Habla el Extranjero

Habla el Extranjero Simón Sánchez

Habla el extranjero

Los expatriados parisienses en Barcelona

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No news, good news, dicen los británicos. O sea, que no haya noticias es una buena noticia. Los grandes medios internacionales apenas hablan estos días de Cataluña, salvo en el sector de la prensa turística, informando de las fiestas que se celebran en Barcelona, de las huelgas de Ryanair y de los taxistas, de la ampliación del aeropuerto de El Prat… y de la vida de los expatriados parisienses que viven a caballo entre París y Barcelona. 

El británico The Independent comentaba ayer la huelga de la compañía aérea irlandesa: “Cientos de vuelos, incluidos los que conectan Manchester y Barcelona, han sido cancelados durante importantes huelgas del personal de Ryanair. Estas huelgas se coordinaron a nivel europeo, involucrando a empleados en España, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Portugal e Italia, con reivindicaciones que iban desde mejoras salariales hasta cambios en los contratos laborales.”

En uno de los días de huelga más relevantes, se cancelaron alrededor de 250 vuelos, afectando a aproximadamente 40.000 pasajeros. The Independent destaca que en el aeropuerto de Manchester, los vuelos hacia y desde Barcelona estuvieron entre los cancelados. Ryanair afirmó que notificó a los clientes afectados y ofreció opciones como cambios gratuitos, reembolsos o rutas alternativas, disculpándose por las molestias y calificando la huelga de "lamentable e injustificada".

Las huelgas han sido descritas como las mayores en la historia de Ryanair con los sindicatos exigiendo que se apliquen las leyes laborales locales a los empleados de Ryanair, en lugar de los contratos irlandeses.

The Independent también señala que aerolíneas rivales como easyJet se benefician de las cancelaciones de Ryanair, aumentando sus beneficios a su costa.

Catalan News, el diario en inglés de la Agència Catalana de Noticias (de la Generalitat) que se dirige a los ciudadanos extranjeros que viven en Cataluña, comentaba ayer la huelga de Ryanair… y la de los taxistas: “Los taxistas de Barcelona han convocado una huelga de 48 horas para protestar contra Uber y Cabify. No hay taxis que vayan del centro de la ciudad al aeropuerto ni viceversa, aunque existen opciones alternativas como el Aerobús, trenes o metro. Los taxistas han advertido que su huelga podría prolongarse más allá del jueves y que afecta solo a los servicios aeroportuarios.”

“La buena noticia”, comenta el portal catalán para expats y turistas, “es que una tercera huelga prevista por el personal de tierra de Iberia para viernes y sábado fue cancelada el martes por la noche tras largas negociaciones.”

Deplacements pros, L’Echo Touristiqu y Air Journal, medios franceses consagrados al turismo y las comunicaciones, destacan la probación del proyecto de ampliación del aeropuerto de Barcelona, tras el acuerdo alcanzado entre el operador aeroportuario Aena y el gobierno español, con una inversión valorada en cerca de 3.200 millones de euros.

Turistas en una calle de Barcelona

Turistas en una calle de Barcelona David Zorrakino Europa Press

Air Journale explica que “Rechazado por primera vez en 2021, el proyecto de ampliación del aeropuerto internacional de Barcelona-El Prat ha recibido luz verde tras un acuerdo entre el gobierno central español y Aena.

El aeropuerto recibió más de 55 millones de pasajeros en 2024 y, según Salvador Illa, presidente de la Generalitat de Cataluña, ‘se acerca rápidamente al límite de su capacidad’. Añade: ‘Este proyecto de infraestructura es crucial para la prosperidad de Cataluña, pero también para España y Europa’. El objetivo: convertir El Prat en ‘un gran hub de conexiones intercontinentales’».

Finalmente, Equinox Magazine, medio independiente francés (escrito en su lengua oficial) dedicado a los 70.000 franceses que viven en Cataluña, y en general a todos los del país vecino que sientan interés por la actualidad española, publicaba ayer un reportaje sobre “París-Barcelona: esos expatriados que han preferido no preferir”. 

