La decisión de frenar en el último minuto la consulta a la militancia convocada por ERC en Barcelona para decidir si entrar o no en el gobierno municipal de Jaume Collboni (PSC) es la última pugna pública protagonizada por las familias de la formación republicana. Las costuras del partido están en el límite y se señala la mano de hierro total de Marta Rovira como la culpable de la situación actual.
El objetivo de la secretaria general instalada en Suiza es que nada se interponga en su estrategia de aliarse con Junts, especialmente en un momento en el que el escenario de repetición electoral toma fuerza y Rovira presiona para reeditar Junts pel Sí, la coalición independentista que fue a las elecciones al Parlament de 2015 con Raül Romeva (ERC) como cabeza de cartel y con la que Carles Puigdemont acabó llegando a la presidencia de la Generalitat.
Recelos de la estrategia de Junts pel Sí
La determinación de Rovira, muy próxima a su homólogo de Junts Jordi Turull, ha generado malestar en el territorio. Tanto por los anticuerpos que causa echarse a los brazos de Puigdemont -"el mismo que nos ha humillado durante años", señalan fuentes locales republicanas- como por la pérdida de autonomía de las federaciones, tal y como quedó claro este jueves en el Orfeó Martinenc.
Los responsables de Barcelona optaron por arriesgarse a convertirse en el blanco de las críticas y alegaron "problemas de aforo" en la sala de actos para eludir una votación que se les ponía cuesta arriba y que, de fracasar, invalidaría el grueso de la política que se ha promovido en la legislatura municipal en curso. De hecho, la tensión en el ambiente fue a más cuando se comunicó que la votación se realizaría a mano alzada y no en una urna.
Barcelona pidió no ser moneda de cambio de la Generalitat
Fuentes locales señalan que se optó por esta vía tras constar la movilización total de los altos cargos del Govern, y todos sus satélites, para frenar la nueva alianza de los republicanos con los socialistas. Y una nada menor, ya que implicaba ganar músculo en la capital catalana.
De hecho, habían comunicado a la calle Calàbria, donde está la sede central de ERC, que Barcelona no tenía que ser moneda de cambio de ninguna investidura en la Generalitat, y exigieron poder entrar en el Gobierno tal y como se había definido hacía meses. Recordaron que la decisión ya se había aplazado para no interferir en los comicios autonómicos tras el adelanto electoral inesperado y que no podían prolongarla más por las propias dinámicas internas de la ciudad.
Amenazas a cargos de la Generalitat
Otros interlocutores republicanos aseguran que los de Rovira "se dejaron la piel" durante las horas previas a la votación para que los republicanos de Barcelona fueran a votar que no en masa, hasta tal punto que muchos se quedaron fuera del Orfeó Martinenc.
"Se le ha visto el plumero", afirman las mismas voces de la formación, que advierten de que desde la órbita de Rovira han "amenazado" con dejar en la estacada a los cargos de la Generalitat en la federación de Barcelona si votaban sí a entrar en el gobierno municipal del PSC. De hecho, salieron de las dependencias públicas en coche oficial para ir a participar en la consulta de la federación.
El papel de Junqueras
De forma paradójica, son muchos los cargos republicanos que quieren pactar con los socialistas para mantener cuotas de poder en el sottogoverno y en la Administración pública como pago a un eventual apoyo a la investidura de Salvador Illa. Pero la votación era a mano alzada y la orden dada desde Suiza era clara, remarcan desde la formación.
El propio Oriol Junqueras, que dejó la presidencia del partido el pasado lunes para dedicarse a hacer campaña entre los afiliados y recuperar el cargo en el congreso de noviembre, se encuentra en las antípodas de Marta Rovira en relación con la estrategia que ha de seguir ERC en las próximas semanas. En su caso, y no es único en el partido, pesa más la falta de sintonía con Puigdemont que con Illa.
Un "vacío de poder" en ERC
No son pocos los afiliados que también tienen reproches para el expresidente del partido. Le acusan de haber dejado un "vacío de poder" que Rovira ha ocupado con sus "formas autoritarias" y, lo más grave según su parecer, haciendo "seguidismo" de Junts.
Explican que ella fue la que se cargó el pacto entre PSC, ERC y Comuns para que los republicanos presidieran la Mesa. Las fuentes consultadas señalan que el resto de miembros del equipo negociador de los republicanos desconocían que había renunciado al acuerdo que daban por cerrado y que ni siquiera los diputados que tenían que votar sabían cómo debían actuar en el pleno. Todo se precipitó en el momento final.
Junts les ha hecho la vida imposible
Los críticos con su gestión recriminan que la relación de Rovira con Turull y Puigdemont sea "excelente", mientras que con Junqueras y su círculo es "mala". Precisamente, con los mismos que sí apuestan por un "acuerdo razonable" para la investidura de Salvador Illa, si fuera necesario, y ganar aire para reconfigurar los liderazgos de la formación en la nueva etapa política en Cataluña dibujada en las urnas de forma insistente. Sin que ello, insisten, implique una renuncia a sus pretensiones independentistas.
"Rovira ha caído en el embrujo de Puigdemont, el mismo que nos ha hecho la vida imposible", advierten quienes no perdonan al fugado su campaña de acoso y derribo hasta hundirles en los pobres resultados del 12M con 20 diputados.
Impacto de una repetición electoral con ERC y Junts en coalición
Voces de la militancia aseguran estar "perplejas" ante la agenda que pretende imponer Rovira. Advierten de que la reedición de Junts pel Sí no es un escenario optimista para ERC, ya que dan por sentado que perderán apoyos tanto por el incremento de la abstención entre los que se han mantenido fieles al partido incluso en el 12M, con un batacazo en las urnas, como por el trasvase de votos hacia la CUP. De hecho, aseguran que los antisistema ganarían oxígeno en este escenario.
Las mismas fuentes advierten de que una hipotética lista unitaria con Junts les llevaría al "castigo" por dejarse "mangonear" por su verdugo. Recuerdan que Puigdemont les ha convertido en botiflers ante gran parte del electorado independentista para después pactar él con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ahora los quiere absorber al aprovechar su momento de debilidad y, desde Suiza, se ha puesto el rumbo fijo hacia este destino.