Primeras planas

Lo último de Cercas: decir Gerona no es facha

Puigdemont, Gaudí a la mosca cojonera, apura los plazos mientras la base electoral del separatismo recupera la fe en la república. El milagro de la unanimidad en el Constitucional

29 enero, 2018 09:48

Ahí está un día más, en el centro de la escena, encaramado a las portadas. ¿Quién lo iba a decir hace ahora dos años? Puigdemont era entonces un periodista metido a alcalde bastante menos envarado que Mas y que aseguraba por las esquinas que su reino no era de este mundo, que se ceñiría al plan de llevar a Cataluña hasta las puertas de la república, de la postautonomía a la preindependencia. Pero si hasta dijo en varias ocasiones que no se presentaría a las elecciones, aparentando ser muy consciente de que no habían sido los electores sino la CUP de Anna Gabriel quien le había puesto al frente de la Generalitat.

Ahora es el líder indiscutible del independentismo, un símbolo, un brazo de mar que tropieza pero no cae y que se aplica la máxima zen de que "qui dia passa, any empeny" con excelentes resultados de público y crítica. Puigdemont, que ni es un gran orador ni mucho menos un dialéctico pasable, como se han cansado de demostrar Arrimadas, Alejandro Fernández y Miquel Iceta, tiene una suerte de carisma gamberro para chotearse de Mariano, Soraya y el ministro Juan Ignacio Zoquete que es muy celebrado por la parroquia republicana.

Es Puigdemont un grano en la ingle, la mosca del vinagre en un cojón. A estas horas no se sabe nada ni se sabrá nada de cierto hasta el último segundo hábil, de modo que la política catalana se adentra más entre las brumas mientras Bentanachs va por ahí metiendo miedo y pegando viscas a Terra Lliure. La grey amarilla eleva el tono y se prepara para volver a las calles, para hacer efectiva la república que vuelve a estar "a tocar". Los Comités de Defensa de la República, los cachorros de la CUP y los comandos especiales de las tietas pasivo agresivas están alerta. 

elpais.200

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En El País, Camilo S. Baquero y Anabel Díez recogen el pálpito de los magistrados del Constitucional que han obrado el milagro de la unanimidad en no dejar al Gobierno con el trasero al aire: "El Ejecutivo transmitió a varios miembros del tribunal el problema del enorme quebranto que sufriría el Estado si hubiera investidura a distancia, tal y como finalmente entendió, por unanimidad, el Constitucional. La anunciada investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat para mañana ha quedado prácticamente imposibilitada por el Tribunal Constitucional, pero el independentismo insiste en que ni tiene ni busca un plan b. Para asegurarse 68 votos, la mayoría absoluta, dos de los diputados huidos a Bruselas renunciaron anoche a sus escaños y otra más lo hará previsiblemente en las próximas horas. Este movimiento se produce después de que el Constitucional acordase que no pueden delegar el voto. ERC apoya a Puigdemont pero en sus filas crecen las dudas sobre la investidura".

Añaden respecto a la capacidad de maniobra de Puigdemont lo siguiente: "Pero para pedir esa autorización judicial, Puigdemont deberá acudir en persona ante el juez. No puede hacerlo por escrito porque el magistrado ya le denegó personarse en la causa hasta que regrese a España. Geis no aclaró ayer cuál será el procedimiento y aseguró que el abogado del expresident, Jaume Alonso-Cuevillas, está trabajando en ello".

El expresidente va a su bola y según una noticia en El Nacional de Marta Lasalas se reservará el control de los Mossos en el próximo Govern que está seguro de conformar.

Su popularidad sube como la espuma entre los afines y genera espectaculares consensos en la base electoral del separatismo. Es un fenómeno, un crack, la bomba. La gala de los premios Gaudí fue casi un homenaje a su figura. Vanessa Graell firma un texto en El Mundo sobre el particular ambiente de la celebración: "Tenían que ser los Gaudí de ellas. Porque las mujeres han escrito, dirigido y producido el mejor cine catalán. Pero la gala de anoche de los Premios Gaudí fue la más politizada de sus diez ediciones: niños cantando "No nos adoctrinan", breve cameo de Puigdemont en un vídeo o el "somos una nación y queremos un Estado" en boca de la veterana Montserrat Carulla, vestida de amarillo, que exigió "libertad a los compañeros encerrados en cárceles españolas y a los refugiados, forzados, en Bruselas"".

Notoria columna en El País Semanal del cavernícola honorario Javier Cercas, que apunta que decir Gerona en vez de Girona no es necesariamente una fascistada sino lo propio cuando se habla en español, también dicho castellano. El texto se basa en una anécdota con el hombre del momento: "Ya en el acto (la presentación de un libro), el alcalde (Puigdemont) estuvo muy cordial, lo que tal vez explica que en determinado momento, medio en serio y medio en broma, se me ocurriese proponerle una campaña institucional de la alcaldía en favor de que la gente, cuando habla castellano, vuelva a decir “Gerona”, que es como se dice Gerona en castellano, igual que, cuando hablamos en catalán, decimos “Nova York” o “Milà” o “Saragossa” y no “New York” o “Milano” o Zaragoza. Es muy probable que, en el actual clima político catalán, coseche una cerrada salva de aplausos alguien que afirme que quien dice en castellano Gerona lo hace por motivos políticos, para reivindicar la pertenencia de Gerona a España (lo que equivale a afirmar que quien dice en catalán “Nova York” lo hace para reivindicar la pertenencia a Cataluña de Nueva York); pero entonces aún no vivíamos en este clima. O eso creía yo. Porque en aquel momento Puigdemont, que hasta entonces se había comportado con normalidad, inundó la sala con una densísima polvareda de palabras a través de la cual apenas pude vislumbrar con claridad tres cosas. La primera es que se había tomado absolutamente en serio mi propuesta, y que no le había gustado absolutamente nada. La segunda es que en su brevísima contestación había usado la palabra “Franco” cuatro o cinco veces por lo bajo. La tercera es que parecía haber esgrimido el siguiente razonamiento, dicho sea con el máximo respeto por esa palabra: dado que la dictadura había perseguido el catalán y había impedido hacer un uso oficial del topónimo “Girona”, ahora, para compensar ese atropello, había que decir “Girona” también en castellano, fuese o no fuese correcto".

A este paso acabará por poder decirse Generalidad y consejero.

29 de enero, santoral: Constancio, Pedro Nolasco y Sulpicio Severo.