El candidato Carles Puigdemont logró 35 escaños para Junts en las elecciones catalanas del 12 de mayo con un discurso independentista más propio del 2017 que del contexto de deshielo y desmovilización del 2021, reivindicando la “confrontación”, la “unilateralidad” y su capacidad para recuperar la unidad del independentismo. Pero los primeros compases de la legislatura han hecho que el fugado se tope con la realidad: la unidad independentista es una quimera.
Una vez iniciado el calendario de la ronda de consultas del presidente del Parlament, Josep Rull, con los líderes y portavoces de los grupos parlamentarios, PSC y ERC han intensificado sus conversaciones para la investidura de Salvador Illa con una reunión formal en Barcelona. Y esa "financiación singular" está ahora en el centro de la agenda política de Cataluña y el conjunto de España.
La propuesta 'estrella' de la financiación singular
Las declaraciones del presidente del Gobierno Pedro Sánchez recogiendo el guante de la propuesta estrella de campaña de ERC y -no menos importante- del president de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, sobre la financiación singular han sido un balón de oxígeno para los republicanos y un golpe para los neoconvergentes. En primera instancia, Puigdemont tildó la oferta de “escándalo” y “chantaje” a los mismos niveles que el PP de Alberto Núñez Feijóo, haciendo que los de ERC se frotaran las manos tras varias semanas de crisis interna y de no levantar cabeza por sus malos resultados en las urnas.
Un tropiezo que no quedó ahí, ya que la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, se despachó contra la financiación singular alegando que no es un “privilegio” y que “Cataluña no necesita ningún favor”. Un gol por partida doble para el PSC y ERC, que habrán de seguir avanzando para allanar la investidura de Illa en las próximas semanas.
El acuerdo de la Mesa, un espejismo
Además, en las últimas horas, la unidad independentista que se visibilizó con la elección de Josep Rull como presidente del Parlament con los votos de ERC y la CUP se ha demostrado un espejismo, ya que ERC ha empezado a quitarle la careta a Puigdemont recriminándole que no se presente a la investidura después de insistir en esta promesa durante toda la campaña. Y si bien es cierto que Illa también ha pedido más tiempo para presentarse, el socialista sí está en disposición de conseguir los 68 apoyos necesarios, mientras que el fugado en ningún caso logrará convencer al PSC para que se abstenga y le deje gobernar.
Con las negociaciones entre PSC y ERC en marcha y las promesas incumplidas de Puigdemont al descubierto, Junts digiere el nuevo escenario consciente de que los republicanos no van a seguir “comiendo en su mano” y que el “acercamiento” a Illa se ha producido antes de lo previsto. Además, entre algunos dirigentes de Junts “preocupa” que la financiación singular cale en el electorado catalán y se convierta en una bandera que ERC pueda enarbolar durante el resto de legislatura en el Congreso y en el Parlament.
Con todo, la unidad independentista no ha pasado de un mero leitmotiv de la campaña de Junts, ERC y la CUP. Y, apenas se han constituido los grupos parlamentarios, sus dirigentes han regresado a las trincheras habituales.