Cataluña, en las elecciones de este domingo, se juega mucho más que el futuro de Europa. Los resultados que obtengan los partidos en las urnas definirán el camino hacia la legislatura que arranca el 10 de junio, así como la salud de todos los partidos. Especialmente los independentistas, que ya sufrieron un revés en las autonómicas del pasado 12 de mayo, cuando perdieron por primera vez la mayoría para hacerse con el poder en la Generalitat.
Los comicios se afrontan como una suerte de segunda vuelta, donde Junts y ERC reeditan su pulso eterno para ver quién es el hegemónico del ámbito secesionista.
El PSC, el salvavidas de Sánchez
Con todo, los resultados del 9J en Cataluña también tendrán su correspondiente derivada en la política española, dada la recurrente reciprocidad entre ambas dimensiones. Moncloa no es ajena al hecho de que la legislatura de Pedro Sánchez pasa por cómo voten los catalanes este domingo. Y es que, si pudo volver a ser presidente tras las elecciones generales del 23J, fue gracias a la gran implantación electoral del PSC, que ya quedó demostrada en las municipales de mayo de 2023 y que ha tenido su continuidad en la victoria histórica en votos y escaños del 12M.
Hoy por hoy, el PSC es el salvavidas del proyecto político de Sánchez, además de un acicate para su relato, ya que su victoria le permite vender en el resto de España que ha acabado con el independentismo.
Todo ello ocurre en plena disputa por la presidencia de la Mesa del Parlament en primer término y de la Generalitat, en segundo. Estos son los cinco escenarios que se abren según lo que pase hoy, domingo 9 de junio.
Vuelta a 2017
El Parlament puede revivir situaciones pasadas este lunes, cuando los diputados voten el órgano de gobierno de la Cámara catalana. El neoconvergente Agustí Colomines presidirá la Mesa de Edad y, si cumple con lo anunciado, desacatará al Tribunal Constitucional (TC) para permitir el voto telemático del exconseller Lluís Puig y el expresident Carles Puigdemont. Ambos, aún huidos de la acción de la justicia en el extranjero a la espera de la publicación la ley de amnistía, pretenden servirse de un sistema tumbado por los jueces esta semana.
Existe la posibilidad de que Colomines eleve una consulta a los servicios jurídicos del Parlament para acabar de decidir. El fantasma de la desobediencia a la corte de garantías planeará de nuevo sobre el hemiciclo catalán, emulando el espíritu de 2017 y el punto álgido del procés para tensar hasta los topes el arranque de la legislatura.
Por todo ello, el resultado de la votación es una incógnita. Las conversaciones continúan, pero ERC tiene muchos números para hacerse con la presidencia del Parlament. El conseller de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena, podría ser uno de los nombres que planeen en el hemiciclo.
Una presidencia republicana en la Mesa permitiría que Puigdemont pronunciase su discurso de investidura antes que Salvador Illa, pues cabe recordar que una de sus funciones es la de proponer al pleno un candidato.
Un pacto constitucionalista
Pero hay una fórmula que evitaría un pacto independentista. Por contradictorio que pueda parecer, una victoria del PP en las europeas podría acercar al PSC de Salvador Illa, ganador de las elecciones catalanas, a la presidencia de la Generalitat. Un Alberto Núñez Feijóo vencedor con holgura podría permitirse el apoyo a una investidura socialista y aupar a su vez a Alejandro Fernández a un papel de utilidad en Cataluña, donde el ruido cada vez tiene menos rédito político.
De lo contrario, si los socialistas superaran o quedaran demasiado cerca de los populares (lo que podría leerse como un fracaso atendiendo a la tendencia de los sondeos), a Feijóo no le quedaría otra que marcar perfil propio para resistir el tipo. Esto alejaría un eventual pacto constitucionalista que despeje el escenario en Cataluña.
Apoyo de ERC al PSC
Esquerra Republicana (ERC) se dio un batacazo el 12M, hundiéndose en 20 diputados, y ahora no son más optimistas. Los de Oriol Junqueras, empujados por el electorado a un proceso de reconversión, se encuentran en su momento más vulnerable, necesitados de arrimarse al sol que más calienta: el PSC tras su victoria incontestable o Junts y sus tentaciones de grandeza independentista.
Una nueva derrota los dejaría tocados y hundidos, alejándolos de sueños húmedos con Puigdemont. Sería más probable que apostaran por el pragmatismo máximo, que ya ha asomado la cabeza en otras ocasiones durante la legislatura pasada. Es decir, un pacto que permita a Salvador Illa alcanzar la Generalitat, cosa que abriría una ventana de cuatro años de relativa estabilidad para que ERC se recomponga desde la utilidad en política. Y, lo más importante, una legislatura en la que podrían mantener estructura política y cargos en el sottogoverno de la Administración.
Pacto independentista y repetición electoral
¿Y qué pasaría si las urnas dieran un respiro a ERC? Los republicanos podrían leer unos resultados benevolentes como que no lo tienen todo perdido y podrían apostar por agitar (aún más) el tablero político. Este escenario daría enjundia a un eventual pacto con Junts para tratar de dar continuidad a una Generalitat independentista, de nuevo bajo el liderazgo de Puigdemont.
Sería un verano de ruido en el Parlament y de acciones simbólicas que reducirían el acuerdo a un brindis al sol. Los números no dan, principalmente porque el PSC --recordemos, ganador de las elecciones-- debería abstenerse y renunciar a investir a Illa president. Todo ello culminaría en un escenario grotesco, con Junqueras a la sombra de Junts y forzando una repetición electoral que devuelva la pelota al electorado a finales de octubre.
Cabe recordar que los socialistas ya han rechazado abstenerse para facilitar la llegada de Puigdemont a la Generalitat.
Elecciones generales si Sánchez se hace fuerte
En clave nacional, Pedro Sánchez y Feijóo se juegan su batalla particular por la Moncloa. Los sondeos mantienen al PP por delante, a pesar de que el PSOE ha recortado distancias en las últimas semanas. En caso de superar a los populares o quedar lo suficientemente cerca como para hacerse fuerte, el presidente socialista haría valer su posición reforzada para intentar barrer al contrincante.
La posibilidad de que el dirigente quiera aprovechar el tirón en Cataluña, primero, y en Europa, después, y convoque unas nuevas elecciones generales no es desdeñable. Para asegurarse de ello, Sánchez --especialista en mortales hacia atrás-- podría incluso forzar al PSC a una repetición electoral en Cataluña, con encaje de bolillos incluido para reducir los tiempos y que no baje el suflé entre unos comicios y otros. Un movimiento con el que ganaría estabilidad tanto en la Cámara nacional como en la autonómica.
De lo contrario, una victoria aplastante del PP haría aumentar la dependencia del PSOE respecto a sus socios. Con un Sánchez debilitado, sería Puigdemont el que se haría grande y tendría más margen para exigir la presidencia de la Generalitat o más concesiones al independentismo con tal de contar con ellos en el Congreso de los Diputados.
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