Según la periodista, Lucille Souron, “Sin ser fans del tumulto parisiense pero tampoco decididos a renunciar a sus raíces, algunos franceses instalados en Barcelona transitan entre las dos ciudades, entre dos vidas. Ni del todo aquí, ni del todo allá, han asumido el ir y venir como una forma de vida.” 

Souron aporta dos testimonios. Hay que suponer que son significativos. Siempre lo es conocer cómo nos ven los demás. Dice la periodista: 

“Hay quienes cortan completamente los lazos, cambian de número de teléfono y no quieren volver a oír hablar de Francia. Y luego están los otros. Aquellos que se instalan en Barcelona sin dejar realmente París, que viven entre dos idiomas, dos culturas, y que han hecho de la gran distancia una forma de vida. Son expatriados desde hace tiempo, pero ya no se identifican con ningún puerto de origen. Ni turistas, ni expatriados: al igual que Reynald y Alexandre, han elegido no elegir.

Reynald, de 45 años, vive en Castelldefels, al sur de Barcelona, ‘no muy lejos del aeropuerto’. Un criterio estratégico, cuando se toma el avión cada dos semanas para ir a trabajar a París. Este antiguo empleado de Louvre Hotels pasó mucho tiempo haciendo viajes de ida y vuelta entre La Défense y la costa catalana.

Hoy, desarrolla las actividades de Refruiting, una startup de cestas de frutas entregadas en empresas, y dice apreciar esta rutina marcada por los despegues. ‘Antes, París era La Défense, el calvario. Ahora la redescubro. Me gusta volver. Vuelvo a darle valor a lo que veo, a lo que como. Y además, disfruto aún más de Barcelona cuando regreso’.

No se trata de elegir. Alexandre, por su parte, ni siquiera contempla quedarse más de unas semanas sin volver a París. A sus 48 años, tras veinticinco años de expatriación (Estocolmo, Atlanta, Madrid), ha dejado sus maletas en Barcelona, ‘no muy lejos, soleada, no demasiado cara’.

Allí vende entradas VIP para Roland-Garros o el Balón de Oro, destinadas a empresas francesas. ‘El 99% de mis clientes están en París. Dirijo un equipo allí, mi cliente más grande está allí’. Entre dos misiones, se instala en un Airbnb a veinte metros de la agencia. ‘Disfruto de ambos. Tengo la clientela francesa y la calidad de vida española’.

Un avión despegando en el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat

Un avión despegando en el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat Europa Press

En la práctica, esta vida exige una logística bien engrasada. Están los billetes de avión, los alquileres de apartamentos, los justificantes para los impuestos. Si bien el estatus de autónomo español es conocido por sus altas cotizaciones sociales, ofrece aún así más flexibilidad que un contrato indefinido en París. Y sobre todo, el chiringuito reemplaza ventajosamente al comedor de empresa. ‘Tomas tu café al sol con tu ordenador, eres casi más productivo que en una oficina gris de París’, bromea Alexandre.

El sol, precisamente, aparece en cada frase. Todo lo demás puede discutirse —los sueldos, los alquileres, el papeleo— pero no la luz. ‘Barcelona es dulzura. Aquí uno se siente más seguro, la gente está menos estresada’, resume Reynald. Y luego añade: ‘Pero bueno, la gastronomía francesa, la cultura, eso no lo encuentras aquí. Lo echo de menos’.

Así que circulan, capitalizan su movilidad, esa necesidad de ritmo y contraste. ‘Viajar cansa, pero también recarga. Tomas un poco de cultura, sales de tu burbuja. Recomiendo a todo el mundo este estilo de vida. Y cuando vuelves, ves el valor de Barcelona’, insiste Reynald.

Estos trabajadores entre dos aguas no sueñan ni con una expatriación perfecta ni con un regreso definitivo. Han integrado el ir y venir en su día a día, y hacen de su arraigo múltiple tanto una estrategia como un equilibrio. En suma, vidas satélite que giran entre París y Barcelona, sin llegar nunca a instalarse del todo en un solo lugar.”