El enlace de Puigdemont con el Kremlin acaba embargado por Hacienda y sus vecinos
- Jordi Sardà, el empresario que quiso financiar una Cataluña independiente, acorralado por la Agencia Tributaria y su comunidad
- Más información: La nueva vida en Andorra del cerebro de la trama rusa del 'procés'
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De querer financiar una hipotética Cataluña independiente a ser embargado por Hacienda y tus propios vecinos. Es lo que le ha pasado a Jordi Sardà Bonvehí, el empresario que actuó de enlace entre el expresident huido Carles Puigdemont y el Kremlin en 2017 para, en teoría, asegurar el apoyo de Rusia a la región separada. Ese órdago no se sustanció, y ahora Sardà está doblemente embargado por la Agencia Tributaria (Aeat) y su comunidad de propietarios.
Lo detalla fuentes de su entorno después de la reaparición estos últimos días de Víctor Terradellas, el exsecretario de Relaciones Internacionales de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), amigo de Puigdemont y el hombre que condujo a Sardà ante el expresident.
El as en la manga de Terradellas estaba viciado, era ful, tanto es así que ha terminado doblemente embargado.
Debe dinero a Hacienda y su comunidad
Los tribunales han actuado contra Jordi Sardà por deudas. Incluso por obligaciones pequeñas. La delegación de la Aeat en Manresa le persigue porque debe 8.782,59 euros, según la documentación a la que ha accedido este medio.
A su vez, sus propios vecinos le han perseguido judicialmente porque ha impagado la cuota de la comunidad de propietarios. Debe 5.627 euros, una obligación que ha reconocido el juzgado de Primera Instancia número 2 de Vilanova i la Geltrú (Barcelona).
Ambos apremios se han cargado sobre el ático que Sardà en Sitges, en la misma provincia.
Un ático impagado
Esa propiedad de dos alturas en el número 24 de la calle Pintor María Carbonell Llopis tiene su propia historia. El contacto de Puigdemont con Rusia lo compró en 2007 con una hipoteca que impagó.
El préstamo ha quedado subrogado, y una parte la persigue un cobrador del fondo Apollo Global Management: Lico Leasing. Tras ello, el apartamento salió a subasta, avanzó El Confidencial, pero sigue, hoy por hoy, en manos del fixer.
"Lo alquiló"
Fuentes de su entorno confirman su "precaria situación financiera". Según éstos directivos, el exmonitor de esquí tornado en intermediario político "tuvo que alquilar el dúplex y regresar a vivir con sus padres".
Fue tras diversas operaciones fallidas, no solo la de la presunta financiación para la hipotética Cataluña independiente. "Se involucró con gente del Puerto de Barcelona que ofrecía obras de arte a cambio de financiación; propuso una compraventa de 40 millones en bitcoins que no concretó; hacía pitching para vender Ferraris, pero no tenía el mandato de venta: nada se sustanciaba", se quejan quienes hicieron tratos con él en el pasado.
Un buen contacto: Sergey Motin
El intermediario sí llegó a tener un contacto al más alto nivel: el exmilitar ruso Sergei Motin. Motin se desplazó a Barcelona en 2017 y llegó a mantener dos reuniones al más alto nivel: una con Carles Puigdemont --encuentro famoso en el que le ofreció 10.000 mercenarios del extinto Grupo Wagner-- y Elsa Artadi, que en la época febril del procés era Coordinadora Interdepartamental del Govern.
En esa reunión, también participó Badia. Un día -horas antes de que Puigdemont leyera la fallida Declaración Unilateral de Independencia (DUI) del 27 de septiembre de 2017- se produjo otra reunión, según avanzó el grupo de medios de investigación OCCRP, con el expresident, Terradellas y el emisario Nicolai Sadovnikov.
En ese encuentro en el Palau de la Generalitat en Barcelona, fotografiado por el CNI, también participó Sardà, que hizo de traductor.
Los bonos de un banco suizo
Y es que, en efecto, el empresario en apuros alcanzó su máximo protagonismo con las intrigas palaciegas de 2017. Jordi Sardà llegó a ofrecer bonos soberanos depositados en un banco suizo por valor de 420 millones de dólares con los que, según él, se financiaría la Cataluña separada de España. Para ello se requería fundar un banco catalán con este capital en el que los operadores rusos pudieran depositar su dinero en bitcoins.
