Marta Rovira ha medido los ánimos de la cúpula de ERC y ha constatado que su camino hacia el liderazgo del partido no será un camino de rosas. De eso ha servido el último Consejo Nacional, en el que ha marcado las líneas rojas de la negociación y hasta ha amagado con ser la candidata del partido en una eventual repetición electoral. Se ha postulado ante los suyos como la opción más factible en un discurso en el que ha obviado, y no ha pasado desapercibido, cualquier mención a Oriol Junqueras, con el que es conocido que tiene una relación mejorable.
En el encuentro celebrado en la sede en la calle Calabria de Barcelona este sábado -el primero de tal calibre tras el batacazo en las elecciones al Parlament del 12 de mayo- también ha recibido las primeras críticas en público de los suyos, de aquellos que no le compran ni el fondo ni las formas.
Pulso al PSOE
La cita ha arrancado con un primer discurso de la líder provisional abierto a la prensa. En este, de una media hora, ha dejado claro que la investidura de Salvador Illa, ganador de los comicios con el Partit dels Socialistes (PSC), se decidirá en Madrid. Ha exigido a Pedro Sánchez que el Gobierno que preside conceda una “financiación singular” a Cataluña.
Una propuesta a la que los socialistas no se niegan. La ministra de Hacienda y vicepresidenta segunda, María Jesús Montero, ha reconocido su voluntad de reconocer las “singularidades” de la comunidad, algo que Illa ha validado este sábado. Ante la mano tendida del PSOE, la republicana ha subido el tono y ha marcado la línea roja de las negociaciones en el cupo vasco: “No pedimos nada que no exista ya, ni aceptaremos algo que quede dentro del régimen general”.
Falso paso al lado
Es en este contexto y a falta de tres días para las primeras reuniones con el PSC que Rovira ha llamado a las bases a resistir a las “presiones”, a no dejarse llevar por las prisas y a quitarse de encima la “responsabilidad” de lo que pueda pasar, escudándose en la diferencia de votos con PSC y Junts. O lo que es lo mismo, a aguantar el tipo a pesar del evidente riesgo de repetición electoral.
Tanto es así que, al abordar esta posibilidad durante sus intervenciones a puerta cerrada, se ha referido a la posibilidad de ser la candidata de los republicanos a la presidencia de la Generalitat. No ha confirmado que se postule, pero el primer paso siempre es sondear reacciones.
La secretaria general respondió a la debacle del 12M con una dimisión a medias. Anunció que no se presentaría a la reelección en el Congreso Nacional del 30 de noviembre, pero nunca se ha referido a cargos de primerísima línea, como la presidencia que ha dejado de desempeñar Oriol Junqueras o la candidatura en unos comicios.
Las aguas están revueltas
Ahora, su ambición la lleva a coquetear con la vuelta a las elecciones, aun minusvalorando lo que sería sufrir otro batacazo en sus propias carnes, como cabeza de cartel. Pero las aguas están demasiado revueltas para personalismos, sobre todo en un contexto favorable a la renovación de los liderazgos que han protagonizado una legislatura para olvidar y que han llevado a ERC al borde del abismo.
Los más críticos le han hecho saber su descontento. El tono de las intervenciones de algunos de los militantes ha sido áspero, rozando el reproche por haber vivido el debacle del independentismo desde la lejanía, en Ginebra (Suiza). Rovira se ha encontrado así con una oposición que no se lo pondrá fácil en el pulso que ha iniciado contra el sector junquerista por el liderazgo del partido, a costa probablemente de la entrada de los republicanos en el gobierno socialista de Barcelona y de la investidura de Illa como president de la Generalitat.
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