El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en el Parlament

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en el Parlament Crónica Global

Política

¿Qué le espera a Salvador Illa al volver de vacaciones?

El líder socialista ha consolidado el cambio que pidieron las urnas, pero la compleja aritmética parlamentaria le hace depender de ERC para aprobar unos presupuestos que marcarán el devenir de la legislatura

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Salvador Illa ha disfrutado de sus vacaciones en las Canarias junto a Pedro Sánchez tras un año intenso marcado por la gestión de las preocupaciones reales de los catalanes, tal y como le encomendaron las urnas el 12 de mayo del 2024. Está satisfecho con sus primeros meses al frente del Govern, y más tras regresar de su viaje a China, donde ha vuelto a poner la agenda internacional al servicio de las empresas y el crecimiento económico

Por lo demás, el Ejecutivo ha dado respuesta a la ampliación del aeropuerto de El Prat y al traspaso de Rodalies, carpetas que llevaban varios años encalladas; y ha puesto la vivienda en el centro de sus preocupaciones. Asimismo, ha recuperado la cordialidad institucional con el Estado y la Corona, aunque tiene manga ancha en materia lingüística, que le ha permitido maniobrar sin labrarse demasiados enemigos entre el nacionalismo.

Las encuestas así se lo reconocen. Pese a la crisis reputacional que enfrenta el PSOE a raíz de los escándalos de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y compañía, que reduce la intención de voto socialista en España, en Cataluña podrían incluso mejorar los 42 escaños actuales.

Tampoco el plan de la oposición de vincular a Illa con estas tramas, especialmente a partir de la misteriosa figura de Xi Li, que ha sido trending topic en el Parlament, aunque nadie ha logrado relacionarla con hechos contundentes e ilícitos con el president, ha conseguido desdibujar su índice de popularidad.

Salvador Illa, tras ser investido presidente de la Generalitat

Salvador Illa, tras ser investido presidente de la Generalitat Luis Miguel Añón

"Un matrimonio de cuatro años"

Desde Palau aseguran que el compromiso del Govern es agotar la legislatura. Un mandato que depende, en cualquier caso, de los votos de ERC y Comuns. La llamada mayoría progresista. Con ella suscribió pactos necesarios para que la legislatura echase a andar, unos acuerdos que mayoritariamente se están cumpliendo, por lo que las conversaciones entran en una nueva fase: la de negociar los presupuestos de 2026.

El principal problema es que, si bien los republicanos reconocen los esfuerzos de Illa y su equipo para negociar la financiación singular, que se escenificó en la bilateral de julio con un acuerdo de mínimos con el Gobierno, sus bases parecen no estar conformes con el resultado del nuevo modelo, que tardará mucho más de lo previsto y deberá avalarse en el Congreso de los Diputados con los votos de Junts, que hasta ahora se ha desmarcado al no considerarlo un concierto al uso.

Esta era la carpeta principal del acuerdo de investidura entre PSC y ERC, que por entonces tenía una dirección provisional capitaneada por Marta Rovira y venía de un notable batacazo electoral tras tres años al frente del Govern. Ahora, con Oriol Junqueras de nuevo al mando, amenazan con dejar de apoyar a Illa. En sus manos está, salvo cambio drástico, que haya cuentas nuevas en enero.

Los presupuestos, la clave de todo

La intención de los socialistas era aprobar presupuestos para 2025, pero los líos internos en el seno de la formación republicana impidieron cualquier acuerdo a finales del año pasado. Con hasta tres suplementos de crédito, estos sí apoyados por ERC y Comuns en el hemiciclo, se ha logrado cuadrar las cuentas prorrogadas, pero el Govern ya trabaja en un proyecto presupuestario que, a priori, debe presentarse en el Parlament en noviembre para que pueda entrar en vigor en enero. 

El timing es el previsto, e Illa conoce de sobra las prioridades tanto de los republicanos como con los Comuns, con quienes mantiene una fluida relación de colaboración. Están emplazados a hablar cuando arranque el nuevo curso, pero ERC, con grandes presiones internas, tiene dudas. El contenido de los presupuestos, en este sentido, da lo mismo.

Es una cuestión de cálculo político, y las bases de los republicanos podrían forzar a su dirección a dejar caer al Govern. 

De materializarse esta hipótesis, la sociovergencia querida por el empresariado puede ser una solución para sostener la legislatura. Otra sería continuar sin presupuestos un ejercicio más. Y una tercera pasaría por volver a llamar a los catalanes a las urnas y reforzar el apoyo que indiscutiblemente ganará el Ejecutivo de Illa, que podría dejar de depender de ERC y ensanchar su distancia con Junts, que perdería unos cuantos escaños en favor de Sílvia Orriols.