El tenedor de esos bonos habría sido Motin, insisten las mismas fuentes, y se presentaron primero a altos cargos de ERC en el Govern y luego a Puigdemont directamente.
Un viaje a China
El material, "prometedor" según fuentes del sector financiero, se quedó a medias. La prueba de los bonos se notarizó en Barcelona y luego un grupo de personas la llevó a China para ofrecerla al Gobierno.
"Cuando se buscó hacer el compliance, no se presentaron los originales, por lo que la operación cayó", deslizan participantes en el entramado.
Nada sale como se espera
En efecto, los contactos de Sardà con el Kremlin, que incluyeron ese viaje a China con los bonos y otros dos desplazamientos a Rusia, no salieron como esperaban. El empresario, que "se presentaba como espía, exparticipante en una fracción militar rusa", no concretaba sus ofrecimientos, pese a "manejar tarjetas de crédito internacionales, dólares y presumir de buenos contactos en Moscú, que los tenía".
Sergey Motin terminó abandonando Barcelona y dejó una deuda impagada de unos 20.000 euros a una clínica de la zona alta. Los bonos se ofrecieron a interlocutores chinos, pero no pasaron el compliance.
La falta de sustancia de Sardà y su "homofobia recalcitrante" llegaron a asustar a otros posibles contactos.
Voloh, archivada
En paralelo, todos los movimientos entre bambalinas de Jordi Sardà y Víctor Terradellas terminaron alimentando parte de la causa Voloh, que examinó, entre otras cosas, los contactos del independentismo catalán con Rusia en 2017. El caso judicial ha terminado archivado por orden de la Audiencia Provincial de Barcelona.
Pero el carpetazo en los tribunales no quiere decir que una parte del nacionalismo catalán no explorara la ayuda rusa. "Sardà pilotó al menos dos misiones a Moscú y tuvo acceso a altos cargos del régimen", insisten quienes le trataron. ¿Cómo lo saben? "Enseñó fotos, no se cortaba". "No era nada nuevo, él siempre mostraba vídeos de cómo --o al menos eso decía-- participó en misiones con un grupo mercenario ruso".
La falsa venta de gas a Ucrania
De hecho, en ese relato de trabajo sucio para la patria euroasiática enmarcó Jordi Sardà su intento de vender una inversión de gas de 850 millones a Ucrania mandatado --según dijo él-- por Gas Natural en 2012. El intermediario llegó a firmar un protocolo con el entonces primer ministro, Mykola Azárov, pero la gasista desmintió la operación y le denunció por estafa y falsedad documental en la Audiencia Nacional en mitad de un colosal terremoto diplomático y mediático.
De esa causa judicial, nada se sabe. Sí se conoce lo que defendió Sardà en privado con sus socios: que la falsa operación de venta de gas había sido un encargo de Rusia para desestabilizar a una Ucrania con la que entraría en guerra por los territorios del Donbás. Fue, pues, un acto de servicio, defendía.
"Lo que necesitaba era 'cash'"
Versiones aparte, esa trayectoria errática del enlace con el Kremlin convence a su entorno de que Jordi Sardà, más que capaz de financiar una Cataluña independiente, "lo que necesitaba era liquidez para él". Citan su "pobre situación financiera" para justificarlo, y el hecho de que sus múltiples operaciones --incluida la de los bonos suizos-- "eran poco menos que una estafa".
La trayectoria de este empresario es, en cierta manera, paralela a la de otro intermediario de la trama rusa: Alexander Dmitrenko. Este directivo catalano-ruso sobrevoló el independentismo blandiendo una credencial diplomática de la Cámara de Comercio de Barcelona, la primera de la historia. Llegó a acompañar a Josep Alay, jefe de gabinete de Puigdemont, a Rusia.
Pero ha terminado exiliado en Andorra y, como Jordi Sardà, buscado por las transacciones fraudulentas que ha dejado a su paso.
Este medio ha contactado con el entorno del empresario, sin recibir respuesta.