Las conversaciones entre ERC y PSC “avanzan a buen ritmo” y esto ha hecho saltar las alarmas en la sede de Junts. Carles Puigdemont asume ante su círculo más cercano que el acuerdo entre el PSC y ERC para la investidura de Salvador Illa es inminente y, por ello, se prepara para un gran acto de cierre de filas que le atornille en el trono del partido y eleve la presión sobre los republicanos.
Sábado 27 de julio en la Catalunya Nord. Ahí tendrá lugar el cónclave que, oficialmente, pretende celebrar los cuatro años de vida de Junts y dar apoyo a Puigdemont antes de su regreso "inminente" a Cataluña en un contexto de "golpe de Estado judicial". Pero fuentes del partido aseguran que la dirección pondrá toda la carne en el asador fletando autocares e invitando a comer a afiliados, familiares y amigos con un único objetivo: lograr una demostración de fuerza que acalle las críticas que, sigilosamente, surgen entre algunos neoconvergentes.
Cada vez más evidentes las promesas incumplidas
Y es que si ERC está en crisis, Junts tampoco está en su mejor momento. El escándalo por los gastos personales de Toni Comín, el “niño mimado” de Puigdemont, a costa de los fondos del Consell de la República, ha generado “decepción” entre muchos militantes que no entienden que el expresident no haya salido a dar explicaciones. También recuerdan que Puigdemont amagó con regresar a Cataluña durante la campaña electoral, que pidió el voto a muchos catalanes, asegurando que si no le daban los números para ser president abandonaría la política o que se presentaría a la investidura.
En estos momentos, fuentes del partido ponen de relieve que el candidato de Junts ya asume que no va a ser investido y por ello "está dejando de decir que hay una mayoría independentista posible con la abstención del PSC". En definitiva, cada vez son más evidentes las promesas incumplidas que, una a una, son “perdonadas” por los afiliados y votantes, pero no por sus adversarios políticos, aseguran las fuentes consultadas.
Riesgo de una "crisis reputacional"
Es ahí donde, para muchos, comenzarán los problemas de Junts. Si Salvador Illa logra ser presidente de la Generalitat con los votos de ERC y Comuns, al partido le espera una larga travesía en el desierto y Puigdemont corre el riesgo de sufrir una “crisis reputacional”. Especialmente si, como también apuntan fuentes de Junts, no regresa aun a riesgo de ser “detenido”, aunque sea para presentarse en una eventual investidura de Illa.
Esta sería otra promesa incumplida después de que el secretario general de Junts, Jordi Turull, dijera que es “un hombre de palabra” y que el presidente del Parlament, Josep Rull, lanzara un órdago diciendo que Puigdemont no sería detenido en la Cámara autonómica. Este fue aún más lejos y aseguró estar dispuesto a ser detenido él antes de dejar que las autoridades arrestaran al fugado.
Puigdemont no tiene palabra
El gran acto en la Catalunya Nord es un cierre de filas para enterrar una realidad cada vez más evidente para algunos cuadros del partido: Puigdemont no tiene palabra. En estos momentos, fuentes de Junts admiten que la reforma del reglamento del Parlament en favor del voto delegado de Lluís Puig y Puigdemont es otro incentivo para que el segundo no regrese en el corto plazo a Cataluña, además de las turbulencias judiciales en torno a la ley de amnistía que, sin duda, continuarán.
Ahora, Puigdemont se prepara para un acuerdo entre PSC y ERC que tendría lugar antes del 15 de agosto, admiten. Y, por ello, ha llamado a su militancia a las trincheras de la Catalunya Nord para hacer lo que mejor sabe: enaltecer a la masa independentista y amenazar a sus rivales republicanos para que se piensen dos veces un acuerdo con los socialistas. Una estrategia en la que ya se viene coordinando con la Assemblea Nacional Catalana (ANC) a través de su "presidente títere", Lluís Llach, que también amenazó con movilizaciones en caso de que ERC pacte con el PSC.
Salvador Illa se prepara para la investidura, mientras Carles Puigdemont se prepara para la enésima guerra dentro del independentismo.