Se acerca el verano, el buen tiempo ya está aquí y con las temperaturas cada vez más extremas servidas por el cambio climático, cada vez es más necesario encontrar un refugio térmico. A pesar de la sequía, Cataluña cuenta con varios.
Mientras que las piscinas públicas y privadas van a tener restricciones, la comunidad autónoma goza de 699 kilómetros de costa que permiten a sus ciudadanos y visitantes refrescarse en el Mediterráneo. Problema: el turismo muchas veces atesta las playas de gente.
Así es la cala apartada en la Costa Brava
Encontrar una cala suficientemente desconocida o un rincón del litoral tan amplio que pueda acoger a todos los que van es una tarea difícil. La Costa Brava tiene sus ventajas, allí el tren apenas llega. Menos de una decena de municipios cuentan con parada de tren, por tanto, hay menos gente que va. Pero eso no quita que estén a rebosar.
Los vecinos y veraneantes frecuentes del litoral de Girona saben que cuando llega el calor los chicos se enamoran y, además, las playas se llenan. Mucho, demasiado. Claro que se guardan sus secretos, esas calas que, aunque requiera andar un poco, garantizan calma y aguas turquesas.
Al inicio del Camí de onda
Por el conocido Camí de Ronda que recorre todo el frente marítimo, se encuentran algunas playas apartadas de las aglomeraciones que merece la pena explorar. Allí, entre Sant Feliu de Guíxols y S'Agaró, se encuentra una verdadera joya costera: Sa Caleta.
Este rincón de la Costa Brava combina la belleza natural del Mediterráneo y la proximidad de los servicios que ofrece la cercana playa de Sant Pol, la hacen un lugar único para escapar del mundo. En verano o en cualquier época del año, porque solo contemplar sus aguas ya es un espectáculo.
Un embarcadero en aguas cristalinas
Esta pequeña y rocosa cala no solo ofrece una belleza natural impresionante, sino también una accesibilidad única y un antiguo embarcadero que todavía mantiene un enorme hierro para cargar y descargar los barcos de la época. Una construcción que la convierten en un destino especial.
Sa Caleta emerge como una joya oculta entre las rocas que bordean el camino de S’Agaró a Sant Feliu. Su entorno tranquilo y pintoresco la convierte en el lugar perfecto para escapar del bullicio de la playa principal y sumergirse en la serenidad del mar y la naturaleza circundante, aunque ya hay quien se queja por el hecho de que se habla de ella.
¿Por qué es un rincón de paz?
Llegar allí es sencillo, uno ha de tomar el Camí de Ronda en dirección sur desde la playa de Sant Pol y, a pocos metros, casi desapercibida, aparece esta cala. No hay arena. No hay rincón para estirar la toalla, ni lugar donde poner la sombrilla.
La gracia de Sa Caleta es esta, es un rincón hecho para refrescarse, disfrutar de la calma y poco más. Uno puede sentarse en la roca, subir en el pequeño rellano que hay en la entrada del antiguo embarcadero. Y poco más. O mucho más.
Esto es lo que puedes hacer en esta cala
Con aguas cristalinas y una rica vida marina, esta cala es un paraíso para los amantes del snorkel y la exploración submarina. El fondo, no muy profundo, se puede ver a simple vista, pero si uno va bien equipado puede observar de cerca la cantidad de vida submarina que allí se esconde.
Gracias a que la gente no se queda allí mucho rato e incluso que pasa de largo, la fauna marina campa allí a sus anchas. Eso también ha de advertir al bañista de que puede que se encuentre algún erizo. Se ha de ir con cuidado.
Más allá de sus aguas transparentes, su embarcadero y su diminuto tamaño (tiene apenas cinco metros de ancho y 11 de largo), otro factor clave es que las personas con movilidad reducida también pueden gozar de ella. Una pasarela de madera la conecta con la playa de Sant Pol, gracias al compromiso del municipio de Sant Feliu de Guíxols con la igualdad de oportunidades y el acceso universal a la naturaleza.
En definitiva, Sa Caleta es un refugio de belleza natural y tranquilidad, con un encanto único y un ambiente acogedor. Todo ello a una hora y cuarto de Barcelona.