El nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa (PSC), fue investido ayer con los votos de los socialistas, ERC y Comuns Sumar. Horas antes, y tras el show protagonizado por Carles Puigdemont en Barcelona y su posterior fuga, quedó claro que, como nuevo jefe del Ejecutivo autonómico, ya tiene un primer reto: una reestructuración de los Mossos d'Esquadra, que ayer dejaron escapar, por segunda vez, al expresidente catalán huido.
Es lo que indican a Crónica Global fuentes internas de la policía catalana, que asumen que la cadena de errores de ayer, la que permitió a Puigdemont reaparecer en Barcelona, dar un corto mitin y fugarse de nuevo, "obligarán a hacer cambios internos en el cuerpo". De hecho, algunos sindicatos como SAP-Fepol ya pidieron una investigación interna. Pero mandos de Mossos creen que habrá más.
Lo primero, la probable defenestración del comisario jefe, Eduard Sallent, que ayer tuteló el operativo in situ desde el Centro de Coordinación (CeCor) situado en la Comisaría de Sant Martí. La extrema prudencia con la que se diseñó el dispositivo de detención, evitando un arresto mediático, terminó por facilitar la nueva fuga del expresident.
Las explicaciones "no bastarán"
Precisamente, Sallent, junto con la número dos Rosa Bosch, el director general de la Policía, Pere Ferrer, y el mismo consejero catalán de Interior, Joan Ignasi Elena, darán hoy explicaciones en la sede de la conselleria. Convocatoria que desde Sap-Fepol consideran que llega "mal y tarde"
Pero la comparecencia, salvo que vaya acompañada de dimisiones, no bastará, se cree intramuros. El nuevo Govern del PSC tendrá que alinear de nuevo el cuerpo con el Estado de Derecho, algo que, a día de hoy, no está garantizado, tal y como pasó en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Una vez más, lamentan las fuentes consultadas, "la reputación del cuerpo ha quedado en entredicho".
Dos detenciones
Prueba de ello es que dos agentes del cuerpo fueron detenidos por, presuntamente, ayudar al expresident a huir, pese a que 350 de sus compañeros policías se habían desplegado ayer junto al Parlament para, si era preciso, detenerle. De este modo, y si se prueba, es posible que hubiera ayer varios equipos de los 22.000 agentes de los Mossos d'Esquadra para arrestar el prófugo, y otra parte de ellos tratando de que no pasara.
De nuevo, las dos almas de la policía catalana afloraron de la forma más descarnada, y ello ha dejado la reputación del cuerpo en mínimos.
El dispositivo 'blando'
Porque, además de la evidente ayuda interna en Mossos que obtuvo Puigdemont, lo cierto es que el dispositivo tampoco bastó. Fue blando. El cuerpo de seguridad negó ayer oficialmente un pacto con el fugado para detenerle tras el mitin que dio en Arc de Triomf ante 2.500 fieles. Fuentes de otros cuerpos policiales la abonan, alertando de que era "imposible" que el también exeurodiputado se fugara ante las narices de policías, manifestantes y medios informativos.
Pero lo cierto es que pasó, y ese ridículo -una sensación casi unánime entre agentes de a pie y sindicatos- se centra en la tibieza del dispositivo posmitin: había que detener a Puigdemont tras su speech, pero el dispositivo fue flojo. Flaqueó -pese a que la Comisaría General de Información, una unidad muy reputada, "cumplió", el consenso fue que lo que falló vino "después"-, y el huido consiguió continuar siéndolo.
Ni siquiera los agentes que se desplegaron por todo el territorio catalán tras la bomba de humo de Puigdemont, y en el marco de la Operación Jaula, lograron revertir el fiasco del dispositivo de detención.
Tras horas de colapso, con todas las salidas de Barcelona cortadas, la cúpula de la policía catalana decidió poner fin al citado operativo, manteniendo únicamente algunos controles esporádicos. En especial, en los puestos fronterizos. La historia se repite, pero las fuentes consultadas ponen en duda si los Mossos han aprendido algo en este tiempo.
Recuperar la credibilidad ante la Copa América
Ello provocó un torrente de críticas de internautas, periodistas y sindicatos. La reputación de los Mossos sufrió ayer una nueva abolladura importante, y difícilmente la rueda de prensa de hoy la podrá recuperar. Salvo que haya dimisiones. E incluso, harán falta "cambios internos" en el cuerpo, insisten fuentes internas.
Porque la chapuza policial de Barcelona de ayer llega cuando la fuerza pública está a punto de convertirse en la coordinadora del CeCor de la Copa América de vela, que arranca en 12 días. El tercer mayor evento deportivo del mundo empieza en menos de dos semanas, y Mossos tendrá la seguridad integral en tierra y aguas interiores.
Y porque, también, la policía catalana se las vio y deseó para poder proteger los edificios judiciales en Cataluña tras el 1-O. "Les quitaron la competencia, y pidieron regresar. Para ahora volver a perder la credibilidad", indican fuentes cercanas a la Ciudad de la Justicia de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
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