros puntos, pero que en Lloret es sinónimo de paraíso en la tierra. Y más con el calor del verano.
Entorno idóneo
Situada entre las playas de Fenals y Santa Cristina, este pequeño rincón de Lloret encarna la esencia pura de la Costa Brava, le pese a quien le pese. Aquí no hay rastro de grandes edificios al fondo, ni restaurantes de frente marítimo.
Rodeada de frondosos bosques de pinos y acantilados que se desploman sobre sus aguas cristalinas, esta cala ofrece un paisaje de ensueño que bien podría estar en las mejores postales turísticas. El gris del hormigón, se convierte en el marrón de los acantilados que los rodean. Y el verde no es fruto de los toldos de los apartamentos de primera línea de costa, sino de los frondosos árboles que hay a su alrededor.
Cómo es
La playa en sí, se distingue por su arena dorada y gruesa, que extiende su manto en sus 250 metros de largo y 40 m. de ancho. Además, y a pesar de la fama del municipio, Cala Sa Boadella mantiene su carácter virgen.
En un litoral cada vez más explotado, encontrar un lugar con una naturaleza tan abrumadora y exuberante es un verdadero lujo. Este entorno natural no solo realza la belleza del lugar, sino que también brinda una sensación de paz y tranquilidad difícil de encontrar en otras playas más concurridas del municipio.
Cómo llegar
Esta paz que se respira en la Cala Sa Boadella tiene mucho que ver con su acceso a ello. Un camino de 200 metros a través de un pinar conecta los Jardines de Santa Clotilde con esta joya escondida, ofreciendo un paseo que ya prepara al visitante para el impresionante paisaje que le espera.
Las aguas cristalinas, de un azul turquesa en diferentes épocas del año y esa arena gruesa que no se pega el cuerpo, se ve acompañado de unos servicios mínimos que hacen la experiencia más placentera. Eso sí, aquí no hay lugar para deportes en la arena, casi todo se pasa en la conexión con la naturaleza.
Dónde comer
Claro que, en pleno verano, hace falta alguna ayuda. Por eso, la playa cuenta con un pequeño chiringuito y un baño para cubrir las necesidades básicas. Refrescarse y comer algo cuando se está varias horas al sol es fundamental para gozar de una experiencia memorable.
Una vez atravesado el camino de pinos, tomado un cocktail o refrigerio en el bar-restaurante y tirado la toalla en la arena, llega el momento de acercarse un poco más a las aguas del Mediterráneo. Y a su paso por Sa Boadella no defrauda.
Qué hacer
Para empezar, esta cala se distingue del resto de la Costa Brava porque, en sus primeros metros, el mar es poco profundo. Eso permite también explorar algunas de las rocas y cuevas naturales que se producen cuando los acantilados tocan sus aguas.
Allí, muchos practican snorkel hasta alejarse un poco más de la orilla y explorar las maravillas de la vida submarina que allí evita. Claro que si uno prefiere no sumergirse puede hacer paddle surf, kayak o simplemente nadar para ver la belleza de esta costa a lo lejos.
Los reconocimientos a la playa
Más allá de estas palabras y las menciones en la prensa internacional, la calidad de los servicios y la excelente condición ambiental de la Cala Sa Boadella han sido reconocidas con la prestigiosa Bandera Azul. Este galardón certifica que la playa cumple con estrictos criterios de calidad del agua, gestión ambiental, seguridad y servicios.
Esto no hace más que demostrar que, a pesar de estar a pocos metros de las más frecuentadas playas de Fenals y Playa Gran de Lloret de Mar, la Cala Sa Boadella se mantiene como un refugio calmo y poco explotado. Un lugar perfecto para familias y para aquellos que buscan una escapada tranquila lejos del bullicio de las playas más populares.