La guerra interna desatada en ERC tras los malos resultados en las elecciones catalanas del 12 de mayo y la decisión de Oriol Junqueras de volver a optar a la presidencia en el congreso de noviembre ha vivido un alto el fuego con el regreso de Marta Rovira a Cataluña. Ambos exhibieron falsa unidad en Cantallops (Girona) ante la ofensiva del fugado Carles Puigdemont, quien se dará un baño de masas el próximo 27 de julio en la Catalunya Nord amenazando con un “regreso inminente” a Cataluña.
Ni el abrazo ni los forzados gestos de cariño acallaron los murmullos de los seguidores de ERC en ese municipio gerundense, donde el expresidente recibió a Rovira desatando todo tipo de interpretaciones. Fuentes del partido aseguran que Junqueras buscaba “acaparar la atención” pese a que él “ya tuvo su momento” tras salir de la cárcel gracias a los indultos. Otros describen el movimiento como una muestra de “magnanimidad” después de haberle encajado un gol al sector de Rovira con el escándalo de los carteles y la dimisión del “hombre fuerte” Sergi Sabrià. Y hay quienes señalan la “debilidad” de un Junqueras que pensaba que hacerse con el poder en el congreso iba a ser “un paseo”.
Evitar que la formación se rompa
En cualquier caso, la mayoría de las voces republicanas coinciden en que la imagen entre Junqueras y Rovira quiere trasladar un mensaje de “falsa unidad” ante la militancia para evitar que la formación “se rompa definitivamente”. Es decir, que ambos dirigentes no desean que sus diferencias estratégicas y su pulso por el poder acaben llevando a un partido histórico con “grandes éxitos contra la represión” en su pasado reciente, a una situación de no retorno.
Especialmente, cuando Puigdemont está redoblando la presión sobre ERC. Primero, logrando que les cedieran la presidencia del Parlament. Después, utilizando a Lluís Llach desde la Assemblea Nacional Catalana (ANC) para amenizar con “movilizaciones” en la calle si hay investidura de Salvador Illa. Y, ahora, alimentando el miedo a que el fugado acabe siendo detenido cuando las negociaciones entre ERC y el PSC están en su mejor momento, además de preparar un “acto definitivo” el 27 de julio para poner al independentismo en guardia contra la investidura de Illa.
Rovira busca generar ilusión
El regreso de Rovira y el resto de fugados de ERC, retransmitido a través de los medios de comunicación e intentando generar ilusión --tal y como se evidenció en el discurso de la secretaria general en el Consell Nacional del viernes--, se ha convertido en una suerte de “show” para disputarle a Junts el relato contra la represión. “Los indultos y la amnistía no hubieran sido posible sin ERC”, expresan fuentes del partido que recuerdan que hasta el presidente Pedro Sánchez admite el “liderazgo” de los republicanos en dichas cuestiones.
El partido quiere liberarse de complejos y realzar sus valores independentistas ante unas bases deprimidas imitando al “efecto Puigdemont” de la campaña electoral del 12M. La propia sede de ERC ha dado la bienvenida a Marta Rovira, quien ha participado en la Ejecutiva y en el Consell Nacional, con una enorme lona de la secretaria general en su fachada. Este sábado a las seis y media de la tarde la esperan en Vic para un nuevo baño de masas. Un acto que ha sido contraprogramado por la ANC a las cinco, buscando diluir el “éxito” de ERC contra la “represión del Estado”.
Finalmente, la falsa unidad y momento dulce de ERC no puede desvincularse de las negociaciones para la investidura de Illa. Y es que el partido necesita pasar página del caso de los carteles de los hermanos Maragall y reafirmarse como el partido que más ha hecho contra la supuesta represión frente a Puigdemont antes de seguir dando pasos hacia un preacuerdo con el PSC. La estrategia de poner la venda antes de la herida.