Antifascistas y ultras se ignoran en la Diada más descafeinada de los últimos años. Ni los primeros intentaron boicotear el acto de Democracia Nacional en Barcelona, ni grupúsculos de neonazis buscaron conflicto en la manifestación organizada por la Izquierda Independentista. Cada sector celebró la jornada a su manera y las tortas, este año, se las dieron entre los propios independentistas.
Y es que el momento de máxima tensión se vivió el martes por la noche entre los seguidores de Arran y la escisión de la CUP llamada OJS contra los ultras de Aliança Catalana (AC), el partido liderado por Sílvia Orriols.
Ambos sectores se enzarzaron en una pelea en el Fossar de les Moreres, lo que ha requerido la intervención de los Mossos d'Esquadra para separar a los dos grupos. Más allá de este episodio, la jornada del miércoles transcurrió con absoluta calma.
No asistió ni su presidente
Fue tanta la tranquilidad, que en el acto organizado por Democracia Nacional ni siquiera se presentó su presidente, el ultra Pedro Chaparro, conocido tras el asalto a la Blanquerna el 11 de septiembre de 2013 en Madrid. Chaparro, que anunció su participación hace varios días, informó, poco antes del inicio del acto, que "por problemas de salud" no había podido viajar a Barcelona.
La extrema derecha apenas logró reunir a una decena de militantes. Su invitado estrella, el político Misa Vacic, líder y fundador de un partido ultra en Serbia, se tuvo que conformar con dar un breve speech ante los pocos seguidores que se desplazaron hasta el barrio de Les Corts donde se celebró el acto.
Un encuentro bautizado por ellos mismos como "Alta Tensión". Un nombre que, ni de lejos, acompañó la realidad del acto.
Cuatro grafitis antifascistas
A pesar de que los miembros de la conocida como Izquierda Independentista ni se molestaron en entorpecer la reunión de los neonazis, sí que hicieron acto de presencia. Eso sí, horas antes de que llegaran los primeros militantes de Democracia Nacional al punto de encuentro, sito en el número 12 de la calle Felipe de la Paz.
La madrugada anterior dejaron varios grafitis con consignas antifascistas en las inmediaciones del local donde se iba a celebrar el acto. "Nazi muerto, adobo para el huerto" o "BCN Antifa" fueron algunos de los mensajes que dejaron marcados en el mobiliario urbano de la zona. Sin embargo, a la hora marcada ni se acercaron al lugar del encuentro. Tampoco lo hicieron los Mossos. Y así, el evento de la extrema derecha pasó sin pena ni gloria.
Según el vicepresidente de Democracia Nacional, Gonzalo Martín, el dueño del local alquilado para dar la conferencia "recibió presiones de los separatistas para cancelar el contrato justo la noche anterior". De este modo, aunque la concentración siguió en pie, se quedaron sin presidente y sin sala de actos.
"Illa, bienvenido al infierno"
En paralelo, el movimiento ultraderechista tampoco interrumpió la manifestación de la CUP, que transcurrió sin incidentes desde la plaza Urquinaona hasta el Born. Ni los fieles de la derecha indepe de Orriols ni los de la derecha constitucionalista se dejaron ver por el transcurso de la protesta. La protesta de la CUP y sus entidades satélites congregó a 6.000 personas, cifra inferior a la de otros años durante la Diada.
La protesta finalizó con un acto político en el que los líderes de la Izquierda Independentista anunciaron que se estaban reorganizando para "seguir luchando por la libertad del pueblo catalán". Amenazaron en varias ocasiones en repetir talleres como el de los cócteles molotov en Granollers y advirtieron al president Salvador Illa que "los jóvenes iban a volver a salir a la calle": "Cataluña es tierra de fuego, así que señor Illa, bienvenido al infierno", sentenció la diputada de la CUP, Laure Vega.
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